EUROPA DEBE ESCOGER SI SE RETRAE EN UNA FORTALEZA
CADA VEZ MÁS SITIADA Y PELIGROSA, O ACEPTA EL DESAFÍO
Y DESCUBRE QUE EL MESTIZAJE CULTURAL ES UNA RIQUEZA.
Escribe
GISELLA EVANGELISTI (*)
Fuente “Eco Portal”
3 de Octubre 2015
(*) GISELLA EVANGELISTI. (ITALIA,
Cerdeña) Es escritora, Periodista “free lance” y antropóloga italiana. Graduada en Letras en Pisa. Antropología en
Lima y Mediación de conflictos en Barcelona. Representó veinte años a oenegés italianas en la Cooperación
Internacional en el Perú. Consultora del Fondo de NN.UU. para la Infancia
(UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Autora, entre varios otros
títulos de éxito editorial, de la novela “Mariposas Rojas” y de “Perú.
Gran luna detrás de las montañas” De
este se ha dicho que “…el libro, posee la magia de regalarnos miles de años de
sabiduría y misticismo provenientes del corazón del Perú”
Siguen llegando a Europa oleadas
de prófugos sirios, dirigidos sobre todo hacia la sólida Alemania o la fría Suecia,
los países del norte de
Europa que tienen mayores beneficios sociales para los
refugiados: buenos servicios de salud, escuelas avanzadas, casas confortables,
sin lujos. Para quien viene de ciudades en escombros, o de campamentos de
refugiados en Jordania o Líbano donde las ayudas de las Naciones Unidas no
logran responder a sus necesidades básicas, estos países son considerados un
paraíso en tierra, a pesar de sus inviernos oscuros y helados.
Para evitar los peligros de la
navegación en el Mediterráneo, desde
Libia hacia Italia, donde ha habido más de
2900 muertes en 2015, ahora cada vez más prófugos sirios (y en menor medida
iraquíes, afganos, eritreos) siguen la ruta de los Balcanes, cruzando con todos
los medios posibles, en auto, a pie, en camiones, en trenes, en lanchas, al
menos 6 o 7 países: Iraq, Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría, Austria,
antes de llegar a Alemania. Esta ruta resulta menos
costosa que la anterior
hacia Italia, que podía costar unos 5000 euro a persona, pero también por los
Balcanes se deben pagar unos 2000-3000 euros a unas mafias de transportistas,
organizadas y armadas. Por eso han aumentado muchísimo, respecto al 2014, las
llegadas de prófugos, (sirios y no) pidiendo asilo en alguna ciudad europea: en
agosto-septiembre han sido 5.000, 6.000, 9.000
personas al día (hasta 70 mil en
un fin de semana), por un total de 600.000 personas en lo que va del año.
Se trata de la mayor crisis
humanitaria que enfrenta Europa desde la segunda guerra mundial. Los prófugos,
en su viaje hacia el “Edén del Norte”, después de haber superado un sinfín de
obstáculos, han encontrado en su camino los alambres de púas que ha puesto
Hungría en su frontera con Serbia. Alto, “NO VENGAN POR AQUI”, ha sido el duro
mensaje del premier húngaro Viktor Orban. Pero cuando un grupo de ellos, tras
haber recibido la orden de volver, decide sin embargo avanzar a
pie por la
autopista de Budapest a Viena, en una marcha inexorable de 200 km, desde Viena
acuden 250 automovilistas para ir a recogerlos.
Los que llegan en tren a Múnich,
en Alemania, son recibidos con aplausos de bienvenida, refrigerios y peluches
para los niños. “NO, no vengan más”, insiste sin embargo el premier Orban,
comenzando a construir un muro en la frontera entre Hungría y Serbia, contraviniendo
a las reglas de libre circulación entre los
estados europeos. Prefiere no
recordar que 300.000 ciudadanos húngaros fueron acogidos como prófugos en la
Europa occidental, después de la revuelta popular del 1956, reprimida por la
Unión Soviética. ¿Dónde pueden ir entonces, todas estas familias con niños y
niñas, obligadas a dormir al descampado? Hay que volver. Pero unos tras otros,
los pequeños estados balcánicos surgidos de la
disolución de la Yugoslavia,
como Serbia, Eslovenia y Croacia, cierran o abren sus fronteras tratando de
ralentizar la avalancha de prófugos: ¿dónde hospedarlos mientras esperan que
sean evaluados sus pedidos de asilo?
Una decisión siempre postergada, por el “no”
rotundo del Reino Unido y de los países que pertenecían al bloque soviético
(como Hungría, Polonia, Eslovaquia, República Checa, Rumanía). Estos últimos
han recibido ayuda económica y acogida en
la Unión Europea cuando se desmoronó
la Unión Soviética, pero ahora, no quieren asumir por completo las
responsabilidades de la Unión Europea, entre las cuales está la acogida de
refugiados de guerras o crisis humanitarias, según la Convención de Ginebra del
1951. “No queremos islamizarnos”, dicen en Hungría, “al permitir que ingresen
tantos musulmanes”. Además, estos países siguen siendo tierras de emigración:
hay un millón de polacos en Gran Bretaña, por ejemplo, o millares de obreros
rumanos en el sector de la construcción, por toda Europa, así como miles de
mujeres de Ucrania o Rumanía (muchas de ellas con títulos universitarios),
resignándose a cuidar ancianos en Italia o Alemania, para permitir algunas
mejoras económicas para sus familias. (SINTESIS)
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