VERDE
Escribe
Escribe
Julio E. Suárez
(Peloduro) (*)
A la virtud, no hay como acostumbrarla. Quiero decir que la virtud se adapta a las épocas, y no a costa de su condición virtuosa, porque sigue siendo virtud, lo mismo, con chapa en la frente, que diríamos. El ejemplo más grosero (y delicado y sublime, podríamos decir) es el de la mujer, que bajo una respetable bandera de libertad, ha venido imponiéndose e imponiendo, ropas y costumbres que a principio de siglo serían, supongo, un delirio sicalíptico. Pero este o es el tema, pará un poco. A la virtud (yo decía) no hay como acostumbrarla, porque la costumbre lima y pule las aristósidades de algunos conceptos que, en definitiva, no resultan otra cosa que simples prejuicios.
A la virtud, no hay como acostumbrarla. Quiero decir que la virtud se adapta a las épocas, y no a costa de su condición virtuosa, porque sigue siendo virtud, lo mismo, con chapa en la frente, que diríamos. El ejemplo más grosero (y delicado y sublime, podríamos decir) es el de la mujer, que bajo una respetable bandera de libertad, ha venido imponiéndose e imponiendo, ropas y costumbres que a principio de siglo serían, supongo, un delirio sicalíptico. Pero este o es el tema, pará un poco. A la virtud (yo decía) no hay como acostumbrarla, porque la costumbre lima y pule las aristósidades de algunos conceptos que, en definitiva, no resultan otra cosa que simples prejuicios.
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El cine nos está acostumbrando a muchas cosas (ustedes bien que lo saben) y se espantan tanto como lo disfrutan)... y en política, ocurre algo parecido. El motivo de especulación avancista (vamos a decir) en el cine, es el sexo; en la política, el escándalo. Lo que pasa con el cine viene preocupando, todavía, aunque cada vez menos; luce, todavía, indignarse un poco, al cabo de cierta audacia de algunos temas que, por otra parte, no pasa de ser una audacia especulativa, comercial, lejos de justificarse al amparo de una libertas de expresión en el arte.
El cine nos está acostumbrando a muchas cosas (ustedes bien que lo saben) y se espantan tanto como lo disfrutan)... y en política, ocurre algo parecido. El motivo de especulación avancista (vamos a decir) en el cine, es el sexo; en la política, el escándalo. Lo que pasa con el cine viene preocupando, todavía, aunque cada vez menos; luce, todavía, indignarse un poco, al cabo de cierta audacia de algunos temas que, por otra parte, no pasa de ser una audacia especulativa, comercial, lejos de justificarse al amparo de una libertas de expresión en el arte.
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Algo análogo ocurre con el escándalo en la política. No estoy queriendo decir de eso (el escándalo en la política) sea una novedad reciente de la historia. Busco señalar que se lo usa con una frecuencia inusitada, que acaba por acostumbrar nuestro espanto, curándonos de él. ¿M’entendes JuanJulio?
Negociado es una palabra de cuño casi exclusivamente político. Viene a ser el “sexo” de la política. Cuando gobernaban otros, eran estos. Cuando gobiernan estos, son los otros. No importa si no se prueba nada. No importa si no se averigua, siquiera, un ápice de la acusación. Lo que importa es el “genero” en sí mismo; el estilo, la temática, que pretende llamar la atención, convocar el escándalo. Pero, repito, nos hemos venido acostumbrando y la costumbre ha fijado las aristas de la cosa. Los políticos no se sienten, puede ser, ya, rozados, siquiera, por una campaña que se ha hecho sistemática.
Algo análogo ocurre con el escándalo en la política. No estoy queriendo decir de eso (el escándalo en la política) sea una novedad reciente de la historia. Busco señalar que se lo usa con una frecuencia inusitada, que acaba por acostumbrar nuestro espanto, curándonos de él. ¿M’entendes JuanJulio?
Negociado es una palabra de cuño casi exclusivamente político. Viene a ser el “sexo” de la política. Cuando gobernaban otros, eran estos. Cuando gobiernan estos, son los otros. No importa si no se prueba nada. No importa si no se averigua, siquiera, un ápice de la acusación. Lo que importa es el “genero” en sí mismo; el estilo, la temática, que pretende llamar la atención, convocar el escándalo. Pero, repito, nos hemos venido acostumbrando y la costumbre ha fijado las aristas de la cosa. Los políticos no se sienten, puede ser, ya, rozados, siquiera, por una campaña que se ha hecho sistemática.
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Y a nosotros, no nos afecta ya el concepto (si es que tenemos alguno) de los aludidos. El negociado, que vendría a exigir la “franja verde” de la política, se ha vuelto corriente y vulgar. Perdón, no digo el negociado propiamente dicho; digo la acusación. La virtud, como antes, se ha venido acostumbrando, de a poco. A veces, como antes, se ha venido acostumbrando, de a poco. A veces, como cuando vamos al cine y nos regodeamos un par de horas con la audacia comercial de un director, podemos, puede ser, mostrar cierta perplejidad, asombro o indignación ante un comentario que acusa a algunos de negociado. Después, casi de inmediato, nos desentendemos.
Y a nosotros, no nos afecta ya el concepto (si es que tenemos alguno) de los aludidos. El negociado, que vendría a exigir la “franja verde” de la política, se ha vuelto corriente y vulgar. Perdón, no digo el negociado propiamente dicho; digo la acusación. La virtud, como antes, se ha venido acostumbrando, de a poco. A veces, como antes, se ha venido acostumbrando, de a poco. A veces, como cuando vamos al cine y nos regodeamos un par de horas con la audacia comercial de un director, podemos, puede ser, mostrar cierta perplejidad, asombro o indignación ante un comentario que acusa a algunos de negociado. Después, casi de inmediato, nos desentendemos.
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Estamos “lustrosos”, ya, de tales acusaciones. Y, en último caso, hasta admitimos que algo de aquello sea cierto, pero... Son los tiempos estos, decimos. Y nos vamos a dormir, seguros de que, por lo menos, un honrado queda en este mundo: el que se viene durmiendo con nosotros, con la costumbre... Hasta el lunes amigos
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(*) Estos textos, recogidos –algunos– por el autor en el “BOLSILIBRO Arca” editado en 1969. Las “Charlas con Juan Julio” era un espacio radial de 5 minutos, que cubría Julio E. Suárez (Peloduro) y salía al aire, cada día, por CX14 El Espectador, en la década de los años ’60, previo a irradiarse su noticiero central.
Estamos “lustrosos”, ya, de tales acusaciones. Y, en último caso, hasta admitimos que algo de aquello sea cierto, pero... Son los tiempos estos, decimos. Y nos vamos a dormir, seguros de que, por lo menos, un honrado queda en este mundo: el que se viene durmiendo con nosotros, con la costumbre... Hasta el lunes amigos
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(*) Estos textos, recogidos –algunos– por el autor en el “BOLSILIBRO Arca” editado en 1969. Las “Charlas con Juan Julio” era un espacio radial de 5 minutos, que cubría Julio E. Suárez (Peloduro) y salía al aire, cada día, por CX14 El Espectador, en la década de los años ’60, previo a irradiarse su noticiero central.
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