miércoles, 9 de diciembre de 2009

TESORO DEL VIEJO: SU CEREBRO



N. de R. Los temas que esta tocando la autora, no se refieren a la franja etaria de la vejez, en especial. Pero tratan de algo que es lo más importante para esa edad del adulto mayor: el cerebro.

CARNE QUE PIENSA
NEURONAS
y SINAPSIS

Escribe
Dra... SANDRA
AADMOT (*)

En su relato They’re Out of Meat, Terry Bisson describe a unas criaturas alienígenas dotadas de cerebros electrónicos que descubren un planeta, la Tierra, donde los organismos más sofisticados utilizan tejido vivo para pensar. Los alienígenas llaman a esos cerebros “carne que piensa”. La idea de que tu cerebro puede generar los sueños, la memoria, el acto de respirar y todos los procesos mentales de tu existencia puede parecer difícil de creer, pero es cierta.

Esto es particularmente impresionante si tenemos en cuenta el tamaño del cerebro humano. Considerando sus muchas funciones, el cerebro está comprimido en un espacio muy pequeño. Miles de millones de neuronas y células colaboradoras adicionales se comunican entre sí mediante un número astronómico de conexiones sinápticas; y toda esa actividad cabe en un objeto que pesa alrededor de un kilo cuatrocientos gramos, del tamaño de un melón pequeño.

Al igual que los melones pequeños –y que cada uno de los órganos de tu cuerpo– tu cerebro está compuesto de células. Las células son de dos tipos: las neuronas que hablan entre sí y con el resto del cuerpo, y las células gliales, que proporcionan la colaboración esencial para que funcione todo el asunto. Tu cerebro posee alrededor de cien mil millones de neuronas, finas, de forma retorcida y alargadas, y muchas más células gliales.

Observados desde cierta distancia, los cerebros de distintos animales parecen algo diferentes, pero todos ellos operan rigiéndose por los mismos principios generales. Las señales dentro de una neurona son transportadas por la electricidad. Cada neurona tiene más carga positiva en uno de los lados de la membrana que la envuelve que en el otro, debido a que iones positivos y negativos como el potasio y el cloruro no están repartidos de la misma manera.

Para enviar señales eléctricas desde una parte de la neurona hasta otra, la neurona abre canales que permiten el desplazamiento de los iones a través de la membrana, creando así una corriente que transporta una señal eléctrica a lo largo de la misma. Las neuronas reciben los datos a través de estructuras ramificadas parecidas a árboles y llamadas “dendritas” que combinan la información procedente de toda una serie de fuentes distintas.

Entonces la neurona envía una señal eléctrica mediante una larga estructura parecida a un cable, llamada “axón”, que transmite una señal química a otra neurona y así sucesivamente. Los axones pueden transmitir señales a través de grandes distancias; los más largos van desde tu columna vertebral hasta las puntas de los dedos de tus pies.
Circulando por los axones a velocidades de hasta quinientos metros por segundo, los picos transportan las señales procedentes de tu cerebro, hasta tu mano lo bastante de prisa para evitarte tener que sentir la mordedura de un perro o el calor del aceite de una sartén en la que estás friendo algo. Ayudan a todos los animales a alejarse del peligro inminente, y con rapidez. Los picos dan por finalizada su labor cuando llegan a la terminación del axón. En ese punto, las neuronas asumen su otra identidad, como máquinas de señales químicas. Cada una de las neuronas que hay en el cerebro recibe señales químicas procedentes de unas neuronas y envía señales químicas a otra.
(El tema continuará)
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(*) La doctora Sandra Aamodt, neuróloga e investigadora, (universidades de Rochester y Yale) es también editora de Nature Neuroscience la revista de investigación más destacada en temas relacionados con el cerebro. Con el neurólogo Sam Wang (Profesor en Princeton) ha escrito “Entra en tu cerebro” obra de divulgación, que tuvo gran éxito en el viejo mundo y que se acaba de traducirse al español. De esa fuente, sacados de contexto, son las notas que publicamos en el BLOG.

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