A LOS DERECHOS DE LOS CIUDADANOS
Escribe
CARLOS FONSECA (*)
Fuente:
“El Confidencial” Madrid
Jueves 16 de junio 2011
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(*) Carlos Fonseca (España- 1936) es escritor y periodista. En la actualidad trabaja en la revista Tiempo.Colabora en varios medios. En 2005 fue elegido periodista del año por la Asociación de Revistas. analiza la realidad social que nos rodea con una visión progresista.
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El Parlamento Europeo aprobará la próxima semana el Pacto del Euro, un paquete de medidas acordadas el pasado marzo por los 17 países de la zona euro para combatir la crisis y la deuda. El pacto es otro recorte más de derechos ciudadanos y marca el guión de las políticas económicas que los gobiernos van a aplicar en los próximos años para reducir su deuda. Otra vuelta de tuerca a los trabajadores de este capitalismo refundado que nos vendieron hace dos años.
El pacto establece un sistema permanente de revisión de las pensiones según la esperanza de vida. Dicho de otra manera, el paulatino aumento de la edad de la jubilación (vamos por los 67) y la reducción de su cuantía al ampliarse el número de años para su cómputo (en España hemos pasado de los 15 últimos años de cotización a los 25).
Otra de las propuestas es reducir las cotizaciones a la Seguridad Social, como reclaman los empresarios. Una medida contradictoria con el mensaje catastrofista sobre el futuro de las pensiones (la sostenibilidad del sistema en el lenguaje eufemístico que tanto gusta a los poderosos) con el que nos vienen bombardeando desde hace años, y que el Gobierno ha utilizado para que trabajemos durante más tiempo y cobremos menos cuando dejemos de hacerlo. Pues bien, si las cotizaciones sirven para pagar nuestra jubilación y las reducimos, ¿de dónde va a salir el dinero?
Si los Estados miembros de la Unión Europea quiere ingresar más dinero, que persigan el fraude fiscal, graven las transacciones especulativas, luchen contra los paraísos fiscales y, de paso, exijan responsabilidades a quienes han provocado la actual crisis con sus prácticas económicas temerarias. Pero claro, resulta mucho más sencillo meter la mano en el bolsillo del contribuyente. Los poderes económicos controlan la política y no se van a meter ellos mismos el dedo en el ojo.
La reforma del mercado de trabajo es ya un mantra. Hay que profundizar en las reformas, reclaman los empresarios, pese a que ya no hay de donde sacar más petróleo. En esto somos alumnos aventajados con nuestra reforma laboral y la de la negociación colectiva. Con la primera el Gobierno ha abaratado el despido, pero ni ha creado empleo ni ha convertido el temporal en indefinido, y con la segunda ha puesto a los trabajadores a los pies de las empresas.
El decreto ley que aprobó el último Consejo de Ministro establece que los convenios de empresa prevalecen sobre los sectoriales. La decisión permitirá a los gerentes de turno imponer las condiciones laborales por debajo de las que hasta ahora marcaban los convenios sectoriales, el suelo por debajo del cual no se podía acordar. Tendrán que negociarlas con los comités, pero con la actual crisis basta con la amenaza de despidos para que los trabajadores renuncien a derechos con tal de no perder el empleo. Toma ultraactividad, y toma flexibilidad.
Tanto vamos a profundizar en la reforma del mercado laboral que los salarios no van a estar ligados a los precios, a la subida del IPC, sino a la productividad. Que la empresa va mal, los trabajadores se bajan el sueldo, y si va bien que se lo pregunten a los de Telefónica, que con diez mil millones de euros de beneficios va a despedir a 6.000 empleados y, de paso, repartirá 450 millones de euros en bonus entre sus directivos. Y ya les aviso para que se vayan preparando, lo próximo será reducir los días de vacaciones, que ya dijo la canciller Merkel que trabajamos poco, y lo que dice la gobernanta de Europa es palabra de ley. Productividad, mucha productividad.
No terminan aquí nuestros males. Como hay que ingresar más, la UE propone a sus Estados miembros que suban el IVA, que es un impuesto indirecto y grava por igual al parado y al multimillonario, al que gana 10 y al que ingresa un millón, ya que se aplica sobre todos los productos que adquirimos. En España hemos pasado del 15 al 18%, y es probable que el porcentaje aumente para que el Estado haga caja.
La política fiscal más justa es la que hace pagar más al que más tiene (los impuestos directos), pero eso molesta a los ricos, que amenazan con llevarse sus dineros a otros países. Ya lo hacen muchas grandes fortunas (¿quién no tiene una cuenta en las islas Caimán, off course?), en ocasiones con la complacencia y el aplauso de nuestras autoridades. Un ejemplo de ello son algunos de esos deportistas a los que tanto alabamos por su espíritu de superación y sacrificio, pero que fijan su domicilio fiscal en paraísos fiscales o en estados donde, o no pagan impuestos, o pagan muchos menos. Todo por la patria.
Si todo esto que les cuento les da lo mismo quédense en casa y fúmense un puro viendo la televisión, pero si les importa salgan a la calle el próximo domingo 19 o el martes 21. Convocan las plataformas Democracia Real YA y 15M, la expresión ciudadana del descontento con los políticos y los sindicatos, respectivamente. Si no se encuentra cómodo con ninguna de las dos opciones le propongo una tercera: fúmese un puro en la manifestación.
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