
DEL RECUERDO...
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
Usted, como yo, ha entrado en habitaciones de viejos, cementerio de cadáveres de cosas. El cirio de la primera comunión de sus hijos, guardapelos con cabellos de su madre, relicarios con un trozo de velo de novia de su esposa, cuadros con el primer certificado de su trabajo, fotografías amarillentas de parientes y amigos muertos... Un verdadero arsenal del pasado, un altar con una lámpara votiva alimentada por su melancolía y su tristeza...
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Y, luego, la consabida explicación para algunos visitantes con la apología de quienes se fueron, ante la iconografía de lo existente. Todo un fetichismo de la memoria. Todos esos recuerdos en su corazón, en su mente, le hacen bien. Son parte de uno mismo y no podemos despojarnos de nosotros mismos. Pero, de ahí a torturarse con su imagen material, hay un gran trecho. Eso se aproxima al fetichismo, y el fetichismo es siempre deformante. Limpie sus paredes de fetiches, en este caso por lo menos de instrumentos para amarrarlo a “aquella época” y reducirle la actual.
Y, luego, la consabida explicación para algunos visitantes con la apología de quienes se fueron, ante la iconografía de lo existente. Todo un fetichismo de la memoria. Todos esos recuerdos en su corazón, en su mente, le hacen bien. Son parte de uno mismo y no podemos despojarnos de nosotros mismos. Pero, de ahí a torturarse con su imagen material, hay un gran trecho. Eso se aproxima al fetichismo, y el fetichismo es siempre deformante. Limpie sus paredes de fetiches, en este caso por lo menos de instrumentos para amarrarlo a “aquella época” y reducirle la actual.
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Para rendir culto a sus recuerdos no necesita ese método. Y acostúmbrese a liquidar sus etapas, sin cancelar su significado. Un álbum, guardado para mirar en ocasiones, es suficiente. De insistir es hasta la fatiga: la realidad no enloquece, la imaginación sí. Sus recuerdos son buenos, son usted. Lo malo es lo que usted puede hacer con ellos, si los convierte en fantasmas perseguidores. La mentalización de los recuerdos, la concentración en ellos, su fijación puede llegar a materialízalos en la mente del anciano que los reconstruye casi físicamente, le da figura exterior a su compañía, puede dialogar con ellos y hasta sentirse por ellos visitado.
Para rendir culto a sus recuerdos no necesita ese método. Y acostúmbrese a liquidar sus etapas, sin cancelar su significado. Un álbum, guardado para mirar en ocasiones, es suficiente. De insistir es hasta la fatiga: la realidad no enloquece, la imaginación sí. Sus recuerdos son buenos, son usted. Lo malo es lo que usted puede hacer con ellos, si los convierte en fantasmas perseguidores. La mentalización de los recuerdos, la concentración en ellos, su fijación puede llegar a materialízalos en la mente del anciano que los reconstruye casi físicamente, le da figura exterior a su compañía, puede dialogar con ellos y hasta sentirse por ellos visitado.
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Simone de Beauvoir repite un ejemplo muy traído por otros tratadistas: el de aquel anciano hombre de mundo, pobre, solitario y abandonado, que recordando las recepciones las recepciones de sus tiempos de opulencia, convocaba a las sombras de sus amigos muertos. Ese masoquismo del recuerdo atormenta y daña al viejo que debe cuidarse de su presente y procurar su futuro, porque todos los viejos tienen futuro, mientras el sol salga por la mañana.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
Simone de Beauvoir repite un ejemplo muy traído por otros tratadistas: el de aquel anciano hombre de mundo, pobre, solitario y abandonado, que recordando las recepciones las recepciones de sus tiempos de opulencia, convocaba a las sombras de sus amigos muertos. Ese masoquismo del recuerdo atormenta y daña al viejo que debe cuidarse de su presente y procurar su futuro, porque todos los viejos tienen futuro, mientras el sol salga por la mañana.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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