martes, 15 de abril de 2008

VEJEZ, UN TIEMPO DE VIDA

LA PUTA VEJEZ
DOMINGO, 13 DE ABRIL DE 2008
Alejandro de Bernardo
adebernar@yahoo.es
Cuando cambias de trabajo cambias muchas cosas. A mí me ocurre. Quizás por eso paso calvarios en los días previos a la decisión. Lo cierto es que ha pasado ya el tiempo de un embarazo desde que tal cosa aconteciera pero ha sido hace un rato cuando he abierto el maletín testigo del curro anterior.
Por esos "viacrucis" prefiero no mirar nada de lo que dejo atrás. Hay a quien le pasa que tiene miedo a descubrir que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es el caso. Todos los tiempos son buenos. De las edades podríamos decir lo mismo.
Fotos en el maletín. De un par de años atrás. Un par de los de aquí. Unos cuantos más de dos. Las fotos son la memoria que los espejos no tienen. El implacable paso del tiempo nos convierte paulatinamente en otros. Casi ni nos damos cuenta. Pretendemos estar siempre instalados en las mieles de una juventud que todo lo transforma en color, luminosidad, sonrisas y expectativas de gozo. La sociedad y sus exigencias de pasarela y triunfo nos obligan a salirnos del paso del tiempo pretendiendo congelar el precio de su transcurso.
Nuestra imagen se ha convertido en la carta de presentación más convincente de un mundo que sólo aprecia el envoltorio como moneda de tránsito. De ahí la lucha diaria por estar entre los más deseados y competentes. La batalla campal que las famosas y famosos de turno mantienen contra las leyes biológicas nos lleva a creer que la solución está en la cosmética y la cirugía y no hay mayores dudas a la hora de empeñarse para pagar las obscenas cantidades de dinero que cuestan las sesiones de química sobre la cara. Como si fueran el milagro definitivo. La ley de la gravedad no excluye a nadie y todo tiende a caer. Como la manzana de Newton.
Entre las técnicas más utilizadas está el "botox". ¡Oh botox", al que ni artistas ni presentadores, políticos, reinas, reyes o gente de a pie se resiste. Pero hay muchas más historias con la capacidad de engañar al espejo más que al calendario. Radiofrecuencia, foto rejuvenecimiento, mesoterapia, rellenos faciales… queremos reinventar nuestra edad y la solución no está en la cara ni en el cuerpo, sino en la forma de sorprendernos con la vida día a día, en la capacidad de admiración ante lo desconocido, en mantenernos atrapados en la ilusión ante lo más sencillo, en hacer y no parar.
La clave está en mantener curiosidades, ilusiones y pasiones, pero, por encima de todo, la mirada con la que abramos la puerta a las emociones cada mañana.
La vejez no es una desgracia sino una conquista. Por mucho que el cachondo de mi cuñado me salude con el "estamos en la puta vejez". Así desde que llegamos a los treinta.
Poquitos más de treinta cumple mañana Tere. Y Jessi unos cuantos menos. Dos motivos más que suficientes para alimentar la ilusión. Para mirar el tiempo sin reloj.
Feliz domingo.

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