miércoles, 22 de octubre de 2014

EL PORQUÉ DEL CRECIMIENTO DE LAS DESIGUALDADES

EL EPI EN EEUU DESDE 1970 HASTA 2013,
CRECIÓ UN 64,9%, MIENTRAS EL SALARIO
PROMEDIO DE LOS TRABAJADORES 
PRIVADOS CRECIÓ EN UN 8%

Escribe
VICENÇ NAVARRO (*) 
Fuente:
 BLOG  en “Público.es” 
21 de octubre 2014

(*) VICENÇ NAVARRO -(   Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). También profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University.Es uno de los investigadores españoles más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales


Si usted lee la prensa económica y la prensa popular, verá artículos que intentan explicar el gran aumento de las desigualdades de renta y riqueza.   El tema ha pasado a ser un tema central. Entre los que tienen mayor visibilidad, están  el
 crecimiento de las desigualdades de renta al creciente diferencial   con los que tienen mayores salarios y los que tienen menos  salarios.  El problema con esta explicación se aclara solo una parte muy pequeña. La tesis de la productividad laboral no explica este enorme crecimiento de las desigualdades.  Para responder a esta pregunta tenemos que salirnos del área del conocimiento económico para movernos en el área del conocimiento político (lo que se llama en el mundo anglosajón el contexto político). Como bien decía mi maestro Gunnar Myrdal, “detrás de todo fenómeno económico hay una realidad política”. Veamos los datos. El EPI muestra como desde 1970 hasta 2013, la productividad en EEUU creció un 64,9%, mientras que el salario promedio de la mayoría de los trabajadores de EEUU (el 80% de la fuerza laboral en el sector privado) creció solo un 8%, ocho veces menos que el crecimiento de su productividad. La consecuencia de ello es que la gran mayoría de la riqueza

creada por el trabajador, como resultado del crecimiento tan notable de su productividad, no repercutió en su compensación salarial. ¿A dónde fue, pues?. Uno de los gráficos publicados por el EPI muestra clara y diáfanamente donde fue. Desde 1978 hasta 2011 las rentas derivadas del trabajo bajaron del 53% al 44% del PIB, mientras que las rentas del capital subieron muy marcadamente. En otras palabras, la mayor parte de la riqueza producida por el trabajador fue a enriquecer a los propietarios de las empresas. No hay otra manera de leerlo. En realidad, el problema es incluso mayor,  porque las rentas derivadas del trabajo incluyen también los salarios de los grandes empresarios y banqueros, salarios que son astronómicos (3.000 veces el salario


del trabajador) y que no guardan ninguna relación con la productividad.  Lo que ha estado ocurriendo es que las políticas públicas neoliberales iniciadas por el Presidente Reagan han favorecido enormemente a las capas sociales más poderosas a costa de todas las demás. Este era el objetivo de estas políticas públicas: debilitar al mundo del trabajo a costa de enriquecer al mundo del capital. Es lo que antes se llamaba “lucha de clases” y ahora ya no se cita por considerarse (por parte de la sabiduría convencional) un término anticuado, asumiendo, además, que no hay clases sociales. Los datos, sin embargo, hablan por sí solos. Hay clases sociales. Lo que ocurre es que se han redefinido. Hoy, la lucha de clases es entre una minoría que controla y gestiona el capital y todos los demás.   

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