miércoles, 9 de abril de 2008

VEJEZ: UN TIEMPO DE VIDA

LA CONCIENCIA DE LOS LÍMITES
Por el Profesor Ricardo Lacub
(Gerontólogo)
Clarín.com (Argentina) 6 de abril de 2008.
La conciencia de los límites, el peso de la experiencia e incluso ciertos cambios en la actividad cerebral pueden redundar, en la vejez, en una mayor satisfacción frente a lo cotidiano como también en la capacidad de desestimar emociones negativas.
Es posible pensar la felicidad por fuera de los ideales sociales que nos auguran logros, reconocimiento y poder? ¿En qué medida la conciencia de los límites nos permite acercarnos al goce de lo cotidiano?
Cuando se aborda esta cuestión en relación con el envejecimiento, se produce una especial curiosidad y sorpresa. En un estudio del Dartmouth College, entre datos de 2 millones de personas, en 80 países. Los resultados mostraron que las personas de mediana edad disminuían los niveles de felicidad; un dato curioso indicaba que para volver a alcanzar los niveles de los 20 años había que esperar hasta los 70.
Las explicaciones son variadas, aunque se remarca el peso de la experiencia y el paso del tiempo, los cuales permitirían un punto de vista diferente de la vida. La intensidad de las emociones parece suavizarse particularmente frente a las experiencias negativas, lo que muchas veces se denominó la serenidad de la vejez. Esto no implica la no intensidad de los goces, sino un manejo más adecuado de lo molesto o nocivo.
Aun cuando las explicaciones sean de orden psicológico, existe una fuerte evidencia sobre los cambios de la actividad cerebral en la percepción de los hechos negativos en las personas mayores. Por ejemplo, imágenes registradas por un resonador magnético revelaron que la amígdala, que es la parte del cerebro responsable de las reacciones emocionales y la memoria, no reacciona con la misma intensidad que en otras edades cuando se muestran escenas negativas.
Mientras que algunos consideran que "los golpes de la vida" podrían enseñarnos lo esencial —es decir, lo que tiene valor para el sujeto—, la psicóloga de EE UU Laura Carstensen viene desarrollando investigaciones sobre las emociones en la vejez en el Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford, tratando de comprender "la predisposición a lo positivo".
Esta misma perspectiva, en la que la sensación de cierta provisionalidad es más real y palpable, permite darle a la vida más valor y sentir más agradecimiento, así como también enfocarse más sobre los aspectos positivos y promover con ello una mayor satisfacción vital. La paradoja de la vejez parece radicar, según Carstensen, en que a pesar de que existe cierto declive físico y cognitivo, se incrementa el bienestar psicológico. Esto no implica que sea una experiencia de todos los mayores.

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