viernes, 17 de julio de 2015

MOVIMIENTOS SOCIALES, EL CAMBIO Y ANTICAPITALISMO

"EL CAPITAL DEBIÓ APROPIARSE DE LA TIERRA 
CON LA CONDENA A VIVIR SIN TECHO, 
EN LA EMERGENCIA DEL   ASALARIADO, 
Y ASI IMPONER LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA..."

Escribe 
JULIO CESAR GAMBINA (*)
Fuente: BLOG del autor 
11 de Julio 2015

(*) GAMBINA JULIO CESAR – (Argentina) Doctor en Ciencias Sociales (UBA) Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO. Miembro del Consejo Académico de ATTAC-Argentina. Dirige el Centro de Estudios Formación de la Federación Judicial Argentina.


Hace muy poco comentamos que la encíclica papal “Laudato Sí” habilitaba y legitimaba un debate relativo al impacto del modelo productivo sobre el planeta tierra, y sobre el metabolismo de la
naturaleza, incluyendo por cierto a la producción y reproducción de la vida humana. Ahora, en la reciente visita por la región, y especialmente en su discurso en Bolivia ante miles de activistas de movimientos populares, el Papa Francisco hizo formulaciones muy críticas al funcionamiento de la economía actual, destacando en especial la dominación del mercado, del dinero y del capital.  En la encíclica y en el reciente discurso papal puede leerse una crítica a la realidad contemporánea de la organización económica de la sociedad mundial. Los receptores directos del mensaje trascendían a la comunidad católica o cristiana. Quienes lo

escuchaban de cuerpo presente era parte importante del activo social militante que en este Siglo XXI construyó las condiciones de cambio político en Nuestramérica, más allá de su condición religiosa, siendo creyentes o no. Es cierto que la prédica trascendía a los presentes, incluso a los religiosos del mundo, e interviene en el debate civilizatorio actual. Por esa razón, queremos insistir desde nuestra interpretación, sustentada en la crítica al régimen del capital inaugurada con Carlos


Marx en el Siglo XVIII, que el problema es el capitalismo en sus más de cinco siglos de existencia, y por ende, la producción capitalista,

 lo que supone las relaciones mercantiles capitalistas, las relaciones de explotación del capital sobre los trabajadores y el saqueo del inversor capitalista sobre los bienes comunes. El problema no es el mercado o el dinero en sí, sino el mercado capitalista y el dinero en tanto forma fetichizada del valor. No puede entenderse al mercado actual o a las funciones del dinero en nuestro tiempo sin una crítica sustancial al capitalismo. No se trata de una cuestión


moral, sino atribuible a las relaciones de explotación y saqueo, a la acumulación por desposesión, lo que genera beneficiarios, pocos, y perjudicados, muchos. Tierra, Techo y Trabajo como ejes centrales del discurso papal remiten como problemas sociales al proceso de acumulación originario del capital, con la violencia expropiadora de la Tierra a los pueblos originarios, que junto al perdón de los expropiadores, demandan la


reparación histórica y cuestionan la propiedad privada. Es la expropiación y apropiación de la tierra lo que genera el problema de la vivienda y la demanda por el Techo de los empobrecidos. No existen los sin techo si no se explica la propiedad. El régimen del capital necesitó de la expropiación de la Tierra y la condena a vivir sin Techo de parte importante de la población, en simultáneo a la emergencia del Trabajador asalariado, condición necesaria para la explotación capitalista. Puede seguirse a Marx en El Capital para entender la expropiación de la población rural europea para constituir al mismo tiempo al obrero libre que demandaba la relación capitalista de producción. Del mismo modo podemos remitir a la historia de la Argentina que asocia la conquista de los territorios, el aniquilamiento de la población originaria y el


proceso de inmigración para ofrecer al mercado capitalista en ciernes la fuerza de trabajo necesaria para la valorización de los capitales locales y externos. No resulta distinto hoy la búsqueda de fuerza de trabajo barata y abundante dotación de bienes comunes por parte de capitales excedentes en el mercado mundial y que define el proceso de los países emergentes como ideario deseable. El proceso de acumulación por desposesión que describe David Harvey es consustancial al orden capitalista. El orden del capital requiere la subordinación de las
condiciones materiales y subjetivas de la producción para asegurar la valorización. Aun antes de los clásicos de la Economía Política sabemos que la Tierra es la madre y el Trabajo el padre de la producción de riqueza. La riqueza resultante del orden capitalista recrea por siglos la expropiación de la tierra (propiedad privada de la tierra y los medios de producción) y la expulsión de la población de sus territorios, en un mecanismo que hoy definimos como acumulación por desposesión. Esa es la historia de la conquista y colonización de nuestros territorios, que se renueva bajo las condiciones de la dependencia al paquete tecnológico de la producción hegemónica en nuestros países. 

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