martes, 8 de diciembre de 2009

CAMBIO CLIMATICO, OBRA DE LOS HUMANOS... el punto ¿DE QUIEN LA CULPA?


NUESTRO FUTURO
CON POCO CARBONO

LONDRES
Escribe
NICHOLAS STERN (*)
(Sacado de contecto)
El artículo completo lo encuentra aquí:
http://es.cop15.dk/news/view+news?newsid=2381

La conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, que se celebrará en Copenhague entre el 7 y el 18 de diciembre, debe constituir la culminación de dos años de negociaciones internacionales sobre un nuevo tratado mundial encaminado a abordar las causas y consecuencias de las emisiones de gases que provocan el efecto de invernadero.

Un acuerdo mundial sobre el cambio climático es urgentemente necesario. Las concentraciones de dióxido de carbono y de otros gases que provocan el efecto de invernadero en la atmósfera han alcanzado las 435 partes por millón (ppm) de CO2 equivalente, frente a unas 280 ppm antes de la industrialización en el siglo XIX.

Hace treinta millones de años que la temperatura de la Tierra no era tan alta. La especie humana, que no lleva más de 200.000 años en ella, tendría que afrontar un medio físico más hostil que nunca. Las inundaciones y las sequías se volverían más intensas y los niveles mundiales del mar serían varios metros más altos, con lo que alterarían gravemente las vidas y los medios de subsistencia y causarían movimientos de población en gran escala y conflictos inevitables en todo el mundo. Algunas partes de éste quedarían sumergidas bajo el agua; otras se volverían desiertos.

Los países en desarrollo reconocen la injusticia de la situación actual y sienten irritación ante ella. Los niveles actuales de gases que provocan el efecto de invernadero se deben en gran medida a la industrialización en el mundo desarrollado desde el siglo XIX. Sin embargo, los países en desarrollo son los más vulnerables ante las consecuencias del cambio climático, que amenazan el crecimiento económico necesario para superar la pobreza. Al mismo tiempo, no se pueden reducir las emisiones al ritmo necesario sin la fundamental contribución del mundo en desarrollo.

Hay que abordar a la vez el cambio climático y la pobreza, las dos amenazas que caracterizan este siglo. Si fracasamos con una, fracasaremos con la otra. La tarea que afronta el mundo es la de afrontar las “limitaciones de carbono” en el medio ambiente, sin por ello dejar de crear el desarrollo necesario para elevar el nivel de vida de los pobres.


En la actualidad, las emisiones anuales por habitante en la Unión Europea ascienden a 12 toneladas y a 23,6 toneladas en los Estados Unidos, frente a seis toneladas en China y 1,7 toneladas en la India. Como las proyecciones correspondientes a 2050 indican que la población mundial ascenderá a unos 9.000 millones, se deben reducir las emisiones anuales por habitante a dos toneladas, aproximadamente, de CO2 equivalente, por término medio, para que el total anual mundial ascienda a menos de 20 gigatoneladas.
Los países en desarrollo necesitan ayuda y apoyo importantes de las naciones ricas para ejecutar sus planes de crecimiento económico con poco carbono y adaptarse a los efectos del cambio climático, que serán ya inevitables en los próximos decenios. Además, los países desarrollados deben prestar un importante apoyo a las medidas encaminadas a frenar la desforestación en los países en desarrollo y para reducir las emisiones en gran medida y rápidamente y con un costo razonable.

No hay una verdadera opción substitutiva. El crecimiento con mucho carbono está condenado, herido por los elevados precios de los combustibles fósiles y eliminado por el hostil medio físico que creará el cambio climático. El crecimiento con poco carbono será más seguro en materia de energía, más limpio, más apacible, más inocuo y tendrá mayor diversidad biológica.

Debemos aprender de la crisis financiera la lección de que, si se hace caso omiso de los riesgos, las consecuencias con el tiempo serán inevitablemente peores. Si no empezamos a luchar contra la corriente de emisiones de gases que provocan el efecto de invernadero, la acumulación en la atmósfera seguirá aumentando, con lo que la adopción de medidas futuras resultará más difícil y costosa. Se pueden aplazar otros gastos públicos, pero la de aplazar las medidas contra el cambio climático es una opción muy peligrosa y muy costosa.

El cambio climático representa una profunda amenaza para nuestro futuro económico, mientras que el crecimiento con poco carbono promete decenios de una prosperidad mayor. La elección en Copenhague será difícil y lo que está en juego no podría ser mayor. Sabemos lo que debemos hacer y podemos hacerlo.

(*) NICHOLAS STERN, ex jefe del Servicio Económico del Gobierno del Reino Unido y ex economista jefe del Banco Mundial, es presidente del Instituto de Investigación Grantham sobre el Cambio Climático y el Medio Ambiente, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres y miembro de la Cámara de los Lores del Reino Unido.

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