miércoles, 7 de enero de 2009

LA VEJEZ... UN TIEMPO DE VIDA

QUE ES EL
ENVEJECIMIENTO?

Escribe Gonzalo Canal Ramírez (*)

Aun nadie ha podido explicarlo y la pregunta de Aldoux Huxley sigue sin respuesta: “Por que un pez como la carpa puede vivir novecientos años y un hombre, si tiene suerte, apenas 75?” Este desconocimiento de las causas de la senescencia es parte apenas de la ignorancia general del hombre sobre el Hombre. El socrático “conócete a ti mismo” no culmina aun. Conocemos más el cosmos que a nosotros mismos. Ni Saturno ni la Luna son ya un misterio.
Sabemos que la vejez llega con el paso del tiempo, pero no sabemos exactamente que es. Algunos, con buenas razones, la explican por la falta de renovación de las células. Todas renovables, menos las del cerebro. Las células se renuevan por división. Del mismo núcleo se forma una nueva para su reemplazo. Esta operación de división se repite aproximadamente cincuenta veces, como promedio, en el curso de la vida, salvo en el caso de elementos externos renovadores.

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Elementos estos que algunos colocan en la vitamina E. Otros atribuyen, con iguales buenas razones, la causa del envejecimiento al agotamiento o deterioro cerebral, se da en quienes no usan el cerebro, ya que las personas de trabajo cerebral son más longevas. Y esta demostrado como el cerebro se conserva mejor trabajándolo que dejándolo ocioso. Probablemente la verdadera causa del envejecer está en los dos fenómenos y en otros, hoy en trance de investigación.
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Otros la explican por las enfermedades degenerativas, pero estas no son en sí mismas una causa sino un efecto. Se habla también de involución, o sea el momento cuando la evolución biológica deja de ser progresiva, y comienza la regresión. No podemos detener el envejecimiento, lo podemos retardar y llegar a la longevidad útil, satisfactoria y plácida. Envejecer es una ciencia, un arte, una técnica que todos estamos en condiciones de aprender.
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Y aprender sin necesidad de Gerovital de la Doctora Asslan en Rumania, y sin esos mejurges de la farmacopea barata, casi todos estimulantes contraproducentes. Si no podemos guardar la eterna juventud –hasta ahora leyenda– si podemos evitar la vejez inútil, con una vida normal a cada edad, ayudando a la naturaleza, sin contradecirla, ni reemplazarla. No intentemos buscarle sustitutos al sol. Asoliémonos. Lo que naturalmente está bien hecho puede ser imitado pero no substituido.
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La ciencia ayuda a la naturaleza pero no la reemplaza. Existen diversas edades en una misma persona: la cronológica (edad del calendario), la biológica (edad del organismo y sus funciones, la psicológica, (edad del espíritu), La mental (edad del criterio y entendimiento) la social, (impuesta por la comunidad) la cultural (edad de los conocimientos) y la económica (edad de los recursos para satisfacer necesidades) El equilibrio, teóricamente, nos daría la edad ideal de una persona.
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Ese equilibrio existe en determinados casos. Un difícil ideal, porque estas edades son diferentes en cada individuo. Y tampoco es aconsejable como una norma definitiva. La medición de cada una de las edades en puntos, y la división del total e puntos por el total de factores. De ahí sale un coeficiente de edad, válido como un indicativo, pero de ninguna manera como conclusión absoluta. Las diferencias entre una edad y otra no se compensan como los puntos en un examen escolar.
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El individuo no es un hecho estadístico. La riqueza de su cuerpo y de su espíritu rebasa y desborda la estadística. Para él los números no tienen alma. No basta para la salud tener los demás organos sanos, si hay uno enfermo. El individuo es una integridad absoluta, donde la cadena no es más fuerte, que su eslabón más débil. Pero nuestros eslabones son vigorizables, recuperables. En estas páginas encontrará usted algunas informaciones sobre su persona. Ninguna es definitiva.
Los temas continuarán mañana...
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. Es de origen. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España
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