TERCERA EDAD
Y LA LECTURA...
Escribe
GONZALO
CANAL RAMÍREZ (*)
El libro es por excelencia el gran material de lectura, pero no el único. El periódico y la revista, a un nivel inferior, también lo son. Y usted debe leerlos para su información cotidiana. Toda información le ayudará a participar en la vida de la comunidad, de la cual usted no puede ser mero espectador. También la lectura debe ser recreación y distracción. Y no se crea siempre obligado a los temas serios. Los frívolos pueden serle útiles, si lo distraen.
Y LA LECTURA...
Escribe
GONZALO
CANAL RAMÍREZ (*)
El libro es por excelencia el gran material de lectura, pero no el único. El periódico y la revista, a un nivel inferior, también lo son. Y usted debe leerlos para su información cotidiana. Toda información le ayudará a participar en la vida de la comunidad, de la cual usted no puede ser mero espectador. También la lectura debe ser recreación y distracción. Y no se crea siempre obligado a los temas serios. Los frívolos pueden serle útiles, si lo distraen.
Toda comunicación le hará bien. Lea, oiga, vea. No para matar el tiempo. Para tantos fines, pero también para que el tiempo no lo mate a usted. Su gran enemigo ahora no es el espacio, es el tiempo vacío, el tiempo muerto. En el vacío se acaba todo. En el libro todo resucita. Antes de la escritura, la información moría con la persona que la almacenaba en el cerebro. Era interna.
Después fue escrita, externa. Toda la información pasada y presente de nuestro universo está en el libro. Universalícese en él. La literatura sobre el viejo ha sido oprimente y deprimente, salvo contadísimas excepciones, hasta la mitad del siglo pasado (N.deR. este libro se escribió en 1980) cuando Víctor Hugo la rehabilitó. Salvo en este siglo aparece una literatura justa sobre la vejez aunque aun se la proscribe de la publicidad (los papeles protagonistas de las novelas, la radio, la televisión y el cine) con el argumento de que no es atractiva, ni “taquillera”.
La verdadera literatura sobre la vejez recomienza solo en 1914. La literatura bien elegida es una excelente ayuda. La vejez debe espantar las sombras. Mire a su derredor y encontrará en la gente del común de la calle ejemplos de hermosa vejez, como los encontraba Cicerón entre los labriegos de la campiña romana. En la persona provecta hay tendencia al pesimismo. Se debe contrarrestar con optimistas lecturas. El remedio contra la penumbra no es apagar el candil, sino encender la lámpara. El libro puede ser su gran lámpara.
Aceptemos la definición de André Maurois: Lectura vicio, lectura placer, lectura trabajo. Cuando decía: “La lectura vicio es aquella de quienes no buscan ideas, ni hechos, sino ese desfile continuo de palabras que les oculta el mundo y su alma. Es lectura pasiva, soportan los textos, no los interpretan, no les hacen sitio en su espíritu, no los asimilan”... es decir la lectura fuga, la lectura escapismo.
“La lectura placer es ya más activa. Lee para su placer el aficionado a novelas que busca en los libros bien impresiones de belleza, bien un despertar y una exaltación de sus propios sentimientos, bien las aventuras que la vida le niega”... es decir esta ya no es una lectura de escape de la realidad sino más bien la lectura sustituto, cultivo, satisfacción cultural, distracción y diversión. Es muy apropiada para el viejo porque en ella encontrará, a su gusto y acomodo a sus circunstancias un insustituible empleo del tiempo libre.
“La lectura trabajo, en fin es la de la persona que en un libro busca tales o cuales conocimientos definidos, materiales de los que él tiene necesidad para establecer o acabar en su espíritu una construcción de la que solo ha entrevisto las grandes líneas”... Es pues, por excelencia la lectura de la labor intelectual. Podrá ser o no ser la del viejo, según las circunstancias y sus especificaciones de profesión o afición. En todo caso la combinación de lectura placer y lectura trabajo parece la ideal para el hombre o la mujer viejos. Pero si eso no es posible, el viejo debe preferir la lectura placer.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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