sábado, 11 de abril de 2015

EN MEXICO: ¿SABE ALGUIEN ADÓNDE VAMOS?

EL COSTO DEL ODIO SOCIAL ES ENORME, 
ES CAUSA DIRECTA DE LA VIOLENCIA 
QUE NOS PRESIDE Y ES PRODUCTO DE 
UN DOLOR COLECTIVO: LA FRUSTRACIÓN.

Escribe
JORGE CARRILLO OLEA (*)
 Fuente “La Jornada” de México 
10 de abril 2015

(*)JORGE CARRILLO OLEA (MEXICO, Jojutla, Morelos 1937) Escritor. Periodista. Columnista en “La Jornada” de México. Se trata de un general retirado. Político mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional, que fue Gobernador de Morelos durante el periodo de 1994 a 1998. Especialista en temas de seguridad nacional. Licenciado en administración militar por la Escuela Superior de Guerra. Controvertido protagonista y testigo de la vida política mexicana. 

LA HISTORIA OCURRE DOS VECES: LA PRIMERA VEZ COMO TRAGEDIA Y LA SEGUNDA COMO FARSA. Carlos Marx- Un grupo de taxistas con base en la fuente de Cibeles, en plena colonia Roma, atacó con palos a un taxi de la empresa Uber. En él viajaba un pasajero. Indignados, chofer y pasajero presentaron una denuncia. Una semana después
nada se había producido. Los asaltantes no eran criminales en el sentido estricto de la palabra, eran ejemplos de la sociedad de hoy, actores del odio social que crece de manera encendida. El costo del odio social es enorme, es causa directa de la violencia que nos preside y es producto de un dolor colectivo: la frustración. Nos hemos convertido en una sociedad que se regodea en su irrespeto a la ley, que se burla de normas de convivencia antes intocables, que desprecia al prójimo y sus derechos y vive sin contención ninguna. ¡¡Ese es el fondo!! Una sociedad en dolorosa transformación hacia lo bajo. Una declinación que va más allá y viene de más allá del delito

simple, por grave que éste sea. La conducción moral y la solidaridad social se perdieron hace mucho. Se perdieron entre el ayer y el hoy y no se atisba un mañana distinto. México para nada es un Estado fallido, es un país enorme pero al presente necesita oxígeno. Al conjunto de conductas negativas que nos invaden, ciertos académicos la llaman capital social negativo, y sí, es toda aquella fuerza que conduce al mal. Fraseado de una manera más llana, otros le llaman simplemente el desmadre nacional que está conduciendo al colapso social, sinónimo de la declinación de la civilidad anhelada, de la forma deseable de convivir, de encontrar la satisfacción legítima a nuestros


anhelos. La manifestación más vívida de este colapso es la decadencia de las instituciones políticas, sociales y culturales en las que casi nadie cree y sin esa confianza nada funcionará. Este colapso social es el punto conclusivo de una forma de vida satisfactoria, es el cambio hacia una vida de rango menor. ¡¡Vamos para abajo!! El colapso social ciertamente no es el fin del mundo, es simplemente la entrada a un mundo no deseado. Las sociedades no se acaban cuando colapsan, sólo se degradan. En México hace rato que entramos en este proceso, que no debe particularizarse como responsabilidad de una sola persona o grupo, porque se angostaría el juicio. Ha sido un proceso de muchos actores, de muchos años, de sistemas dirigentes de varios signos ideológicos, de diversas fuerzas impositivas. Es el resultado del desacierto de

muchos, en mucho y por mucho tiempo. Lo malo, lo verdaderamente malo, es que nos neguemos a aceptarlo. Han pasado dos años y medio de gobierno, de uno que no acepta la existencia de lo indeseable, para el que sólo su hacer es perfecto, al que le parece que por definición, todo señalamiento de lo desacertado es un acto de traición a nuestros orígenes, de deslealtad a las instituciones y hasta de atentado contra la patria magnífica. Lo preocupante es su insensibilidad ante la depresión trascendente en la que estamos. Prueba de esta ofuscación es que la aprehensión de El Chapo, el Z-40 o La Tuta se valoren como un triunfo nacional. En esa terrible confusión estamos y el guía, el Presidente, ha extraviado el compás. Somos una sociedad que decae, encabezada por un gobierno arrogante, que se niega a verse en un espejo que no sea la tv.    

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