sábado, 16 de octubre de 2010

EL DRAMA DE LOS DE ABAJO INFLO LA CRISIS...

LA CASA O LA VIDA

Escribe
FRANCISCO
MANRIQUE
Especial para
"La Tribuna Hispana USA”
14 de octubre de 2010

Después de haber arribado a la primera década del siglo XXI, en el que el derrumbe de las economías del Primer Mundo la ha marcado para la historia, para millones de familias en los Estados Unidos esto parece ser el fin del Sueño Americano y el comienzo de una pesadilla que viven en forma intensa los que cada vez menos tienen. Según los estudiosos de la crisis, la espiral alcista de la economía que se inició en los años 80 y que cobró fuerza en los 90, con rendimientos anuales del 17,6%, terminó demostrando que todo aquello fue un sueño. Los años de consumo desenfrenado, disfrazado de aparente felicidad, han terminado, pero lo peor todavía no ha llegado según predicciones de los más connotados gurús.

En este contexto, el sueño de la casa propia, alimentado con ímpetu a fines de los 90 y principios de esta década, se estrelló con la dura realidad de un sistema altamente excluyente. Las inversiones que impulsaron el mercado alcista de los 80 y los 90, aprovecharon las bajas tasas de interés para hacer cuantiosas ganancias corporativas. Con tasas del 1% o inferiores, los mercados inmobiliarios lanzaron audaces ofertas para hacer cumplir el sueño americano. Pero este hecho se volcaría como un boomerang contra los precarios propietarios, a los cuales su bajo sueldo no les permitía acceder a la casa propia.

El incremento de las tasas de interés durante el año 2005, hasta 4,25%, comenzó a tener un efecto completamente indeseable. Muchos de los propietarios de las viviendas compradas en el período de las bajas tasas comenzaron a incumplir con sus pagos. Pese a esto la FED continuó con las alzas de tasas durante todo el 2006, y pese a que los incumplimientos y morosidades aumentaban, siguió con tasas altas hasta el tercer trimestre del 2007, cuando gran parte del daño ya estaba hecho. La crisis arrancó en diciembre de 2007 y solo repararon en ella al año de haberse evidenciado, siendo tardía la reacción.


LA CASA O LA VIDA
Ricardo Galdámez vino de Guatemala hace diez años. Primero empezó trabajando en una fábrica en Westbury y luego se asoció con otro paisano suyo, para dedicarse al mantenimiento de jardines lo que permitió traer a su esposa y dos hijos, ahorrando un pequeño capital para trabajar por su cuenta. En el 2005, motivado por unos anuncios que leyó en un periódico hispano de Long Island, logró contactarse con una empresa de bienes raíces, donde lo convencieron de comprar su primera casa con un poco de dinero para el “down payment” (pago inicial) y unos bajos intereses (5.7%) para un crédito de casi medio millón de dólares con el cual se hizo propietario de una casa, tipo “Mother and Daughter”, lo que le permitió rentar una parte de la misma, que le ayudaría con el pago de la hipoteca.

A los dos años recibió una carta del banco y en ella le decían que el interés inicial subiría a 7.9%, por lo que el monto que venía pagando se incrementaría sustancialmente, lo que el agente de bienes raíces no le había dicho era que no era un solo préstamo sino dos, o sea el típico 106%. Entonces reparó que quizá nunca le dio importancia a las letras pequeñas de las tantas páginas y páginas del contrato de venta que firmó.

Acudió al agente de bienes raíces y éste le juró que le había dicho sobre el incremento y los dos préstamos y que no se preocupara porque pronto podría hacer un refinanciamiento de la hipoteca, lo que le permitiría tener pagos más bajos. Pero eso nunca ocurrió, ya que cuando quiso hacerlo la crisis hipotecaria había llegado a su clímax y, por tanto, su propiedad que le había costado 450 mil dólares había bajado de valor a 385 mil, por lo que ningún banco le podía refinanciar.

Mientras tanto su economía familiar hacía agua y empezaba a tardarse en los pagos mensuales y a recibir cartas y llamadas telefónicas de los bancos. Atribulado por tal situación, acudió a otro agente de bienes raíces quien le ofreció arreglarle su problema utilizando un programa para clientes como él, que le aseguraría conservar su casa, llamado “Short Sale”. Galdámez firmó un nuevo contrato de venta corta y dejó de pagar las cuotas al banco, iniciándose un calvario para él y su familia, ya que empezaron a llegarle amenazas de embargo y lanzamiento de la propiedad, así como demandas por no honrar la deuda contraída, delicada situación que le afectó no solo a él sino a toda la familia.

“El banco nunca aceptó las ofertas que hacían los agentes que hicieron el 'short sale' hasta que nos llegó un aviso de remate de la propiedad y la amenaza del desalojo. Cuando volví a ver al agente, él me dijo que esto era normal, pero que quedaba la opción de irme a la bancarrota para conservar la propiedad, situación que se hacía insostenible ya que constantemente nos tocaban a la puerta, dejándonos las demandas y las llamadas no cesaban lo que nos tenían los nervios de punta”, dice. A costa de seguir minando su salud y la de su familia, Galdámez decidió tomar una decisión: perder la casa. "Fue un alivio dejar de pensar en lo que se había convertido para nosotros como una gran carga negativa y aunque sabía que iba a perder todo el dinero que había ahorrado, para nosotros fue la mejor decisión. Hoy vivimos en una casa alquilada en Huntington Station”, dijo.

HISPANOS LOS MÁS AFECTADOS
En Long Island, el condado de Suffolk todavía permanece primero en la lista del estado en el número de avisos de pre-ejecución hipotecaria enviados a los dueños de casas, mientras que Queens y Nassau siguen en el segundo y tercer lugar, respectivamente, según un segundo reporte estatal jueves publicado el pasado 7 de octubre. Entre el 13 de febrero y el 31 de agosto, 19.880 tenedores de hipotecas en Suffolk recibieron un pre-aviso de ejecución hipotecaria, lo que representa 14,8 por ciento del total de estos casos en el estado. Queens recibió 15.184, o el 11,3 por ciento, y Nassau, 13.611, o 10,2 por ciento, según el informe del Departamento de Bancos del Estado.

Juntos, los tres condados representan más de un tercio de los 134.000 avisos enviados a lo largo y ancho del estado. Como consecuencia, cientos de familias están buscando ayuda para no perder sus propiedades. Por ejemplo, el año pasado, 620 dueños de la casa buscaron ayuda del Long Island Housing Services, una agencia de Bohemia cuyos servicios incluyen la prevención de la ejecución de una hipoteca. "En nuestros 40 años de historia nunca habíamos visto esto", dijo Michelle Santantonio, directora ejecutiva de la agencia.

Ella le dijo al Newsday que las principales razones por las cuales los dueños de casa están en riesgo de una ejecución de una hipoteca, incluyen una pérdida de trabajo, la reducción las horas de trabajo o una enfermedad cuya atención no está cubierta por un seguro de salud. El departamento de bancos dijo que los números recientes muestran un aumento porque, en parte, más prestamistas y servicios hipoteca han presentado la información de pre aviso de ejecución hipotecaria con la agencia.

Una ley estatal firmada por el gobernador David A. Paterson el año pasado, requiere a los prestamistas enviar un pre aviso de 90 días antes de que comience una demanda legal contra un prestatario atrasado en el pago de su hipoteca. Y los prestamistas tienen que archivar los avisos con el superintendente de bancos del estado.

Los avisos le dicen a los dueños de casa los pasos que pueden tomar para evitar la ejecución de una hipoteca, incluyendo negociar con el prestamista o buscar un consejero sin ánimo de lucro para buscar una solución. En el primer informe, que fue publicado en junio, los condados tenían la misma graduación para período cubierta del 13 de febrero al 31 de mayo. Para ese período, 8.293 tenedores de hipoteca de Suffolk recibieron avisos de pre-ejecución hipotecaria; en Queens recibieron 6.267 avisos, y en Nassau 5.755 avisos. Los últimos datos son acumulativos, significando que los números del primer informe están incluidos en el nuevo total
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