ALDOUS HUXLEY ESCRIBIÓ “UN MUNDO FELIZ”,
EN MOMENTOS EN EL
QUE LAS CONSECUENCIAS
DE LA GRAN CRISIS DE 1929 GOLPEABAN
Y LA CREDIBILIDAD EN GOBIERNOS CON
REGÍMENES DEMOCRÁTICOS VACILABAN..
REGÍMENES DEMOCRÁTICOS VACILABAN..
Escribe
IGNACIO RAMONET (*)
Fuente “La Jornada” de México
Sábado 27 de
Junio 2015
(*) IGNACIO RAMONET (1943 España) Entre 1990 y 2008 fue
director de Le Monde Diplomatique. Es doctor en Semiología e Historia de la
Cultura por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París y
catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot
(Paris-VII). Especialista en geopolítica y estrategia internacional y consultor
de la ONU, actualmente imparte clases en la Sorbona de París.
Se cumplen 80 años de la primera edición (1935) en lengua
española de la gran novela rupturista Un mundo feliz (se había publicado tres
años antes en inglés), del filósofo y escritor visionario Aldous Huxley. Y ante
tanta felicidad artificial en nuestros días, tantas manipulaciones y tantos
condicionamientos contemporáneos, cabe preguntarse: ¿será útil releer hoy Un
mundo feliz? ¿Es acaso necesario retomar un libro publicado hace más de 80
años, en una época tan alejada de nosotros que Internet no existía e incluso la
televisión aún no había sido inventada? ¿Es esta novela algo más que una
curiosidad sociológica, un best seller ordinario y efímero del que se
vendieron, en el año de su publicación, en inglés, más de un millón de
ejemplares? Estas cuestiones parecen tanto más
Aldous Huxley |
pertinentes cuanto que el género
al que pertenece la obra –la distopía, la fábula de anticipación, la utopía
cientifico-técnica, la ciencia ficción social– posee un grado muy alto de
obsolescencia. Pues nada envejece con mayor rapidez que el futuro. Sobre todo en
literatura. Sin embargo, si alguien, superando estas científico, se vuelve a
sumergir en las páginas de esa novela se quedará estupefacto por su
sorprendente actualidad. Constatando que, por una vez, el pasado ha atrapado el
presente. Recordemos que el autor, Aldous Huxley
(1864– 1963), narra una
historia que transcurre en un futuro muy lejano, hacia el año 2 mil 500, o, con
mayor precisión, hacia el año 600 de la era fordiana, en alusión satírica a
Henry Ford (1863-1947), el pionero estadunidense de la industria
automovilística (de la que una célebre marca de coches sigue llevando su
nombre), inventor de un método de organización del trabajo para la fabricación
en serie y de la estandarización de las piezas. Método –el fordismo– que
transformó a los trabajadores en poco menos que autómatas o en robots que
repiten a lo largo de la jornada un único y
mismo gesto. Lo cual suscitó, ya en
la época, violentas críticas; pensemos, a este respecto, por ejemplo, en las
películas Metrópolis (1926), de Fritz Lang, o Tiempos modernos (1935), de
Charles Chaplin. Aldous Huxley escribió Un mundo feliz, visión pesimista del
porvenir y crítica feroz del culto positivista a la ciencia, en un momento en
el que las consecuencias sociales de la gran crisis de 1929 afectaban de lleno
a las sociedades occidentales, y en el que la credibilidad en el progreso y en
los regímenes democráticos capitalistas parecía
vacilar.Editado en inglés antes
de la llegada de Adolf Hitler al poder en Alemania (1933), Un mundo feliz
denuncia la perspectiva pesadillesca de una sociedad totalitaria fascinada por
el progreso científico y convencida de poder brindar a sus ciudadanos una
felicidad obligatoria. Presenta una visión alucinada de una humanidad
deshumanizada por el condicionamiento a lo Pavlov y por el placer al alcance de
una píldora (el soma). En un mundo horriblemente perfecto, la sociedad decide
totalmente, con fines eugenésicos y productivistas, la
sexualidad de la
procreación. Una situación no tan alejada de la que conocen hoy algunos países en
donde los efectos de la crisis de 2008 están provocando (en Europa sobre todo)
la subida de partidos de extrema derecha, xenófobos y racistas. Donde las
píldoras anticonceptivas permiten ya un amplio control de la natalidad. Y donde
nuevas píldoras (Viagra, Lybrido) dopan el deseo sexual y lo prolongan hasta
más allá de la tercera edad. Por otra parte, las manipulaciones genéticas
permiten cada vez más a los padres la
selección de embriones para engendrar
hijos en función de criterios predeterminados, estéticos, entre otros. Otra
sorprendente relación con la actualidad es que la novela de Huxley presenta un
mundo donde el control social no da cabida al azar, donde, formadas con el
mismo molde, las personas son clónicas, pues se producen en serie, la mayoría
tiene garantizado el confort y la satisfacción de los únicos deseos que está
condicionada a experimentar, pero donde se ha perdido, como diría Mercedes
Sosa, la razón de vivir. En “Un mundo feliz”, la americanización del planeta,
ha culminado; la historia ha terminado (como lo afirmara más tarde
Francis
Fukuyama), todo ha sido estandarizado y fordizado, tanto la producción de los
seres humanos, resultado de puras manipulaciones genético-químicas, como la
identidad de las personas, producida durante el sueño por hipnosis auditiva: la
hipnopedia, que un personaje en el libro califica de la mayor fuerza
socializante y moralizante de todos los tiempos. por la estabilidad. Desde su
nacimiento, cada ser humano es además educado en unos centros de
condicionamiento del Estado, en función de los valores específicos de su grupo,
mediante el recurso masivo a la hipnopedia para manipular el espíritu, crear en
él reflejos condicionados definitivos y hacerle aceptar su destino.
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