"EL CAPITAL DEBIÓ APROPIARSE DE LA TIERRA
CON LA CONDENA A VIVIR SIN TECHO,
EN LA EMERGENCIA
DEL ASALARIADO,
Y ASI IMPONER LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA..."
Escribe
JULIO CESAR GAMBINA (*)
Fuente: BLOG del autor
11 de Julio 2015
(*) GAMBINA
JULIO CESAR – (Argentina) Doctor en Ciencias Sociales (UBA) Profesor de
Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas,
FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, CLACSO. Miembro del Consejo Académico de ATTAC-Argentina. Dirige el
Centro de Estudios Formación de la Federación Judicial Argentina.
Hace muy poco comentamos que la
encíclica papal “Laudato Sí” habilitaba y legitimaba un debate relativo al
impacto del modelo productivo sobre el planeta tierra, y sobre el metabolismo
de la
naturaleza, incluyendo por cierto a la producción y reproducción de la
vida humana. Ahora, en la reciente visita por la región, y especialmente en su
discurso en Bolivia ante miles de activistas de movimientos populares, el Papa
Francisco hizo formulaciones muy críticas al funcionamiento de la economía
actual, destacando en especial la dominación del mercado, del dinero y del
capital. En la encíclica y en el
reciente discurso papal puede leerse una crítica a la realidad contemporánea de
la organización económica de la sociedad mundial. Los receptores directos del
mensaje trascendían a la comunidad católica o cristiana. Quienes lo
escuchaban
de cuerpo presente era parte importante del activo social militante que en este
Siglo XXI construyó las condiciones de cambio político en Nuestramérica, más
allá de su condición religiosa, siendo creyentes o no. Es cierto que la prédica
trascendía a los presentes, incluso a los religiosos del mundo, e interviene en
el debate civilizatorio actual. Por esa razón, queremos insistir desde nuestra interpretación, sustentada en la crítica al régimen del capital inaugurada con Carlos
Marx en el Siglo XVIII, que el problema es el capitalismo en sus más de cinco siglos de existencia, y por ende, la producción capitalista,
lo que
supone las relaciones mercantiles capitalistas, las relaciones de explotación
del capital sobre los trabajadores y el saqueo del inversor capitalista sobre
los bienes comunes. El problema no es el mercado o el dinero en sí, sino el
mercado capitalista y el dinero en tanto forma fetichizada del valor. No puede
entenderse al mercado actual o a las funciones del dinero en nuestro tiempo sin
una crítica sustancial al capitalismo. No se trata de una cuestión
moral, sino
atribuible a las relaciones de explotación y saqueo, a la acumulación por
desposesión, lo que genera beneficiarios, pocos, y perjudicados, muchos. Tierra,
Techo y Trabajo como ejes centrales del discurso papal remiten como problemas
sociales al proceso de acumulación originario del capital, con la violencia
expropiadora de la Tierra a los pueblos originarios, que junto al perdón de los
expropiadores, demandan la
reparación histórica y cuestionan la propiedad
privada. Es la expropiación y apropiación de la tierra lo que genera el
problema de la vivienda y la demanda por el Techo de los empobrecidos. No
existen los sin techo si no se explica la propiedad. El régimen del capital
necesitó de la expropiación de la Tierra y la condena a vivir sin Techo de
parte importante de la población, en simultáneo a la emergencia del Trabajador
asalariado, condición necesaria para la explotación capitalista. Puede seguirse
a Marx en El Capital para entender la expropiación de la población rural
europea para constituir al mismo tiempo al obrero libre que demandaba la
relación capitalista de producción. Del mismo modo podemos remitir a la
historia de la Argentina que asocia la conquista de los territorios, el
aniquilamiento de la población originaria y el
proceso de inmigración para
ofrecer al mercado capitalista en ciernes la fuerza de trabajo necesaria para
la valorización de los capitales locales y externos. No resulta distinto hoy la
búsqueda de fuerza de trabajo barata y abundante dotación de bienes comunes por
parte de capitales excedentes en el mercado mundial y que define el proceso de
los países emergentes como ideario deseable. El proceso de acumulación por
desposesión que describe David Harvey es consustancial al orden capitalista. El
orden del capital requiere la subordinación de las
condiciones materiales y
subjetivas de la producción para asegurar la valorización. Aun antes de los
clásicos de la Economía Política sabemos que la Tierra es la madre y el Trabajo
el padre de la producción de riqueza. La riqueza resultante del orden
capitalista recrea por siglos la expropiación de la tierra (propiedad privada
de la tierra y los medios de producción) y la expulsión de la población de sus
territorios, en un mecanismo que hoy definimos como acumulación por
desposesión. Esa es la historia de la conquista y colonización de nuestros
territorios, que se renueva bajo las condiciones de la dependencia al paquete
tecnológico de la producción hegemónica en nuestros países.
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