N. de R. En la parte Editorial de “La República” en su edición del sábado 26, fue publicada la nota del profesor Louis que damos a renglón seguido. Con relación a este material, nuestro compañero Jorge Aniceto Molinari aportó su comentario al respecto, el que también incluimos en esta entrada del Blog.
ARREGLAR
LAS VEREDAS
Y REVOLUCIÓN
Escribe
JULIO A. LOUIS
Profesor
Aporte sustancial del materialismo dialéctico (el llamado "marxismo") es que su método de análisis es inductivo-deductivo, es decir que constantemente va de lo particular a lo general y de lo general a lo particular. Y una de las incomprensiones más frecuentes tanto del reformismo como del ultra izquierdismo es prescindir de esa metodología. Razonar acerca del pensamiento de cualquier figura por ejemplo de Lenin fijando la mira sobre los acontecimientos rusos en exclusividad, sin analizar simultáneamente el contexto europeo e internacional, conduce a dislates seudo teóricos. Congratularse porque Mujica, ex guerrillero, perciba las ventajas de la "vía menos dolorosa' y se vuelva socialdemócrata en Uruguay, como si éste fuera un país-mundo aislado del resto, es otra forma de rendición a la metodología unilateral, antidialéctica.
Analizar en una situación histórica concreta la gama de contradicciones es la metodología que permite captar la realidad en su conjunto, relacionando diferentes aspectos entre sí. El sistema capitalista dominante tiene como contradicción social fundamental la lucha entre las dos grandes clases antagónicas, de intereses contrapuestos: la burguesía y el proletariado (en la actualidad más genéricamente, los trabajadores asalariados). Esa contradicción, a su vez, se explaya en una gama de contradicciones concretas: entre la burguesía y el proletariado en las metrópolis, entre la burguesía y el proletariado en los países dependientes, entre la burguesía imperialista y el proletariado de los países dependientes, etc. La contradicción burguesía imperialista y sus aliados versus clases populares de las naciones dependientes es la principal, porque su dilucidación facilita más que ninguna otra la resolución de las restantes. Esa zona de conflicto es la zona caliente, la de las tormentas. Aunque hay otras contradicciones tales como entre las burguesías imperialistas y las de los países dependientes, entre las mismas burguesías imperialistas, entre las clases populares, etc.
Sólo investigando esa compleja trama de contradicciones es que podremos concluir si las clases populares podrán conquistar gradualmente sus aspiraciones o si deberán recurrir a revoluciones. 'Arreglar las veredas' no es tarea exclusiva de los reformistas, de socialdemócratas, sino también tarea de los revolucionarios, porque sólo a partir de las luchas concretas las masas populares se esclarecen y organizan. Pero pregonar que se debe tan sólo "arreglar las veredas" es indicativo de la miopía de los 'pragmáticos' que se niegan a analizar las contradicciones y a ligarlas entre sí. Asimismo, plantearse la "revolución ya o nada", acusando de enemigos a todos quienes no acompañan esa tontería, es de sectas aisladas que recitan fórmulas vacías.
Amerita un estudio exhaustivo imposible de realizar en pocas líneas señalar cuándo son imperiosas las revoluciones para los trabajadores, para las clases populares y cuándo se puede avanzar gradualmente en conquistas parciales en beneficio de esas clases.
Nadie que no sea un desequilibrado se introduce en la 'vía más dolorosa' de la Revolución si se puede avanzar dentro de los marcos del sistema. Pero si hay desequilibrados individuales, o más comúnmente malos analistas políticos, los pueblos y la clase trabajadora, colectivamente por lo general, no se sumergen en acciones aventureras.
El camino de las revoluciones se inicia cuando se cierran los senderos que hacen posible las transformaciones en beneficio de las mayorías. Se inicia en procesos liberadores, a cuyo frente se han ubicado clases sociales diferentes. Las revoluciones liberales burguesas han sido prolíficas en realizaciones en el siglo XVII (la inglesa), en el XVIII (la norteamericana o francesa) o en el XIX (la hispanoamericana). Las revoluciones de intención socialista, protagonizadas por obreros, campesinos, pequeña burguesía e intelectuales principalmente, también han sido prolíficas en el siglo XX (rusa, china, vietnamita, cubana, etc.). Ese camino ha contado con diversos protagonistas en situaciones diferentes.
El camino del gradualismo reformista, igualmente, se ha basado en protagonistas y en circunstancias también disímiles. El más extendido ha sido el de la socialdemocracia europea. En otro marco geográfico, social, político, el batllismo ha obtenido ciertos éxitos.
La situación concreta uruguaya actual, ¿tiene afinidad con algunas de estas (u otras) experiencias reformistas? ¿Qué significado tendría hoy un nuevo batllismo? ¿O qué posibilidades tiene hoy un "Uruguay sueco"? ¿O un Uruguay en la ruta del 'modelo' neozelandés? Mientras estamos obligados a discutir estos temas para que nada nos sorprenda avancemos por el camino de las reformas todo lo que se pueda. La cuestión no es que elijamos o desaprovechemos la 'vía menos dolorosa'. La cuestión radica en que el imperialismo y sus aliados puedan cerrarnos esa vía. Su intención se evidencia en el golpe en Honduras, en la satelización de Colombia, en las amenazas golpistas en Paraguay, en el refuerzo de tropas en Afganistán, en el apoyo al sionismo genocida
––––––
OPINA
JORGE ANICETO MOLINARI (*)
“LLAVES SON LA MONEDA
Y EL SISTEMA IMPOSITIVO...”
Estimado Julio, casi siempre leo tus notas en La República.- Es un intento serio de apuntar al razonamiento político con una base ideológica.
De lo que se trata, no es de buscar o no coincidencias, sino ver cuales son los problema analizados y sus conclusiones.
El tema de si el camino son las reformas o la revolución, solo fue planteado correctamente en tiempos de Lenin, luego ha conocido una variedad voluntarista totalmente alejada del análisis marxista, en el que alguna manera hemos caído todos.
Sin el análisis del sistema y de sus crisis, es imposible predeterminar un camino.- El modo de producción determina la supra estructura, es ese modo de producción el que entra en crisis y resquebraja todas las elucubraciones que se han hecho sobre el.
Si hay 50 complejos empresariales en el mundo superior a cualquier Estado, este modo de producción hace inviable las revoluciones nacionales, aun cuando ellas se van a seguir produciendo.
Todos somos contestes de que de esta crisis global no se sale como se entró: ¿está cuestionado el modo de producción?, SI está cuestionado, pero no puede ser sustituido Estado por Estado, y ni siquiera por zonas de Estados. Cualquier intento empresarial estatal va a ser chupado por la dimensión de los grandes centros empresariales.
Este modo de producción, sin salidas, conduce a la guerra, a la destrucción, a la barbarie.
Pero toda la estructura social descansa en última instancia en la recaudación impositiva de los estados. La estructura militar también depende de esto. El 50 % del presupuesto de EE.UU. es para la guerra.
Por eso en esta etapa de la historia para ser revolucionarios, hay que ser primero reformistas, y no es contradictorio.
Necesitamos una alianza democrática en el mundo para atacar las dos llaves que permitan a la sociedad controlar el modo de producción y someterlo a la voluntad democrática de los pueblos. Esas llaves son la moneda y el sistema impositivo.
No es cuerdo hablar de reforma del Estado sin atacar el tema de la circulación del dinero, medio por el cual el capitalismo satisface sus necesidades de beneficio a lo que de lugar, enfrentando las necesidades de la gente. Lo que se pueda hacer nacionalmente, está limitado por esta realidad.
Somos consientes que esta reforma impositiva y monetaria conduce a crear una fuente de recursos universales, superior a la de cualquier complejo empresarial y es la única que puede conducir a poner a las ordenes de la construcción social el inmenso poderío militar existente.-
Lo primero para cualquier revolucionario es la conquista de la democracia, particularmente la económica.-
Un abrazo.
26 de diciembre 2009
ARREGLAR
LAS VEREDAS
Y REVOLUCIÓN
Escribe
JULIO A. LOUIS
Profesor
Aporte sustancial del materialismo dialéctico (el llamado "marxismo") es que su método de análisis es inductivo-deductivo, es decir que constantemente va de lo particular a lo general y de lo general a lo particular. Y una de las incomprensiones más frecuentes tanto del reformismo como del ultra izquierdismo es prescindir de esa metodología. Razonar acerca del pensamiento de cualquier figura por ejemplo de Lenin fijando la mira sobre los acontecimientos rusos en exclusividad, sin analizar simultáneamente el contexto europeo e internacional, conduce a dislates seudo teóricos. Congratularse porque Mujica, ex guerrillero, perciba las ventajas de la "vía menos dolorosa' y se vuelva socialdemócrata en Uruguay, como si éste fuera un país-mundo aislado del resto, es otra forma de rendición a la metodología unilateral, antidialéctica.
Analizar en una situación histórica concreta la gama de contradicciones es la metodología que permite captar la realidad en su conjunto, relacionando diferentes aspectos entre sí. El sistema capitalista dominante tiene como contradicción social fundamental la lucha entre las dos grandes clases antagónicas, de intereses contrapuestos: la burguesía y el proletariado (en la actualidad más genéricamente, los trabajadores asalariados). Esa contradicción, a su vez, se explaya en una gama de contradicciones concretas: entre la burguesía y el proletariado en las metrópolis, entre la burguesía y el proletariado en los países dependientes, entre la burguesía imperialista y el proletariado de los países dependientes, etc. La contradicción burguesía imperialista y sus aliados versus clases populares de las naciones dependientes es la principal, porque su dilucidación facilita más que ninguna otra la resolución de las restantes. Esa zona de conflicto es la zona caliente, la de las tormentas. Aunque hay otras contradicciones tales como entre las burguesías imperialistas y las de los países dependientes, entre las mismas burguesías imperialistas, entre las clases populares, etc.
Sólo investigando esa compleja trama de contradicciones es que podremos concluir si las clases populares podrán conquistar gradualmente sus aspiraciones o si deberán recurrir a revoluciones. 'Arreglar las veredas' no es tarea exclusiva de los reformistas, de socialdemócratas, sino también tarea de los revolucionarios, porque sólo a partir de las luchas concretas las masas populares se esclarecen y organizan. Pero pregonar que se debe tan sólo "arreglar las veredas" es indicativo de la miopía de los 'pragmáticos' que se niegan a analizar las contradicciones y a ligarlas entre sí. Asimismo, plantearse la "revolución ya o nada", acusando de enemigos a todos quienes no acompañan esa tontería, es de sectas aisladas que recitan fórmulas vacías.
Amerita un estudio exhaustivo imposible de realizar en pocas líneas señalar cuándo son imperiosas las revoluciones para los trabajadores, para las clases populares y cuándo se puede avanzar gradualmente en conquistas parciales en beneficio de esas clases.
Nadie que no sea un desequilibrado se introduce en la 'vía más dolorosa' de la Revolución si se puede avanzar dentro de los marcos del sistema. Pero si hay desequilibrados individuales, o más comúnmente malos analistas políticos, los pueblos y la clase trabajadora, colectivamente por lo general, no se sumergen en acciones aventureras.
El camino de las revoluciones se inicia cuando se cierran los senderos que hacen posible las transformaciones en beneficio de las mayorías. Se inicia en procesos liberadores, a cuyo frente se han ubicado clases sociales diferentes. Las revoluciones liberales burguesas han sido prolíficas en realizaciones en el siglo XVII (la inglesa), en el XVIII (la norteamericana o francesa) o en el XIX (la hispanoamericana). Las revoluciones de intención socialista, protagonizadas por obreros, campesinos, pequeña burguesía e intelectuales principalmente, también han sido prolíficas en el siglo XX (rusa, china, vietnamita, cubana, etc.). Ese camino ha contado con diversos protagonistas en situaciones diferentes.
El camino del gradualismo reformista, igualmente, se ha basado en protagonistas y en circunstancias también disímiles. El más extendido ha sido el de la socialdemocracia europea. En otro marco geográfico, social, político, el batllismo ha obtenido ciertos éxitos.
La situación concreta uruguaya actual, ¿tiene afinidad con algunas de estas (u otras) experiencias reformistas? ¿Qué significado tendría hoy un nuevo batllismo? ¿O qué posibilidades tiene hoy un "Uruguay sueco"? ¿O un Uruguay en la ruta del 'modelo' neozelandés? Mientras estamos obligados a discutir estos temas para que nada nos sorprenda avancemos por el camino de las reformas todo lo que se pueda. La cuestión no es que elijamos o desaprovechemos la 'vía menos dolorosa'. La cuestión radica en que el imperialismo y sus aliados puedan cerrarnos esa vía. Su intención se evidencia en el golpe en Honduras, en la satelización de Colombia, en las amenazas golpistas en Paraguay, en el refuerzo de tropas en Afganistán, en el apoyo al sionismo genocida
––––––
OPINA
JORGE ANICETO MOLINARI (*)
“LLAVES SON LA MONEDA
Y EL SISTEMA IMPOSITIVO...”
Estimado Julio, casi siempre leo tus notas en La República.- Es un intento serio de apuntar al razonamiento político con una base ideológica.
De lo que se trata, no es de buscar o no coincidencias, sino ver cuales son los problema analizados y sus conclusiones.
El tema de si el camino son las reformas o la revolución, solo fue planteado correctamente en tiempos de Lenin, luego ha conocido una variedad voluntarista totalmente alejada del análisis marxista, en el que alguna manera hemos caído todos.
Sin el análisis del sistema y de sus crisis, es imposible predeterminar un camino.- El modo de producción determina la supra estructura, es ese modo de producción el que entra en crisis y resquebraja todas las elucubraciones que se han hecho sobre el.
Si hay 50 complejos empresariales en el mundo superior a cualquier Estado, este modo de producción hace inviable las revoluciones nacionales, aun cuando ellas se van a seguir produciendo.
Todos somos contestes de que de esta crisis global no se sale como se entró: ¿está cuestionado el modo de producción?, SI está cuestionado, pero no puede ser sustituido Estado por Estado, y ni siquiera por zonas de Estados. Cualquier intento empresarial estatal va a ser chupado por la dimensión de los grandes centros empresariales.
Este modo de producción, sin salidas, conduce a la guerra, a la destrucción, a la barbarie.
Pero toda la estructura social descansa en última instancia en la recaudación impositiva de los estados. La estructura militar también depende de esto. El 50 % del presupuesto de EE.UU. es para la guerra.
Por eso en esta etapa de la historia para ser revolucionarios, hay que ser primero reformistas, y no es contradictorio.
Necesitamos una alianza democrática en el mundo para atacar las dos llaves que permitan a la sociedad controlar el modo de producción y someterlo a la voluntad democrática de los pueblos. Esas llaves son la moneda y el sistema impositivo.
No es cuerdo hablar de reforma del Estado sin atacar el tema de la circulación del dinero, medio por el cual el capitalismo satisface sus necesidades de beneficio a lo que de lugar, enfrentando las necesidades de la gente. Lo que se pueda hacer nacionalmente, está limitado por esta realidad.
Somos consientes que esta reforma impositiva y monetaria conduce a crear una fuente de recursos universales, superior a la de cualquier complejo empresarial y es la única que puede conducir a poner a las ordenes de la construcción social el inmenso poderío militar existente.-
Lo primero para cualquier revolucionario es la conquista de la democracia, particularmente la económica.-
Un abrazo.
26 de diciembre 2009
Jorge Aniceto Molinari
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