jueves, 15 de enero de 2009

LA VEJEZ... ESE TIEMPO DE VIDA...

EL AMOR
DE SI MISMO

Escribe
GONZALO CANAL RAMIREZ (*)

Desde luego la religión, la política y el amor, aun siendo trascendentes, no son nuestros únicos intereses. Tenemos otros muchos y muy importantes en la tercera edad. Uno de ellos es vivir plácida y satisfactoriamente. Eso no significa, vivir hedonísticamente, ni egoístamente, ni pródigamente. Al contrario. Pero entre más avanza usted por la vida, más debe vivir para sí. Se supone que, antes, sus deberes para los demás le han hecho vivir más para ellos.
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La vejez es un proceso de depuración, de concentración, a veces hasta de despojo, pero no de desmantelamiento. Es un poco el proceso del otoño cuando va quedando el árbol cada vez más árbol, capaz todavía de flores y frutos, con menos hojas y follaje, pero con más raíces. Usted debe interesarse más por usted. Es decir, en el buen sentido, usted debe amarse más a usted mismo. La sociedad convencional, para no decir hipócrita, en que vivimos ha deformado y desviado el amor a si mismo. Lo llama “narcisismo” “egoísmo” “vanidad” “orgullo”.
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Todo eso existe. Pero eso no es el sano amor de si mismo. Es el aprecio que usted haga de la dignidad de su cuerpo y de su espíritu, de las funciones de cada uno en una integración humana de “persona”. Es maniqueísmo alinear de un el “bien” y de otro el “mal” y ponerlos a pelear delante de nosotros mismos, de describir cuerpo y alma como dos principios diferentes en pugna continua. No. Los dos se integran esencialmente en usted, en identificación y unificación. Somos la identidad unida de los dos. Cuando a usted le duele un dedo, le esta doliendo todo usted. Cuando un pensamiento le alegra se esta alegrando todo usted.
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Si usted profesa en la Fe, el “amor a si mismo” es perfectamente cristiano. L responsabilidad es personal ante todo. Cuando lo juzguen, lo juzgarán a usted mismo y no a los demás. El concepto de “persona” es el fundamento de la filosofía cristiana. Cuando alguien se salva es él el que se salva y, cuando alguien se condena, es él el que se condena. Cuando el Evangelio llama a rendir cuentas, no solicita a los demás, nos convoca a nosotros personalmente, con nuestra responsabilidad individual. “Da razón de tu administración” (la administración de nuestra vida)... Hasta el adagio popular lo ha interpretado así: “la caridad bien ordenada entra por casa.”
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Entre más años tenga, si su cuerpo y su espíritu son normales (y lo son más allá de lo que usted cree) más responsable será usted de si mismo. Por eso usted tiene el derecho y la obligación de amarse a si mismo. Con tal de no odiar a los demás. Colabore con ellos en nombre de la solidaridad en la fe y en la especie. Pero no se deje invadir por ellos. Interésese por algo: a su edad el desinterés lo aísla y lo paraliza por neutralización y lentamente lo aniquila, pero el exceso de intereses lo destruye por sobrecarga. Mida bien el peso de los fardos y no se abrume con los insoportables. Acepte los desafíos naturales de la vida, pero no se cree otros artificiales.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.

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