domingo, 1 de febrero de 2009

CHARLAS CON JUAN JULIO

EL TUNEL DE
8 DE OCTUBRE (*)

Escribe
Julio E. Suárez
(Peloduro)

Personalmente, no lo había inaugurado, todavía. No tengo el tiempo, ni el ánimo suficiente, de esas gentes que no bien Fígoli fue con una tijerita y unos cuantos correligionarios, dijo un discurso, corto la cintita y lo di por inaugurado, se volcaron dentro con jubilosa novelería; y que luego, cuando ya estuvo librado al uso de vehículos livianos, tomaron (ya te habrás dado cuenta Juanjulio, que estoy hablando del túnel de 8 de Octubre) tomaron el túnel, sus alrededores flamantes, como predio propicio al picnic dominguero.
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Ni cuando, reintegrado Fernández Crespo al Consejo y a su Presidencia y quiso desquitarse del presunto avivamiento figoliano, y reiteró la ceremonia municipal de inauguración, con su propio y titular prestigio. (Porque el túnel, ustedes deben saberlo, fié inaugurado dos veces, aunque se lo explique con ingenio salomónico, diciendo (supongamos) que Fígoli lo inauguro de acá para allá y Fernández Crespo lo inauguró de allá para acá, con lo que el túnel tuvo sobradas razones para sentirse inaugurado.
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Ni entonces, lo visité, ni después y no por alergia municipal ni mucho menos. Como cada vez que tomaba algún taxi por allá arriba, para venir al centro, o viceversa, me arrellanaba gozoso en el asiento pensando (reconozco que casi con infantil ansiedad): “Ahora vamos a pasar por el túnel”. Pero nunca!... Los taxistas daban las viejas vueltas de emergencia, cuando la construcción y nunca me dieron el gusto. El túnel, pues, sin que yo lo conociera, estaba, ya, dos veces inaugurado, pero le faltaba algo tan básico como el bautismo. El bautismo de una lluvia copiosa, que es la prueba de los túneles, supongo.
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Llovió. Viene lloviendo con antojo cargante, desde hace una punta de días; desde digamos un par de semanas (servime un chocolate por la noticia Juanjulio, si te parece). Y el túnel, tal vez para no contradecir nuestra historia municipal, tan llena de pintorescos motivos, se inundó. La semana pasada, algunos autos que se aventuraron a recorrerlo (sin sospechar, claro está, que aquello pudiera significar una aventura) se quedaron, trancados en aquella garganta de cemento, con el motor ahogado. Dicen que todavía sigue inundado y ya no preocupa saber que hace el Municipio para que el túnel deje de hacer gárgaras obstruyentes con el agua, que se metió en la boca, y vuelva a oficiar en el tránsito.
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Los “anti–tunel”, secta de opinión que se fundó con motivo de aquellas conversaciones que hubo para estudiar la posibilidad de una red de subterráneo, afirman, jactanciosos, su opinión contraria al “subte”, en este accidental fracaso del tunelcito de 8 de Octubre. Si eso ocurre con un subte de modestos 500 metros, ¿Qué ocurriría, señor mío, con uno de 9 kilómetros? Y desarrollan teorías presuntuosas, con apuradas nociones elementales de ingeniería. No piensan (se me ocurre) que las razones del fracaso, son tan modestas como el propio túnel ahogado en un vaso de agua.
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Que las razones de la inundación del túnel obedecen a las mismas causas por las que se inundan las sufridas zonas bajas de la ciudad, barrios abonados al escarnio e las lluvias. Sencillamente porque las basuras de la ciudad poco o nunca barridas, tupen alcantarillas, desagües y yo que sé, por donde debiera correr el agua. Nadita más que eso, Juanjulio. ¡fíjate vos que tremendo problema de ingeniería!... Hasta mañana amigos.
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(*) Estos textos, recogidos –algunos– por el autor en el “BOLSILIBRO Arca” editado en 1969. Las “Charlas con Juan Julio” era un espacio radial de 5 minutos, que cubría Julio E. Suárez (Peloduro) y salía al aire, cada día, por CX14 El Espectador, en la década de los años ’60, previo a irradiarse su noticiero central.

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