viernes, 15 de julio de 2011

DEL TEMA NO SE HABLA. TIEMPO PARA DEMORAR EFECTOS EN…” UN PARAÍSO CONSTRUIDO EN EL INFIERNO”

Sábado 16 de julio de 2011

JAPÓN: LA CRISIS NUCLEAR
TIENE CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO

Escribe
Pedro Blas García
PRENSA LATINA
15 de julio de 2011
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A poco más de tres meses de la catástrofe en la central nuclear japonesa de Fukushima, la mayoría de los expertos prevén consecuencias muy graves a mediano y largo plazos.

Los niveles de contaminación se expanden y llegan incluso, a la carne de reses en la mencionada prefectura, la más afectada por los daños provocados en la instalación tras el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo último.

El hecho está unido a los niveles de radioactividad en el agua de mar, cultivos agrícolas y en varios de los trabajadores que acometieron tareas en la planta inmediatamente después del desastre.

En medios oficiales del gobierno del primer ministro Naoto Kan, se reconoce la gravedad de los hechos y también los informes falsos sobre seguridad nuclear emitidos durante años por la Tokyo Electric Power (Tepco), compañía operadora de Fukushima y otras siete plantas de las 53 existentes en Japón.

Especialistas como el español Eduard Rodríguez Farré han señalado que lo sucedido en la central "no hay manera de revertirlo" y añadió que la tecnología actual es incapaz de actuar en consecuencia.

OTRAS ESPECIFICACIONES SOBRE EL TEMA

En los cuatro reactores dañados, en mayor o menor medida, se acumulan más de 200 mil toneladas de agua radiactiva y los métodos de refrigeración aplicados complican la situación.

Los niveles de cesio, yodo, estroncio y otros compuestos altamente contaminantes, se están expandiendo y lo que va al mar, de una u otra maneras, crea riesgos peligrosos para la salud humana y el medio ambiente a mediano y largo plazos, de acuerdo con análisis de diversos centros investigativos de Japón y otros países.

Kojin Arataki, profesor de la Universidad Meiji, de Tokio, censuró duramente la política nuclear proclamada por los círculos gobernantes de la nación.

En sus especificaciones al respecto, Arataki afirmó: "Las primeras campañas proclamaban la necesidad de la energía nuclear para el desarrollo económico y reducir las emisiones de carbono perjudiciales al medio ambiente...Tales consignas publicitarias no eran sino una forma criminal de engaño por parte de la industria y el gobierno".

La tecnología aplicada para la industria nuclear japonesa, esencialmente estadounidense -y de manera precisa a cargo del consorcio General Electric-, no previó las afectaciones por terremotos superiores a los seis grados en la escala de Richter, entre otras cuestiones.

De muy poco sirvió, opinan una buena parte de los japoneses, el síndrome atómico generado por las destrucciones causadas en Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que denuncian Arataki, así como organizaciones medioambientalista e instituciones internacionales, es el empleo de mentiras para evitar, presuntamente, el estancamiento de la economía japonesa, la cual no crece desde hace más de dos años.

El desastre provocado en Fukushima ha derivado en cuestionamientos políticos, sociales y económicos, cuyas consecuencias salen a la luz y contribuyen a la imagen analizada por la escritora Rebecca Soinit de que Japón "fue un paraíso construido en el infierno".

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