GRIEGOS HABLARON. AHORA TOCA
MOVER FICHA A LOS CAPITALES.
ALGUNOS DE LOS MÁS CONSPICUOS
SE EMPEÑAN EN PROCURAR HACER
REALIDAD ANUNCIADAS AMENAZAS
Escribe
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO (*)
Fuente “La Jornada” de
México
Lunes 6 de Julio 2015
(*) LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO (Ciudad de Mexico 1958)
Periodista de Investigación y Escritor.
Desde 1997 es Coordinador de Opinión y articulista del periódico diario La
Jornada. Fundador de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE). Militante y luchador social. Participa en varios medios importantes de
la prensa alternativa del continente.
En Grecia ganó el voto de la dignidad sobre el voto del
miedo. Fracasó el intento de las instituciones de dar un golpe de Estado blando
contra un gobierno antiausteridad y de humillar al pueblo griego. Este 5 de
julio, con la victoria del no, la política de la gente derrotó al chantaje
económico. Como dijo el clásico: fue un triunfo claro, contundente e
inobjetable. El no ganó por una diferencia de casi 22 puntos
porcentuales y lo
hizo en todas las regiones, incluidas las zonas rurales, donde las políticas de
la Unión Europea destrozaron la producción agrícola. Triunfó el no remontando
una campaña de temor en la que el Banco Central Europeo cerró la posibilidad de
aportar más liquidez a los bancos helenos, forzando el control de capitales y
el cierre de entidades financieras. Ganó el no, al frenar la intentona de la
troika de dar un golpe de Estado blando para derrocar el gobierno de Syriza.
Como lo denunció el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, en una entrevista
con el diario El Mundo: “todo esto lo tenían preparado desde el
principio. Ya
hace cinco meses existía un plan para acabar con un gobierno que no aceptaba
dejarse chantajear por el establishment europeo”. Los tiempos están cambiando.
El 31 de octubre de 2011 el entonces primer ministro griego, Yorgos Papandreu,
intentó someter a referendo la firma del segundo plan de rescate financiero,
acompañado de draconianas medidas de austeridad. Los jerarcas europeos, con
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy a la cabeza, se le fueron al cuello: llamaron a
Papandreu a la cumbre que el G-20 realizaba en Cannes y lanzaron un ultimátum:
la consulta no podría ser sobre el rescate, sino sobre la
pertenencia de Grecia
al euro. El primer ministro se dobló. Un buen número de legisladores de su
partido, el socialdemócrata PASOK, lo traicionó y buena parte de la oposición
le declaró la guerra. Papandreu retiró el llamado al referendo y dimitió, a
pesar de que él iba a pedir que se votara por la aceptación del plan de
austeridad. En su lugar se nombró un gobierno de coalición encabezado por el ex
banquero Lucas Papademos. Pero ahora la historia fue diferente. Aunque las
instituciones quisieron repetir la medicina que le
Paul Krugman |
recetaron a Papandreu y
dieron de manotazos en la mesa, Alexis Tsipras sostuvo el referendo, llamó a
votar por el no y obtuvo una abrumadora mayoría. Su posición negociadora es
ahora más fuerte. Tiene el respaldo mayoritario de su pueblo, de casi el doble
de los que votaron por él en enero de 2015. O, dicho de abajo arriba, la
intensa movilización social contra la austeridad que se vive en el país heleno
desde las protestas juveniles de diciembre de 2008 cuenta hoy con un primer
ministro que la expresa y defiende. Los griegos hablaron y ahora les toca mover
ficha
a los representantes de la Europa de los capitales. Algunos de sus
representantes más conspicuos se empeñan en hacer realidad sus amenazas y poner
a Grecia fuera de la eurozona (lo que se ha bautizado como Grexit). Para ellos,
el no griego significa un no a Europa. Ni tardas ni perezozas, las firmas JP
Morgan y Credit Suisse expresaron su preocupación por el futuro y señalaron,
cada una por su lado, que la posibilidad de que se produzca la Grexit es de 70
y 75 por ciento. Y, ante el triunfo del no, Georg Fahrenschon, presidente de
las cajas de ahorro alemanas
(Deutscher Sparkassen und Giroverband), uno de los
principales inversores privados en deuda pública europea, dijo que Grecia
rompió las reglas del euro y debe abandonar la moneda única. Pero el primer
ministro Tsipras –y con él la mayoría de los griegos– no están de acuerdo con
estas afirmaciones. Para él, la realización del referendo nunca tuvo que ver
con la permanencia o no de su país en la eurozona. Es más, ni siquiera trató
sobre el fin de la política de austeridad. Lo central de la consulta consistió
en refrendar o no el reclamo de un descuento de 30 por ciento a la deuda y un
periodo de gracia de 20 años para pagarla, así como de una política de austeridad
distinta.
“Europa –dijo Tsipras– no puede ser un camino único que conduce a las
políticas de austeridad. El pueblo griego ha respondido que quiere la Europa de
la democracia y la justicia.” Este 5 de julio una nueva historia comienza y su
final no está escrito. Para la Europa de los capitales representa un verdadero
dolor de cabeza. Los vientos de cambio helénico podrían impulsar la nave de
Podemos y sus aliados en los comicios españoles en noviembre de este año, y la
del Sinn Fein en Irlanda, el próximo febrero. O podrían contagiar a países como
Italia y Portugal, agobiados por sus deudas. Y, si los grandes capitales optan
por darle un manotazo al tablero europeo y decir a los griegos que ya no juegan
allí, ellos podrían optar por salir de la OTAN y acercarse a Rusia y China.
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