miércoles, 7 de enero de 2009

MARIO OPINA DE LOS URUGUAYOS...

YA SABEMOS LEER
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Escribe Mario Benedetti
De “El pais de la cola de paja”
BOLSILIBROS ARCA-1960
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Con las palabras: “Ya sé leer”, empezaba una lección en el primero de los clásicos libros de José H. Figueira, y la frase puede servir todavía como la inocente y asombrada comprobación del uruguayo medio. Hace tiempo que nos sentimos tercamente orgullosos de nuestro escaso índice de analfabetismo, Verdaderamente está bien que todos –o casi todos– sepamos leer. Pero quizá la frase pueda completarse así: “Ya se leer. ¿Y ahora que?
Hay una forma de leer alerta y una forma de leer para dormirse, para no pensar demasiado, para atrofiarse, para ser convencido. El libro vale tan caro que es más práctico y más económico limitarse a los diarios. Además, la mayoría de los diarios está especialmente organizada para no decir nada importante, de modo que alcanza con echar un vistazo a los títulos.
A veces acontece también que los títulos desfiguran sustancialmente el contenido de un cable más o menos comprometedor, pero eso solo demuestra que quienes orientan la prensa, conocen perfectamente los hábitos de su cliente. Es curioso comprobar, sin embargo, que las deformaciones siempre coinciden con las preferencias nacionales o internacionales de la prensa.
Esta tendenciosa costumbre atraviesa las páginas de casi todos los diarios, desde El País hasta El Popular, pero sería injusto achacarla a maniobras especialmente representativas de la derecha o de la izquierda; más bien deben reputarse juego sucio. El hombre común ya sabe leer. Que suerte. Pero solo lee diarios. Que lástima. Porque la prensa, tal como es administrada (más que dirigida) en nuestro país, es algo así como el monumento nacional a la cola de paja.
La cándida apariencia es de actitudes contrarias y decididas, de juicios tajantes, de agravios recíprocos; esta es la cándida apariencia, pero en el fondo, todos nuestros grandes diarios se sienten profundamente solidarios. En el cónclave del cuarto poder, la invocación a principios, divisas, tradiciones, habrá de provocar más de una sonrisa, desprovista de fe y provista de cinismo. Demasiado saben saben esos eruditos de la columna y el centímetro, que en materia de periodismo uruguayo el mejor principio es el avisador; la mejor divisa, la utilidad contante y sonante; la más difundida tradición, una interesada deformación de la verdad.
Saben, asimismo, que el lector es un mal calculador, un incorregible olvidadizo.

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