ES LA MISMA CRISIS FINANCIERA
Escribe
CARLOS F. PINILLA (*)
“El Economista Mx”
11 de Julio, 2011
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(*)Carlos F. Pinilla es V.P. de Análisis y Estrategia de Mercados de Total Value Group. cpinilla@totalvaluegroup
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Las crisis financieras son complejas y, gracias a la profunda interconexión de la economía global, las actuales lo son aún más. Las de hoy en día son como la hidra de la mitología griega, se asemejan a monstruos de 1,000 cabezas.
La crisis financiera y bancaria del 2008 aún no ha sido superada, afirmar lo contrario es dar por cierta una falsa ilusión creada por la Fed. Por el contrario, dicha crisis se ha transformado y se ha extendido geográficamente.
En estos años ha mutado en forma de crisis de deuda soberana y regional (entendiendo aquí región como un amplio espectro, que va de los estados que conforman la Unión Americana, hasta los países que conforman la zona euro).
Desafortunadamente podemos establecer un claro paralelo entre la situación actual y la de hace tres años, cuando estalló la crisis y colapsaron el Bear Stearns, Lehman Brothers, Fannie Mae y Freddie Mac, o se dieron los forzados rescates de AIG y varios importantes bancos de inversión que resultaron en un oneroso traslado de deuda de compañías privadas con destino el erario público.
La crisis se originó por los marcados desequilibrios en el mercado inmobiliario de EU, producto de la intención del gobierno de impulsar el crecimiento económico, basado en elevados niveles de endeudamiento de los hogares y las empresas, para lo que utilizó indiscriminadamente la política monetaria y particularmente el mercado de bienes raíces como su motor.
La existencia de un boyante mercado de crédito permitió a los bancos operar con políticas de crédito excesivamente permisivas, subvalorando el riesgo real que incorporaban a la hora de colocar créditos.
Por otra parte, los desequilibrios entre las economías mundiales crearon significativas presiones a la hora de asignar recursos, especialmente el capital financiero. Los abultados superávit comerciales generados por economías de rápido crecimiento, con vocación exportadora (caso concreto de China), terminaron financiando y enmascarando (temporalmente por supuesto) crecientes déficit fiscales en países mucho menos eficientes y productivos. El capital financiero, abundaba y fluía de aquellos países que lo producían a otros relativamente improductivos y a bajas tasas de interés.
Los bancos centrales, equivocadamente avivaron la llama, con sus políticas ultraflexibles que ayudaron a mantener en niveles históricamente bajos las tasas de interés, creando aún más incentivos para la inadecuada absorción de riesgo por parte de los bancos comerciales.
Cuando la crisis emergió, golpeando severamente esas mismas instituciones financieras que habían subvaluado el riesgo, el gobierno de EU debió asumir un oneroso rescate para evitar un colapso completo del sistema financiero y por extensión de la economía.
Pero asumió un profundo impacto a nivel fiscal, que lo llevó a la complicada situación fiscal (que raya en la insostenibilidad) por la que hoy atraviesa.
Hoy, tres años después, vemos repetirse la historia. Basta tan sólo sustituir nombres como “mercado inmobiliario” por “deuda soberana” o “Lehman Brothers” por “Grecia”.
Italia, España, Portugal, California, etcétera, etcétera. No son más que manifestaciones puntuales de un mismo cáncer que hace metástasis por el mundo entero.
Un exceso de endeudamiento, que sirvió en su momento para crear la ilusión de riqueza, financiado por entidades productivas que no encontraban dónde asignar sus propios superávit, derivó en compromisos de pago insostenibles.
La crisis financiera iniciada en el 2008 no ha sido superada, las perversas consecuencias de décadas de endeudamiento irresponsable son, hoy más que nunca, una grave amenaza para la estabilidad del sistema financiero global.
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