jueves, 29 de enero de 2009

LA VEJEZ... UN TIEMPO DE VIDA

LA SOCIEDAD
DE LOBOS
Y DE COSAS

Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)

No podemos ser “preteristas”, sumidos en el pasado, con los ojos cerrados ante lo bueno, y, aun mejor, del presente. Eso además de terquedad, es idiotez para desperdiciar las ventajas de la actualidad... Pero, en algunos terrenos, sobre todo de comportamiento, no podemos estar de acuerdo en todo con la sociedad, tan propensa a convertirse en “sociedad de lobos” por su rapacidad. La sociedad del dinero a toda costa, como sea, de insaciable voracidad de riqueza, venga esta de donde viniera, sin distingos, ni escrúpulos en la manera de adquirirlo, apremiada por el “consumismo”, que antepone el “tener” al “ser”, da al viejo/a un clima depresivo.
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Estar de acuerdo con este sistema sería estar de desacuerdo con nosotros mismos, en nuestra tabla de valores, y eso nos debilitaría. Nosotros no podemos perder fortaleza y esta nos viene de estar en paz con nosotros mismos en nuestros acuerdos interiores. No se deje entonces atrapar por la sociedad de los lobos. Hay algo que envejece tanto como la no renovación de las células: la pérdida de nuestra personalidad externa e interna. Aparecer como somos, y no pretender ser como queremos aparecer, sometidos al engaño de nuestras apariencias.
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La lucha entre el ser y el parecer fatiga mucho a los viejos y, como toda fatiga, los envejece más. Hemos de aceptarnos como somos, mejorándonos cada día porque el hombre/mujer son perfectibles. Si lo hacemos, los demás nos aceptarán más fácilmente. Si nos disfrazamos –la sociedad de los lobos– se reirán de nosotros. Usted es quien vive. Los demás no viven por usted.
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El conflicto entre cosa y persona se encarniza y lo reta a elegir entre ser cosa o persona. Usted nació persona. Personalícese cada día más, sin entrar en conflicto con las cosas. Use la sociedad de consumo, pero no entre en guerra con ella, porque perderá la batalla. ¿Cómo puede guerrear contra el aire que respira? Al intentarlo, llegaría a la campana neumática. Y esa mata por asfixia. Para el viejo/a es especialmente sensible el actual fenómeno de decadencia de las personas y ascenso de las cosas, producto lógico de la producción industrial masiva para la sociedad de consumo.
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Industrialismo y consumismo en nuestra niñez y primera juventud no superaban aún la dimensión humana; las cosas no eran la medida de la persona humana. Las relaciones entre el dinero, la producción y el consumo han suplantado en gran parte, las relaciones sociales e individuales entre personas. Nos definen cada día más por lo que tenemos, y no por lo que somos. En esa definición cosificada –hasta por el tipo y marca de automóvil– se nos despersonifica cada vez mas.
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Nuestra respuesta es fuerza para defendernos: ser más y estar bien. Cuando uno ha nacido persona –como todos nacemos– y vivido individualmente como tal, encontrarse de pronto en una sociedad cosificada, con resultados estadísticos como índices de la conducta a seguir por la persona considerada como productora y consumidora, es difícil conservar la personalidad, la individualidad, el propio estilo en que crecimos. Esto no es un consejo para desaprovechar las cosas nuevas. Le harán ahorrar esfuerzo y tiempo. Por ejemplo, aprenda a manejar las calculadoras de bolsillo, aun para sus cuentas domésticas. Valen muy poco y son útiles. Aprovéchelas, sin seguir el ejemplo del chino quien, después de hacer sus cuentas en la registradora eléctrica, las verifica en el antiguo ábaco.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.

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