SIGNIFICÓ LA PROLIFERACIÓN DE GOBIERNOS
DE LA MÁS RANCIA
DERECHA, DE FUERZAS
DE ORIGEN NACIONALISTA O DE LA SOCIALDEMOCRACIA,
ASUMIENDO
LA NUEVA FIGURA NEOLIBERAL.
Escribe
EMIR SADER (*)
Fuente BLOG del autor en
“Publico.es”
de España
15 de Diciembre 2014
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en su Blog que es “Carta Maior”
La derecha latinoamericana vivió momentos de euforia, con la
victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría, la desaparición de la Unión
Soviética y el triunfo de la democracia liberal y del modelo neoliberal. La
vieja derecha oligárquica buscaba
renovarse con tesis liberales de mercado en
contra del Estado, de los partidos y de los movimientos populares. El
neoliberalismo intentaba hacer que la derecha, que siempre había representado
el pasado, tratara de aparecer como “lo nuevo”, el futuro, la superación de un
pasado donde la derecha se sentía descolocada. Parecía borrarse la demarcación
entre derecha e izquierda, convergiendo en un modelo único de dictadores como
Pinochet, nacionalistas como Menem y socialdemócratas como Fernando Henrique
Cardoso. El pensamiento único se traducía en gobiernos únicos. Las crisis
mexicana de 1994, la brasileña de 1999 y la argentina de 2001/2002 han
liquidado precozmente esa euforia de la derecha latinoamericana, que fue
seguida por la elección de gobiernos antineoliberales. La derecha, que
pretendía reinar soberana por mucho
tiempo, dejó flancos abiertos a partir de
los cuales se fue reestructurando la izquierda latinoamericana. La creencia de
que la retirada del Estado de la economía, la centralidad del mercado, el
control de la inflación serían suficientes para la legitimidad de nuevos tipos
de gobierno en el continente fracasó. No se daban cuenta de que el principal
problema de los países de la región es la de-sigualdad social y que la falta de
avances en ese plano impediría la consolidación de esos gobiernos. Fue lo que
pasó con gobiernos elegidos con la bandera del control de la inflación, que en
general han logrado reelegirse en base a ese impulso, hasta agotarse, fracasar
y ser derrotados. Fue lo que pasó en Argentina, en Brasil, en Uruguay, en
Venezuela, en Ecuador y en Bolivia. Desprevenida, la derecha fue derrotada en
esos países pero, más que eso, ha tenido que ver constituirse, consolidarse y
reelegirse a gobiernos populares, que han llenado los vacíos dejados por los
gobiernos neoliberales. Y, sobre todo, han privilegiado el tema central del
continente más desigual del mundo, con sus políticas sociales. La derecha,
desplazada por esos gobiernos,
entró en una desgastante crisis de identidad.
¿Qué hacer frente al éxito de esos gobiernos? ¿Desconocer los avances o
intentar incorporarlos? ¿Prometer abandonar los cánones neoliberales o volver a
ensalzarlos, contando con un eventual olvido, por parte de la gente, de su
fracaso? Al parecer, por el tipo de candidatura que la derecha propone en
países como Ecuador –un banquero–; Bolivia –un gran empresario–; Chile –también
un gran empresario– o jóvenes políticos proponiendo el retorno al
neoliberalismo pura y llanamente –Brasil, Uruguay, Venezuela–, le faltan ideas,
imaginación y, sobre todo, compromiso con los avances logrados y el futuro de
esos países. ¿Qué es lo que quiere la derecha latinoamericana, que se empeña
tanto, valiéndose de todo lo que posee –del monopolio privado de los medios de
comunicación, del terrorismo económico, de reiteradas denuncias vacías, de
presiones internacionales– para intentar retornar al gobierno? Es evidente que
lo único que la derecha latinoamericana tiene claro es que quiere desalojar a
las fuerzas progresistas del gobierno, para abrir camino a las grandes fuerzas
del poder económico y mediático.
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