domingo, 14 de febrero de 2010

RECIBIMOS DE JORGE ZABALZA

AMORTIGUADORES

Escribe
JORGE ZABALZA

N. de R. Esta es una muy apretada síntesis de esta nota a que se refirió Jorge Aniceto Molinari. Tiene una extensión de 26 mil caracteres. Más o menos lo que ocupa toda la edición diario del Blog. Lo que damos aquí (6 mil) no esta bien, si se trata de dar una idea fiel del artículo.
No podemos hacer más. Pero como entendemos que, se comparta o no en partes o en todo este planteo, el mismo debe ser conocido. Por eso la hemos colgado, integra, a un Blog que se relaciona con este. El lector haciendo clic en el enlace que esta al final, puede acceder a la nota de Jorge Zabalza y allí si esta completa. FD
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ESTA ES LA OBLIGADA SÍNTESIS:
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Un ex-guerrillero tupamaro se colocará la misma banda presidencial que antes lucieron tantos prohombres del sistema, un hecho insólito realmente, con múltiples repercusiones, pues, por supuesto, significa una cosa para el pueblo asalariado que votó masivamente al Frente Amplio y otra, muy diferente, para los sectores que manejan la producción nacional, que sólo excepcionalmente lo votaron.
(..)Creo que deberé extenderme mucho más de lo permitido por los pocos medios escritos que pudieran publicar una columna de esta índole.
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UNO: más del 70% de los trabajadores ganan menos de 4.800 pesos, suma que les sirve para estar exonerados del IRPF, pero que no alcanza para cubrir las necesidades elementales. Los salarios y jubilaciones actuales son menores que los de 1997/98. Seguramente el bajo poder adquisitivo de los salarios, sea la razón para que el 62% de los trabajadores industriales haya sido expulsado hacia el cinturón irregular de Montevideo.

DOS: según las cifras oficiales, del millón y medio de personas que trabajan, unos 600.000 (el 40%) lo hacen en condiciones de precariedad, ya sea porque trabajan menos horas de las que aspiran o porque no tienen cobertura de la seguridad social, son los que lavan parabrisas, venden en la calle o son esclavizados por las empresas de seguridad y limpieza.

TRES: los niños no alcanzan a ser un 30% de la población del Uruguay, pero son la mitad de la población que vive por debajo del límite de pobreza; coletazo de lo anterior: uno de cada cinco niños ingresa a las escuelas con problemas de talla, raquitismo o bajo coeficiente intelectual; uno de cada cuatro escolares no termina sexto año, y uno de cada cuatro adolescentes no hace educación secundaria. Estas cifras se mantienen estables desde los ’90, el Uruguay es un país de viejos, pero en Uruguay la pobreza es infantil, es decir, el futuro es pobre.
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Nunca les ha ido tan bien a los ricos como ahora, reconoció en BÚSQUEDA Eduardo Bonomi, mano derecha del nuevo presidente. Parafraseando los dichos de un anarco amigo de Roger Rodríguez, puede afirmarse que el estilo de repartir la torta que tiene Astori, hace que los ricos sean mucho más ricos y los pobres sean un poco menos pobres. Con el gobierno progresista, los dueños del Uruguay hacen buenos negocios, aumentan sus ganancias y se les promete hasta el cansancio “estabilidad para las inversiones”, frase que en criollo significa “mantener estable la desigualdad”, sin embargo, protestan airadamente, pero es de puro reaccionarios, no porque tengan un motivo claro.
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Ahí están, como siempre... el rico con su riqueza y el pobre con su pobreza, el gallo rojo y el gallo negro prestos a reeditar su lucha eterna, dos ejércitos que se miran con recelo y velan sus armas, a la espera de la lucha final. “Amortiguación política de los conflictos sociales” fue el concepto que don Carlos Real de Azúa usó con acierto para describir el modo “pacífico y pacificador” de dominación, el que introdujo el batllismo a principios del siglo XX con el fin de postergar el choque frontal entre los dos ejércitos. Amortiguar es una estrategia funcional al capitalismo.

En el momento de fijar el monto del salario, la clase propietaria ejerce su poder de manera descarnada y los asalariados intentan recuperar una ínfima parte de lo que produjeron, es precisamente en ese momento que cobra sentido la amortiguación política, cuando los poderosos sustituyen el empleo de la fuerza represiva por múltiples mecanismos de mediación y negociación, su estrategia es desgastar y licuar la resistencia de los asalariados evitando la radicalización de la lucha de clases, jamás conveniente para quienes tienen todo que perder.
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El rasgo que caracterizó la generación de Ernesto Ché Guevara fue el “entregar la vida por la revolución social”, profesión de fe nacida en la lucha social en toda América Latina, determinación subjetiva previa a la opción política por la vía armada. La teoría marxista era la misma para todos, pero la mirada guerrillera la interpretaba a la luz de esa decisión de poner el cuero en la estaca, mirada muy diferente a la de quienes optaron por la lucha electoral y parlamentaria.

Cuando a los sobrevivientes de la derrota nos sacaron de los calabozos en marzo de 1985 y se nos impuso la legalidad tutelada, aquél rasgo “entregar la vida” quedó como suspendido en el aire, fué sustituido por la “intención revolucionaria”, definición muy etérea, casi que inasible, pues no implicaba otro compromiso que repetir algunas fórmulas y consignas. Como consecuencia lógica y natural del cambio en la subjetividad, la mirada de los sobrevivientes fue dejando de ser guerrillera y las cosas se comenzaron a interpretar desde una óptica muy diferente, pues ya no había que poner el cuero en la estaca.
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Como propuse en la primer frase de este ensayo, a pesar de lo prolongado del divague, he intentado explicar el insólito hecho de un ex-guerrillero asumiendo como presidente de la república, explicarlo buscando sus raíces en la historia del batllismo, autor intelectual del régimen político moderno del Uruguay, entenderlo como respuesta a las consecuencias de la exclusión social y política de sectores cada vez mayores de asalariados. Por muy porfiado que uno sea, la prédica revolucionaria no encuentra eco en el ejército de empobrecidos por los dueños del Uruguay, las víctimas del sistema capitalista no son receptivas a la voz revolucionaria, cabe reconocer que no es tiempo de insurrecciones, aunque las llamaradas estén alumbrando por toda América Latina.

Tal vez, como dicen muchos, sea cierto que no se puede hacer otra cosa, es lo que hay, valor...bueno, pues que que lo hagan Astori y Vázquez!. Que ellos olviden y perdonen a los criminales o se asocien a la intervención de los EEUU, verdaderamente no me duele, son lo que son, dijera Bandera Lima, sus actitudes políticas son coherentes con sus discursos de toda la vida, no engañan a nadie. Sin embargo, no creo que se haya sobrevivido a la derrota y el verdugueo para esto, no creo que los sobrevivientes deban ser los responsables de sostener el régimen democrático burgués, generando la confianza y el consentimiento sin los cuales no funciona la dominación pacífica. Duele ver a sobrevivientes de la gesta revolucionaria pasando del brazo con quienes no debieran, a los que cargan la mochila de los caídos siendo funcionales sino al sistema que quisimos voltear, si uno fuera creyente les diría, con el Flaco Dewaily...¡qué dios los ayude!.

JORGE ZABALZA

Para acceder a la nota completa, clic en este enlace:
http://americalapobre.blogspot.com/

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