DE LA CALMA
Escribe Mario Benedetti
De “El país de la cola de paja”
Edición ARCA 1960.
La octava edición fue en 1970.
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Después del prestigio internacional que nos dieran Rodó y Quiroga, Vaz Ferreira y Figari, Batlle y Torres García, Leguisamo y Obdulio Varela, La Cumparsita y el Graf Spee, en el presente al Uruguay sólo le queda un prestigio exportable: su democracia. En Europa no saben virtualmente nada del Uruguay, pero las pocas veces que saben algo, ese conocimiento se sintetiza en este recuerdo: “Ah, sí, ese país sudamericano que no tiene revoluciones”
Escribe Mario Benedetti
De “El país de la cola de paja”
Edición ARCA 1960.
La octava edición fue en 1970.
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Después del prestigio internacional que nos dieran Rodó y Quiroga, Vaz Ferreira y Figari, Batlle y Torres García, Leguisamo y Obdulio Varela, La Cumparsita y el Graf Spee, en el presente al Uruguay sólo le queda un prestigio exportable: su democracia. En Europa no saben virtualmente nada del Uruguay, pero las pocas veces que saben algo, ese conocimiento se sintetiza en este recuerdo: “Ah, sí, ese país sudamericano que no tiene revoluciones”
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En los Estados Unidos podrán preguntar sobre nuestras “costas del Pacífico” o sobre nuestros “indios” pero en cambio siempre están enterados que el Uruguay tiene un sistema de gobierno “similar al de Suiza”. Aun en los países latinoamericanos tuvo una explicable resonancia el hecho de que un partido político que había permanecido cerca de un siglo en el poder, entregara calmosamente el gobierno al partido opositor que lo derrotara en las elecciones sin fraude.
En los Estados Unidos podrán preguntar sobre nuestras “costas del Pacífico” o sobre nuestros “indios” pero en cambio siempre están enterados que el Uruguay tiene un sistema de gobierno “similar al de Suiza”. Aun en los países latinoamericanos tuvo una explicable resonancia el hecho de que un partido político que había permanecido cerca de un siglo en el poder, entregara calmosamente el gobierno al partido opositor que lo derrotara en las elecciones sin fraude.
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(...)Nuestra enseñanza es gratuita, aun en sus más encumbrados peldaños; hay separación entre la Iglesia y el Estado; las elecciones son de una ejemplar corrección; nuestro analfabetismo es prácticamente nulo; las leyes sociales salvaguardan los derechos del trabajador; no hay discriminación racial ni religiosa; la prensa es libre. ¿Un país ideal? No exactamente.
(...)Nuestra enseñanza es gratuita, aun en sus más encumbrados peldaños; hay separación entre la Iglesia y el Estado; las elecciones son de una ejemplar corrección; nuestro analfabetismo es prácticamente nulo; las leyes sociales salvaguardan los derechos del trabajador; no hay discriminación racial ni religiosa; la prensa es libre. ¿Un país ideal? No exactamente.
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(...)Somos tan cascarodemócratas que repetimos con admirable impavidez, que aquí no existe discriminación racial y no nos detenemos a advertir que ninguna de nuestras tiendas céntricas tienen vendedoras de color (dicho sea de paso, las grandes tiendas de Nueva York las tienen y en abundancia) o hacemos como que ignoramos que hay cines y confiterías céntricas donde se impide la entrada de negros.
(...)Somos tan cascarodemócratas que repetimos con admirable impavidez, que aquí no existe discriminación racial y no nos detenemos a advertir que ninguna de nuestras tiendas céntricas tienen vendedoras de color (dicho sea de paso, las grandes tiendas de Nueva York las tienen y en abundancia) o hacemos como que ignoramos que hay cines y confiterías céntricas donde se impide la entrada de negros.
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(...)La libertad reina en nuestra prensa; la prueba es que publica la carta de los estudiantes chilenos al Presidente Eisenhower, solo que con cierto retraso, es decir cuando la carta sirve de partenaire a la respuesta del Presidente. Por otra parte, si una agrupación estudiantil uruguaya anota sus objeciones a la política de los Estados Unidos en América Latina, la clásica respuesta es la falta de espacio, pero si otra agrupación de estudiantes, con asiento en la zona pro yanqui del Ateneo, formula objeciones a la política antiimperialista de Fidel Castro, no hay diario que se ahorre la satisfacción de publicarle en lugar de privilegio.
(...)La libertad reina en nuestra prensa; la prueba es que publica la carta de los estudiantes chilenos al Presidente Eisenhower, solo que con cierto retraso, es decir cuando la carta sirve de partenaire a la respuesta del Presidente. Por otra parte, si una agrupación estudiantil uruguaya anota sus objeciones a la política de los Estados Unidos en América Latina, la clásica respuesta es la falta de espacio, pero si otra agrupación de estudiantes, con asiento en la zona pro yanqui del Ateneo, formula objeciones a la política antiimperialista de Fidel Castro, no hay diario que se ahorre la satisfacción de publicarle en lugar de privilegio.
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