PARTICIPAN DIRECTAMENTE DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS, OTORGAN PRÉSTAMOS A TASAS PREFERENCIALES, Y PROVEEN DE GARANTÍAS A LA INVERSIÓN, DÁNDOLES CREDIBILIDAD FINANCIERA Y SIRVIENDO DE TRAMPOLÍN A LAS EMPRESAS JUNIORS.
.EL MODELO MINERO CANADIENSE:
SAQUEO E IMPUNIDAD INSTITUCIONALIZADOS (2)
Escribe
WILLIAM SACHER (*)
Publico “ARGENPRESS.Info”
Bs. As. 28 de junio de 2011
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(*) William Sacher, Escritor. Periodista e Investigador independiente. nacido en Francia, es PhD en Ciencias atmosféricas y oceánicas de la. Universidad McGill, Montreal, Canadá. Coautor del libro Noir Canada, nos da sus impresiones sobre la internacionalización de la minería a cielo abierto.de la que existe un centro logístico en Canadá. Especie de paraíso fiscal en la Mineria.
(ES CONTINUACION de la NOTA UNO) “En Canadá existen actualmente más de 10,000 minas abandonadas en donde pueden generarse niveles inaceptables de concentración de metales en las aguas subterráneas y superficiales, permaneciendo allí por decenas, e incluso cientos de años después de haber cesado la explotación”.En muchos casos, las empresas explotadoras se han declarado oportunamente, en bancarrota, dejando a cargo del Estado la gestión de estos desechos que necesitará de una inversión de cientos de millones, e incluso billones de dólares.Sin embargo, según el verificador general de Canadá, en la mayoría de los casos, una limpieza completa y definitiva de estos sitios será imposible.
En la actualidad, las minas canadienses siguen produciendo más de 650 millones de toneladas anuales de desechos,con “el riesgo de que el Estado deba asumir costos de restauración adicionales en el futuro”. Anualmente, el Estado canadiense entrega a las mineras un promedio de 50,000 a 100,000 km2 de territorio, mayoritariamente en el norte del país donde la actividad minera amenaza gravemente el equilibrio del bosque Boreal, al que algunos expertos no le dan más de “50 años de vida”.
Al riesgo de contaminación por metales pesados, se debe añadir el drenaje ácido de mina, los derrames y la misma actividad de exploración minera, que afectan duramente a los ecosistemas circundantes y son capaces de generar catástrofes ambientales. En fin, no se puede omitir la catástrofe ecológica que representa la acumulación negligente y los trágicos derrames de desechos radioactivos, causados por la explotación masiva de uranio. Pese a ello, el Canadá sigue siendo el líder mundial en la producción de este mineral radioactivo.
Los daños producidos por la actividad minera en el territorio canadiense son inconmensurables. A menudo, la complejidad de los equilibrios naturales no permite diagnosticar y/o prever, los impactos a gran escala sobre el aire, el agua y el suelo, en el espacio y el tiempo. Existen situaciones en las que no es posible desarrollar soluciones tecnológicas apropiadas para enfrentar la contaminación provocada.
EL DESARROLLO AL ESTILO MINERO:
FUGAZ Y DESTRUCTOR
En cuanto a los supuestos beneficios producidos por las industrias extractivas en el ámbito socio-económico, las empresas mineras no han sido capaces de generar empleos numerosos y estables. Al contrario, además de ser altamente peligrosos, la mayoría de empleos creados son efímeros, pues acaban cuando las minas cierran, una vez que el mineral se ha agotado o por los “caprichos” del mercado. En Canadá existen decenas de ciudades abandonadas pobladas de jubilados deprimidos o de jóvenes sin perspectivas. A esto se añade la poca presencia de mujeres e indígenas en los puestos de trabajo.
A lo largo de los siglos XIX y XX, la explotación minera ha despojado progresivamente a muchos pueblos indígenas de sus territorios ancestrales sin haber obtenido su previo consentimiento, contribuyendo a la destrucción irreversible de sus lugares y sus culturas.,Pese a sus repetitivas declaraciones de buenas intenciones, el gobierno canadiense sigue demostrando tener poco interés en actuar a favor de los pueblos originarios: el Canadá es uno de los tres países (de un total de 146) que no ha firmado la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Igualmente se abstuvo de firmar la Convención 169 de la OIT.
El saldo catastrófico de 150 años de minería en el Canadá es el resultado del “dejar-hacer” permanente por parte del Estado. Diseñadas a finales del siglo XIX bajo un régimen colonial brutal, para dar paso al desarrollo industrial del país, las legislaciones canadienses sumamente permisivas siguen vigentes hasta el día de hoy. Estos mismos métodos tienden ahora a expandirse al resto del planeta con el amparo financiero, político y jurídico del gobierno.
CANADÁ, UN MINERALO-ESTADO
Según revela una encuesta efectuada por el Instituto Fraser a 670 empresas y agencias de servicios del sector minero, en 72 países y Estados, Canadá es un verdadero El Dorado para las empresas mineras. Entre las 10 primeras jurisdicciones que la encuesta indica como ideales para la exploración minera, figuran seis provincias canadienses.En Canadá, la minería de exploración y explotación es de carácter exclusivamente privado, sin embargo, disfruta de un fuerte apoyo del sector público.
En el ámbito fiscal, varias medidas de asignación, créditos de impuestos, incentivos fiscales eximen a las empresas mineras del pago de impuestos y regalías. En la provincia de Québec, “en el período 2002 – 2008, 14 empresas pagaron cero regalías pese a que acumulaban valores brutos de producción anual de 4,2 billones de dólares”. A nivel federal, el promedio anual en regalías entregadas al gobierno entre 1966-2002 alcanzaba el monto irrisorio de 4,16 millones de dólares.
Además de los beneficios ya mencionados, un conjunto de empresas del Estado, tanto a nivel provincial como federal, ofrecen apoyos múltiples a las empresas mineras que operan en territorio canadiense. En Québec, por ejemplo, el Estado se encarga de ofrecer asesoría a las empresas mineras privadas para que sepan aprovechar de manera óptima el entorno fiscal permisivo de la provincia. Estas entidades públicas ofrecen además otras formas de servicios: participan directamente del capital de las empresas, otorgan préstamos a tasas preferenciales, y proveen de garantías a la inversión, dándoles credibilidad financiera y sirviendo de trampolín a las empresas juniors. A esto se añaden apoyos indirectos, como el financiamiento público de las campañas de exploración geológica, de mega-infraestructuras de producción energética y de transporte.
En cuanto al acceso a los territorios, las empresas gozan de la ausencia de obstáculos legales. Las legislaciones mineras canadienses funcionan con el principio del llamado free mining, o free entry. Este principio, en vigor desde el siglo XIX, se basa en la premisa de que la explotación minera es la mejor forma de uso del territorio. Los derechos del detentor de un título minero tienen supremacía sobre los derechos territoriales de los propietarios de las tierras, las colectividades locales, e incluso de los pueblos indígenas.
En cuanto a la legislación ambiental, las sucesivas desregulaciones de los últimos 20 años introdujeron una enorme flexibilidad, además de drásticos cortes en los presupuestos de los Ministerios del Ambiente.Todo esto ha dejado a las empresas un amplio margen de decisión para manejar sus desechos y el proceso de cierre de las minas.
Este conjunto de factores nos lleva a proponer el calificativo de Mineralo-Estado para el Estado Canadiense. En un Mineralo-Estado el comercio de los recursos minerales puede ser visto como el comercio de la droga en un Narco-Estado, es decir permite el enriquecimiento de las oligarquías poniendo al aparato estatal al servicio del comercio minero. Así, entendemos como Mineralo-Estado, un Estado que:
1. Posee un territorio con gran potencial geológico;
2. garantiza el acceso a recursos energéticos y agua al mejor precio (puede ser cero...);
3. garantiza con la fuerza militar y/o la ley un acceso privilegiado a los recursos minerales para los actores del sector minero;
4. garantiza una red de infraestructuras que permiten el transporte de recursos materiales y humanos, así como el mineral de una manera rápida y segura;
5. apoya financieramente a las empresas;
6. facilita la exportación de las ganancias, y minimiza el control fiscal;
7. reduce al mínimo las restricciones relativas al medio ambiente y las condiciones de los trabajadores;
8. se encarga de una propaganda agresiva a favor de la explotación minera, y permite la criminalización de los actores críticos;
9. a través de redes, permite al sector minero ejercer una influencia directa sobre las autoridades políticas y su acción. La permisividad de la legislación, las cuantiosas transferencias de fondos públicos hacia las empresas, la minimización de regulaciones fiscales, y la influencia indiscutible del sector minero en la política hacen que Canadá responda perfectamente a esta definición.
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(CONTINUA EN LA NOTA TRES)
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