ALGUNAS
INTIMIDADES
DEL
INTIMIDADES
DEL
PERSONAJE...
Escribe
JUAN JULIO
Hacendado argentino, de poco campo, se casa con viuda uruguaya, heredera de muy grande fortuna y mucha, mucha tierra. El amor lo trae a este país y FS aquí se radica. Es un hombre de negocios. La vida en Uruguay, y el amor que le da una mano, a poco andar lo ubica como principal accionista en el proyecto de un Banco. El capital aportado lo instala en la Presidencia del Directorio. Hay certezas que FS llegó a un negocio en el que veía futuro y eso era todo. También hay certezas que otros –al menos dos– intuyeron que era algo que buscaban. Se afirmaron en aquel “piso financiero”, que permitía dar el puntapié inicial al proyecto del Banco. RM y OD tenían el camino abierto. Había nacido el Banco Transatlántico del Uruguay. (BTU)
Eran principios de los años ’50. Tiempos de bancos con presencia austera. Pocos locales, majestuosos en presencia y equipamiento y solo en zonas importantes. Ser “bancario” era la opción que daba “lustre” al nene, que no podía llegar a ser “M’ijo el dotor”. Era un orgullo para Doña Marta decir en la reunión del Club Uruguay que...”El Jaime estudia para bancario...” lo que recogía murmullos de aprobación y alguna envidia que otra. El BTU se instaló, con modestia, en 25 de Mayo casi Treinta y Tres. Casi porque en la esquina en local importante estaba el Banco Holandés. Por el final de la década de los ’50 el BTU empezó a conmocionar la selecta y paqueta City financiera montevideana. No preocupaba. Originaba chacota, chistes y burla.
Contrariando tradición, historia, concepto de jerarquía de la función, el BTU empezó a instalar locales por los barrios y suburbios, de una modestia que lograba juntar a los vecinos, al otro lado de la calle, en grupos que gesticulaban y se reían. Decían del BTU “el Banco Manzanares” o “ese Banco Boliche de la esquina” Una consigna a los gerentes era que debían frecuentar el bar o restaurante importante o cercano a la agencia que siempre hay alguno en cualquier barrio. Tenían un rubro para gastos ya que se “entendía conveniente” compartir esas mesas de los “importantes”, el de la ferretería, la farmacia, el doctor, dentista, comisario de la zona, estación de servicio, etc. Es común que se reúnan para el café mientras el empleado abría el negocio.
El BTU cubría sus gerencias con jerarcas de bancos, que reclutaba con mejor paga y jerarquías. Y no era sin estudiar bien cada caso. Algunos no tenían nada que ver con un banco. En la zona de las acopiadoras de lanas (donde esta hoy la Torre Antel), abre una agencia y ¿Quién puso de Gerente? A alguien que era persona clave en la principal firma acopiadora. Se decía que, la base fue el triple de lo que cobraba. Mi amigo en el BTU contesto el aviso en el diario de una empresa que pedía persona joven con curso bancario. Dio un examen. A los pocos días recibió una carta y al llegar a la empresa le dicen. “Debe presentarse en esta dirección”. San Martín y Guadalupe y un numero. Al llegar recién supo que entro a un Banco. Era la agencia Nº 1 del BTU. En 1965 al quebrar, tenía 41, solo en Montevideo.
El BTU instaló un nuevo concepto de banco. Hoy tal vez se diría bancarización. Eran tiempos en que casi todo el mundo tenía alguna capacidad de ahorro, aunque mínima. Pues el BTU creo un método con mucha gente en la calle que peinada el barrio, casa por casa, entregando una alcancía y una libreta con un depósito inicial de regalo que recuerdo en el ’54 era de $10.- Y la gente ponía moneditas y las llevaba al banco. Es un ejemplo, había infinidad de otros. El punto es que el mecánico de la esquina, para ir al banco del centro, por algún vale, tenía que ponerse traje y que va de chequera. Un cajón o el colchón. Pero al BTU iba en overol y abría la puerta y ahí nomás el mostrador, el gerente lo veía en el boliche. El otro banco era como ir al Vaticano.
A las zonas rurales de Montevideo y las de Canelones, viñedos, horticultura, granjas las atendía con unos ómnibus, que trajo de Alemania. Eran un completo banco en miniatura, incluso con reparos para sol o lluvia que se extendían saliendo de la parte superior. Tenía horarios fijos y lugares de parada. La gente dejaba la herramienta con la que carpía la viña o el cantero y se venia “al banco”. Ah, por si se había olvidado, un equipo de sonido iba anunciando que había llegado, donde iba a estar la parada, etc. El punto fue que aquellas bromas y el banco Manzanares empezó a decrecer. Y la verdad sea dicha, en lugares muy serios e importantes de la plaza financiera empezó a instalarse una preocupación, que ahora vemos que produjo.
Produjo decisiones de bancos importantes de salir a instalar agencias por los barrios porque el BTU, además de “colonizar” Montevideo, estaba en todo el interior y había logrado hacer pié en los negocios del campo y con las ferias rurales empezaron a competir de igual a igual con los grandes, con los que marcaban el paso en un negocio que viene de lejos en la historia de estas tierras y que concita a sectores exclusivos y a elites de la agropecuaria. A la flor y nata de la oligarquía vacuna. No hay duda que el BTU tuvo cosas buenas, que en cierta medida dieron vuelta conceptos que parecían inamovibles. Pero traía en sus entrañas el fatídico numero 666 y algunos cerebros que fueron tejiendo la telaraña de la corrupción que, con alguna ayuda, precipitó el desenlace. Estafo a mucha gente. El Estado controlador, no supo o no quiso estar.
Habíamos prometido entrar en la estafa que significaron las 169 colaterales del BTU. Es cierto, pero nos pareció que era conveniente que el lector tuviera alguna noción aunque superficial, de lo que era o de lo que fue el BTU. Algo que unos comenzaron de buena fe, mientras otros desde la entrada lo iniciaron para hacer lo que hicieron. Por eso este comentario, mostrando un poco la “intimidad” de la criatura. Lo de “ alguna otra ayuda” vino de muy arriba y de afuera. Nada menos que del mismísimo Mister Nelson Rockefeller, en decisión tomada en reunión de Punta del Este y puesta el hacha en la mano de un banco de los “grandes, antiguos y de sangre azul”. Queda el juramento sobre la Biblia de que la próxima nota, se trata de las 169. Y no habrá más disculpas. Y en la próxima terminamos con el BTU.
Escribe
JUAN JULIO
Hacendado argentino, de poco campo, se casa con viuda uruguaya, heredera de muy grande fortuna y mucha, mucha tierra. El amor lo trae a este país y FS aquí se radica. Es un hombre de negocios. La vida en Uruguay, y el amor que le da una mano, a poco andar lo ubica como principal accionista en el proyecto de un Banco. El capital aportado lo instala en la Presidencia del Directorio. Hay certezas que FS llegó a un negocio en el que veía futuro y eso era todo. También hay certezas que otros –al menos dos– intuyeron que era algo que buscaban. Se afirmaron en aquel “piso financiero”, que permitía dar el puntapié inicial al proyecto del Banco. RM y OD tenían el camino abierto. Había nacido el Banco Transatlántico del Uruguay. (BTU)
Eran principios de los años ’50. Tiempos de bancos con presencia austera. Pocos locales, majestuosos en presencia y equipamiento y solo en zonas importantes. Ser “bancario” era la opción que daba “lustre” al nene, que no podía llegar a ser “M’ijo el dotor”. Era un orgullo para Doña Marta decir en la reunión del Club Uruguay que...”El Jaime estudia para bancario...” lo que recogía murmullos de aprobación y alguna envidia que otra. El BTU se instaló, con modestia, en 25 de Mayo casi Treinta y Tres. Casi porque en la esquina en local importante estaba el Banco Holandés. Por el final de la década de los ’50 el BTU empezó a conmocionar la selecta y paqueta City financiera montevideana. No preocupaba. Originaba chacota, chistes y burla.
Contrariando tradición, historia, concepto de jerarquía de la función, el BTU empezó a instalar locales por los barrios y suburbios, de una modestia que lograba juntar a los vecinos, al otro lado de la calle, en grupos que gesticulaban y se reían. Decían del BTU “el Banco Manzanares” o “ese Banco Boliche de la esquina” Una consigna a los gerentes era que debían frecuentar el bar o restaurante importante o cercano a la agencia que siempre hay alguno en cualquier barrio. Tenían un rubro para gastos ya que se “entendía conveniente” compartir esas mesas de los “importantes”, el de la ferretería, la farmacia, el doctor, dentista, comisario de la zona, estación de servicio, etc. Es común que se reúnan para el café mientras el empleado abría el negocio.
El BTU cubría sus gerencias con jerarcas de bancos, que reclutaba con mejor paga y jerarquías. Y no era sin estudiar bien cada caso. Algunos no tenían nada que ver con un banco. En la zona de las acopiadoras de lanas (donde esta hoy la Torre Antel), abre una agencia y ¿Quién puso de Gerente? A alguien que era persona clave en la principal firma acopiadora. Se decía que, la base fue el triple de lo que cobraba. Mi amigo en el BTU contesto el aviso en el diario de una empresa que pedía persona joven con curso bancario. Dio un examen. A los pocos días recibió una carta y al llegar a la empresa le dicen. “Debe presentarse en esta dirección”. San Martín y Guadalupe y un numero. Al llegar recién supo que entro a un Banco. Era la agencia Nº 1 del BTU. En 1965 al quebrar, tenía 41, solo en Montevideo.
El BTU instaló un nuevo concepto de banco. Hoy tal vez se diría bancarización. Eran tiempos en que casi todo el mundo tenía alguna capacidad de ahorro, aunque mínima. Pues el BTU creo un método con mucha gente en la calle que peinada el barrio, casa por casa, entregando una alcancía y una libreta con un depósito inicial de regalo que recuerdo en el ’54 era de $10.- Y la gente ponía moneditas y las llevaba al banco. Es un ejemplo, había infinidad de otros. El punto es que el mecánico de la esquina, para ir al banco del centro, por algún vale, tenía que ponerse traje y que va de chequera. Un cajón o el colchón. Pero al BTU iba en overol y abría la puerta y ahí nomás el mostrador, el gerente lo veía en el boliche. El otro banco era como ir al Vaticano.
A las zonas rurales de Montevideo y las de Canelones, viñedos, horticultura, granjas las atendía con unos ómnibus, que trajo de Alemania. Eran un completo banco en miniatura, incluso con reparos para sol o lluvia que se extendían saliendo de la parte superior. Tenía horarios fijos y lugares de parada. La gente dejaba la herramienta con la que carpía la viña o el cantero y se venia “al banco”. Ah, por si se había olvidado, un equipo de sonido iba anunciando que había llegado, donde iba a estar la parada, etc. El punto fue que aquellas bromas y el banco Manzanares empezó a decrecer. Y la verdad sea dicha, en lugares muy serios e importantes de la plaza financiera empezó a instalarse una preocupación, que ahora vemos que produjo.
Produjo decisiones de bancos importantes de salir a instalar agencias por los barrios porque el BTU, además de “colonizar” Montevideo, estaba en todo el interior y había logrado hacer pié en los negocios del campo y con las ferias rurales empezaron a competir de igual a igual con los grandes, con los que marcaban el paso en un negocio que viene de lejos en la historia de estas tierras y que concita a sectores exclusivos y a elites de la agropecuaria. A la flor y nata de la oligarquía vacuna. No hay duda que el BTU tuvo cosas buenas, que en cierta medida dieron vuelta conceptos que parecían inamovibles. Pero traía en sus entrañas el fatídico numero 666 y algunos cerebros que fueron tejiendo la telaraña de la corrupción que, con alguna ayuda, precipitó el desenlace. Estafo a mucha gente. El Estado controlador, no supo o no quiso estar.
Habíamos prometido entrar en la estafa que significaron las 169 colaterales del BTU. Es cierto, pero nos pareció que era conveniente que el lector tuviera alguna noción aunque superficial, de lo que era o de lo que fue el BTU. Algo que unos comenzaron de buena fe, mientras otros desde la entrada lo iniciaron para hacer lo que hicieron. Por eso este comentario, mostrando un poco la “intimidad” de la criatura. Lo de “ alguna otra ayuda” vino de muy arriba y de afuera. Nada menos que del mismísimo Mister Nelson Rockefeller, en decisión tomada en reunión de Punta del Este y puesta el hacha en la mano de un banco de los “grandes, antiguos y de sangre azul”. Queda el juramento sobre la Biblia de que la próxima nota, se trata de las 169. Y no habrá más disculpas. Y en la próxima terminamos con el BTU.
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