TODO USTED
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
Su cuerpo y su espíritu, integrados indivisiblemente en usted, son todo usted. Usted no es ni espíritu solo, ni su cuerpo solo, como el agua, fusión de oxígeno e hidrógeno, no es no oxigeno, ni hidrógeno, ni estos son agua. En la tercera edad, hay la tendencia equivocada de sectorizarse, parcelarse, la vivisección, la amputación en vivo, comienza con la separación de cuerpo y alma, como si fueran dos principios distintos, en dos naturalezas diferentes: la corporal y la espiritual. El cuerpo mala envoltura del alma, y el alma prisionera en ese envase corporal. Esa teoría, hoy insostenible pero muy divulgada, no corresponde a la realidad de la persona humana, naturaleza individualizada, compuesta por cuerpo y espíritu, en fusión tal que forma una sola individual substancia racional en un solo principio de ser y de operar. Esa unidad es usted, su propia persona, su yo. Cuando el cuerpo se duele o se regocija se esta doliendo o regocijando todo usted.
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
Su cuerpo y su espíritu, integrados indivisiblemente en usted, son todo usted. Usted no es ni espíritu solo, ni su cuerpo solo, como el agua, fusión de oxígeno e hidrógeno, no es no oxigeno, ni hidrógeno, ni estos son agua. En la tercera edad, hay la tendencia equivocada de sectorizarse, parcelarse, la vivisección, la amputación en vivo, comienza con la separación de cuerpo y alma, como si fueran dos principios distintos, en dos naturalezas diferentes: la corporal y la espiritual. El cuerpo mala envoltura del alma, y el alma prisionera en ese envase corporal. Esa teoría, hoy insostenible pero muy divulgada, no corresponde a la realidad de la persona humana, naturaleza individualizada, compuesta por cuerpo y espíritu, en fusión tal que forma una sola individual substancia racional en un solo principio de ser y de operar. Esa unidad es usted, su propia persona, su yo. Cuando el cuerpo se duele o se regocija se esta doliendo o regocijando todo usted.
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Cuando el alma se duele o se regocija se esta doliendo o regocijando todo usted. Juan Ramón Jimenez decía: “Cuando me pincho la yema de un dedo con un Alfiler, me estoy doliendo todo yo” Y esa naturaleza humana, en todo lo sicosomático, es absolutamente unitario como principio de existencia. En nosotros no va por un lado la persona profesional y por otro la persona religiosa, la persona política o familiar. En todos esos aspectos siempre seremos todo el yo que somos... El acto humano es el producto de todo el yo, sea el que fuere ese yo, porque el es el principio indivisible de su operar.
Cuando el alma se duele o se regocija se esta doliendo o regocijando todo usted. Juan Ramón Jimenez decía: “Cuando me pincho la yema de un dedo con un Alfiler, me estoy doliendo todo yo” Y esa naturaleza humana, en todo lo sicosomático, es absolutamente unitario como principio de existencia. En nosotros no va por un lado la persona profesional y por otro la persona religiosa, la persona política o familiar. En todos esos aspectos siempre seremos todo el yo que somos... El acto humano es el producto de todo el yo, sea el que fuere ese yo, porque el es el principio indivisible de su operar.
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La vejez se inclina a sublimar el espíritu y deprimir el cuerpo, o viceversa. Está en las costumbres y hábitos sociales y en el mismo sentir del viejo –mala interpretación evangélica– el predicar la presteza en el espíritu y pesantez en la carne. Chateaubriand, Lamartine, Víctor Hugo se quejan de que su cuerpo ya no obedece a su espíritu, aunque produjeron sus mejores obras en la vejez, como suele acontecer con los creadores artísticos en las artes plásticas y en la literatura. Usted es todo usted, nuestra naturaleza es modelo de equilibrio completo si nosotros no lo rompemos. La armonía ha sido siempre ideal de toda cultura. Usted vive la edad más exigente de equilibrio. Cuando lo somático y lo síquico comienzan a polemizar, se entable una lucha cuyo combatiente es usted, y, vencedor o vencido, usted mismo es la víctima. Es una lucha dentro de usted mismo. Ya los siquiatras y los sicólogos no se divorcian del fisiólogo, ni del cirujano y están de acuerdo con el poeta Juan Ramón Jimenez: el dolor de un alfiretazo es todo suyo. Cuando lo somático se exalta o se deprime, lo síquico también. Y al contrario.
La vejez se inclina a sublimar el espíritu y deprimir el cuerpo, o viceversa. Está en las costumbres y hábitos sociales y en el mismo sentir del viejo –mala interpretación evangélica– el predicar la presteza en el espíritu y pesantez en la carne. Chateaubriand, Lamartine, Víctor Hugo se quejan de que su cuerpo ya no obedece a su espíritu, aunque produjeron sus mejores obras en la vejez, como suele acontecer con los creadores artísticos en las artes plásticas y en la literatura. Usted es todo usted, nuestra naturaleza es modelo de equilibrio completo si nosotros no lo rompemos. La armonía ha sido siempre ideal de toda cultura. Usted vive la edad más exigente de equilibrio. Cuando lo somático y lo síquico comienzan a polemizar, se entable una lucha cuyo combatiente es usted, y, vencedor o vencido, usted mismo es la víctima. Es una lucha dentro de usted mismo. Ya los siquiatras y los sicólogos no se divorcian del fisiólogo, ni del cirujano y están de acuerdo con el poeta Juan Ramón Jimenez: el dolor de un alfiretazo es todo suyo. Cuando lo somático se exalta o se deprime, lo síquico también. Y al contrario.
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Desgraciadamente la ignorancia, los defectos de educación, la tiranía de nuestros tabúes, hacen que en la vejez la mayoría de las deficiencias y enfermedades –aun ciertas úlceras gástricas sean de origen síquico y se ha comprobado que ocho de cada diez causas de impotencia o perturbaciones sexuales en la vejez, son síquicas. Cuide su integración. No deje atrofiar ni su cuerpo, ni su alma. Y recuerde usted: ahora es más vulnerable física y espiritualmente, si se descuida, pero puede ser como persona, más fuerte, si lo quiere. Todo desequilibrio es patológico. La antigua meta sigue vigente “mente sana en cuerpo sano”.
Desgraciadamente la ignorancia, los defectos de educación, la tiranía de nuestros tabúes, hacen que en la vejez la mayoría de las deficiencias y enfermedades –aun ciertas úlceras gástricas sean de origen síquico y se ha comprobado que ocho de cada diez causas de impotencia o perturbaciones sexuales en la vejez, son síquicas. Cuide su integración. No deje atrofiar ni su cuerpo, ni su alma. Y recuerde usted: ahora es más vulnerable física y espiritualmente, si se descuida, pero puede ser como persona, más fuerte, si lo quiere. Todo desequilibrio es patológico. La antigua meta sigue vigente “mente sana en cuerpo sano”.
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No pretendo hacer una enciclopedia sobre la vejez. Me propongo informar a aquellos viejos/as todavía con receptividad y en posibilidad de ser ayudados, para tener una vida satisfactoria que puede prolongarse mucho más allá de lo calculado por la sociedad y lo estipulado por sus cánones, frecuentemente míticos. Y, de paso, indirectamente estimular la preparación de jóvenes y maduros para la vejez, durante la cual, y pese a sus cambios, seguiremos siendo “el hombre o la mujer que éramos”.
No pretendo hacer una enciclopedia sobre la vejez. Me propongo informar a aquellos viejos/as todavía con receptividad y en posibilidad de ser ayudados, para tener una vida satisfactoria que puede prolongarse mucho más allá de lo calculado por la sociedad y lo estipulado por sus cánones, frecuentemente míticos. Y, de paso, indirectamente estimular la preparación de jóvenes y maduros para la vejez, durante la cual, y pese a sus cambios, seguiremos siendo “el hombre o la mujer que éramos”.
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Cicerón advierte como los jóvenes detestan la vejez, pero todos quieren llegar a viejos. La vejez acentúa más algunos rasgos de nuestra personalidad anterior, modifica otros, atenúa algunos, o los estimula, o los transforma, pero no destruye al hombre o la mujer que fuimos en nuestras edades anteriores. Se habla mucho de “los grandes cambios en la vejez”. Existen, pero más que transformaciones, son adaptaciones y adecuaciones. No en vano el “genio y figura hasta la sepultura”.
Cicerón advierte como los jóvenes detestan la vejez, pero todos quieren llegar a viejos. La vejez acentúa más algunos rasgos de nuestra personalidad anterior, modifica otros, atenúa algunos, o los estimula, o los transforma, pero no destruye al hombre o la mujer que fuimos en nuestras edades anteriores. Se habla mucho de “los grandes cambios en la vejez”. Existen, pero más que transformaciones, son adaptaciones y adecuaciones. No en vano el “genio y figura hasta la sepultura”.
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En este propósito mío de ilustrar al viejo/a para hacer una vida aceptable, la vejez de que trato no es la senilidad, ni la decrepitud, ni la caquexia, sino fenómenos que el viejo/a puede evitar o al menos aliviar. El “viejo” de este libro es pues todo varón y mujer de años en posibilidad de vivir mejor y más, aunque él o ella n o lo crean. En esta empresa hay dos grandes enemigos: el egoísmo de la sociedad, tan propagadora de errores sobre la vejez y el viejo mismo, ignorante de sus posibilidades. El “viejo/a” de este libro supone, pues, un mínimo e recursos económicos o de posibilidad de ganarlos.
En este propósito mío de ilustrar al viejo/a para hacer una vida aceptable, la vejez de que trato no es la senilidad, ni la decrepitud, ni la caquexia, sino fenómenos que el viejo/a puede evitar o al menos aliviar. El “viejo” de este libro es pues todo varón y mujer de años en posibilidad de vivir mejor y más, aunque él o ella n o lo crean. En esta empresa hay dos grandes enemigos: el egoísmo de la sociedad, tan propagadora de errores sobre la vejez y el viejo mismo, ignorante de sus posibilidades. El “viejo/a” de este libro supone, pues, un mínimo e recursos económicos o de posibilidad de ganarlos.
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Un mínimo de salud o posibilidad de recuperarla, un mínimo de información, de ideas, de voluntad y e carácter o posibilidad de obtenerlo. No trato de “casos perdidos” clínica y sicológicamente, aunque si de probar también, como esos casos perdidos son bastante menores de los que se dan como tales según los prejuicios de común aceptación social, porque su rehabilitación es posible, a veces.
Un mínimo de salud o posibilidad de recuperarla, un mínimo de información, de ideas, de voluntad y e carácter o posibilidad de obtenerlo. No trato de “casos perdidos” clínica y sicológicamente, aunque si de probar también, como esos casos perdidos son bastante menores de los que se dan como tales según los prejuicios de común aceptación social, porque su rehabilitación es posible, a veces.
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Tampoco haré mucho énfasis en el fenómeno social de la vejez, aunque no puedo suprimirlo, porque es uno de los factores más influyentes en “perder el caso” ya que la sociedad es condicionante. Me interesa el/a en su realidad, la que puede rehabilitarse, readaptarse, reeducarse para la utilidad, la placidez y la satisfacción del resto de sus días. Para eso me refiero a usted, el viejo que sí puede, aunque lo ignore, a usted en persona, a usted varón o mujer en el mínimo de los recursos, o en el máximo de ellos. A usted, porque usted, sea cual sea su sitio en la escala entre el mínimo y el máximo, puede. Usted si puede. Su individualidad humana es más rica de cuanto usted cree. Nadie la ha medido aún exactamente, aunque ya medimos la luna.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
Tampoco haré mucho énfasis en el fenómeno social de la vejez, aunque no puedo suprimirlo, porque es uno de los factores más influyentes en “perder el caso” ya que la sociedad es condicionante. Me interesa el/a en su realidad, la que puede rehabilitarse, readaptarse, reeducarse para la utilidad, la placidez y la satisfacción del resto de sus días. Para eso me refiero a usted, el viejo que sí puede, aunque lo ignore, a usted en persona, a usted varón o mujer en el mínimo de los recursos, o en el máximo de ellos. A usted, porque usted, sea cual sea su sitio en la escala entre el mínimo y el máximo, puede. Usted si puede. Su individualidad humana es más rica de cuanto usted cree. Nadie la ha medido aún exactamente, aunque ya medimos la luna.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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