domingo, 1 de mayo de 2011

EL MATE DEL ESTRIBO… con el amigo que se fue…


ERNESTO SABATO
CUMPLIO CON SU ULTIMA CITA

Junto con el mes de abril, nos dejó Don Ernesto, el compañero argentino, a punto de marcar tarjeta con el siglo. Estos días todos los medios dan sus datos y hablan algo de él. Los que saben quien fue y quienes no. Escritor entre otras peripecias de vida. Escritor de los que valen. No escribió muchos libros, sino los que sentía necesarios. De bajo perfil como se dice ahora, siempre estuvo comprometido con las causas sociales.

No solo en la firma de algún manifiesto o creación de alguna comisión, esa costumbre nacional en estas comarcas del mundo. Fue un hombre bueno, solidario y querido por su pueblo. Lo que escribió no dejara de estar tiempo adentro. Los afectos que cosecho tampoco le fltarán. Recibió muchos premios de los que valen. Ha plantado arboles y ha tenido un par de hijos. No pasó en vano.

Tal vez no hay mas que decir. Dejar si algunas de sus palabras, en el inicio del último libro que editó. Se trata de “Antes del fin”, un breve texto, al que la editora agregó “Memorias” cuando de pronto valia mas tomarlas como reflexiones de vida, desde quien ya sentía que tenía la mochila casi llena… y al estimado Don Ernesto despedirnos aquí con un… hasta pronto, amigo…
JUAN JULIO
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PALABRAS PRELIMINARES


“..... Vengo acumulando muchas dudas, tristes dudas sobre el contenido de esta especie de testamento que tantas veces me han inducido a publicar; he decidido finalmente hacerlo. Me dicen: "Tiene el deber de terminarlo, la gente joven está desesperanzada, ansiosa y cree en usted; no puede defraudarlos". Me pregunto si merezco esa confianza, tengo graves defectos que ellos no conocen, trato de expresarlo de la manera más delicada, para no herirlos a ellos, que necesitan tener fe en algunas personas, en medio de este caos, no sólo en este país sino en el mundo entero.

Y la manera más delicada es decirles, como a menudo he escrito, que no esperen encontrar en este libro mis verdades más atroces; únicamente las encontrarán en mis ficciones, en esos bailes siniestros de enmascarados que, por eso, dicen o revelan verdades que no se animarían a confesar a cara descubierta. También los grandes carnavales de otros tiempos eran como un vómito colectivo, algo esencialmente sano, algo que los dejaba de nuevo aptos para soportar la vida, para sobrellevar la existencia, y hasta he llegado a pensar que si Dios existe, está enmascarado.

..... Sí, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte, y se preguntan para qué y por qué hemos vivido y aguantado, soñado, escrito, pintado o, simplemente, esterillado sillas. De este modo, entre negativas a escribir estas páginas finales, lo estoy haciendo cuando mi yo más profundo, el más misterioso e irracional, me inclina a hacerlo. Quizás ayude a encontrar un sentido de trascendencia en este mundo plagado de horrores, de traiciones, de envidias; desamparos, torturas y genocidios. Pero también de pájaros que levantan mi ánimo cuando oigo sus cantos, al amanecer; o cuando mi vieja gatita viene a recostarse sobre mis rodilas; o cuando veo el color de las flores, a veces tan minúsculas que hay que observarlas desde muy cerca.

..... Modestísimos mensajes que la Divinidad nos da de su existencia. Y no sólo a través de las inocentes criaturas de la naturaleza sino, también, encarnada en esos héroes anónimos como aquel pobre hombre que, en el incendio de una villa miseria, tres veces entró a una casilla de chapas donde habían quedado encerrado unos chiquitos -que los padres habían dejado para ir a su trabajo- hasta morir en el último intento. Mostrándonos que no todo es miserable, sórdido y sucio en esta vida, y que ese pobre ser anónimo, al igual que esas florcitas, es una prueba del Absoluto.”

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