LA REFORMA SANITARIA
DE ESTADOS UNIDOS
Escribe
FIDEL CASTRO
25 de Marzo 2010
BARACK OBAMA ES UN FANÁTICO CREYENTE DEL SISTEMA CAPITALISTA IMPERIALISTA IMPUESTO POR ESTADOS UNIDOS AL MUNDO. “DIOS BENDIGA A ESTADOS UNIDOS”, CONCLUYE SUS DISCURSOS.
Algunos de sus hechos hirieron la sensibilidad de la opinión mundial, que vio con simpatías la victoria del ciudadano afroamericano frente al candidato de la extrema derecha de ese país. Apoyándose en una de las más profundas crisis económicas que ha conocido el mundo, y en el dolor causado por los jóvenes norteamericanos que perdieron la vida o fueron heridos o mutilados en las guerras genocidas de conquista de su predecesor, obtuvo los votos de la mayoría del 50% de los norteamericanos que se dignan acudir a las urnas en ese democrático país.
Por elemental sentido ético, Obama debió abstenerse de aceptar el Premio Nobel de la Paz, cuando ya había decidido el envío de cuarenta mil soldados a una guerra absurda en el corazón de Asia.
La política militarista, el saqueo de los recursos naturales, el intercambio desigual de la actual administración con los países pobres del Tercer Mundo, en nada se diferencia de la de sus antecesores, casi todos de extrema derecha, con algunas excepciones, a lo largo del pasado siglo.
El documento antidemocrático impuesto en la Cumbre de Copenhague a la comunidad internacional -que había dado crédito a su promesa de cooperar en la lucha contra el cambio climático- fue otro de los hechos que desilusionaron a muchas personas en el mundo. Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero, no estaba dispuesto a realizar los sacrificios necesarios a pesar de las palabras zalameras previas de su Presidente.
Sería interminable la lista de contradicciones entre las ideas que la nación cubana ha defendido con grandes sacrificios durante medio siglo y la política egoísta de ese colosal imperio.
A pesar de eso, no albergamos ninguna animadversión contra Obama, y mucho menos contra el pueblo de Estados Unidos. Consideramos que la Reforma de Salud ha constituido una importante batalla y un éxito de su gobierno. Parece sin embargo algo realmente insólito que 234 años después de la Declaración de Independencia, en Filadelfia en el año 1776, inspirada en las ideas de los enciclopedistas franceses, el gobierno de ese país haya aprobado la atención médica para la inmensa mayoría de sus ciudadanos, algo que Cuba alcanzó para toda su población hace medio siglo a pesar del cruel e inhumano bloqueo impuesto y todavía vigente por parte del país más poderoso que existió jamás. Antes, después de casi un siglo de independencia y tras sangrienta guerra, Abraham Lincoln pudo lograr la libertad legal de los esclavos.
No puedo, por otro lado, dejar de pensar en un mundo donde más de un tercio de la población carece de atención médica y de medicamentos esenciales para garantizar la salud, situación que se agravará en la medida en que el cambio climático, la escasez de agua y de alimentos sean cada vez mayores, en un mundo globalizado donde la población crece, los bosques desaparecen, la tierra agrícola disminuye, el aire se hace irrespirable, y la especie humana que lo habita -que emergió hace menos de 200 mil años, es decir 3 500 millones de años después que surgieron las primeras formas de vida en el planeta- corre el riesgo real de desaparecer como especie.
Admitiendo que la reforma sanitaria significa un éxito para el gobierno de Obama, el actual Presidente de Estados Unidos no puede ignorar que el cambio climático significa una amenaza para la salud y, peor todavía, para la propia existencia de todas las naciones del mundo, cuando el aumento de la temperatura -más allá de límites críticos que están a la vista- diluya las aguas congeladas de los glaciares, y las decenas de millones de kilómetros cúbicos almacenados en las enormes capas de hielo acumuladas en la Antártida, Groenlandia y Siberia se derritan en unas pocas decenas de años, dejando bajo las aguas todas las instalaciones portuarias del mundo y las tierras donde hoy vive, se alimenta y labora una gran parte de la población mundial.
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Cualquiera comprende que tal sistema es insostenible, y por qué los sectores más ricos en Estados Unidos y sus aliados en el mundo defienden un sistema sólo sustentable con la ignorancia, las mentiras y los reflejos condicionados sembrados en la opinión mundial a través del monopolio de los medios de comunicación masiva, incluidas las redes principales de Internet.
Hoy el andamiaje se derrumba ante el avance acelerado del cambio climático y sus funestas consecuencias, que ponen a la humanidad ante un dilema excepcional.
Las guerras entre las potencias no parecen ser ya la solución posible a las grandes contradicciones, como lo fueron hasta la segunda mitad del siglo XX; pero, a su vez, han incidido de tal forma sobre los factores que hacen posible la supervivencia humana, que pueden poner fin prematuramente a la existencia de la actual especie inteligente que habita nuestro planeta.
Hace unos días expresé mi convicción de que, a la luz de los conocimientos científicos que hoy se dominan, el ser humano deberá resolver sus problemas en el planeta Tierra, ya que jamás podrá recorrer la distancia que separa el Sol de la estrella más próxima, ubicada a cuatro años luz, velocidad que equivale a 300 mil kilómetros por segundo -como conocen nuestros alumnos de secundaria básica-, si alrededor de ese sol existiera un planeta parecido a nuestra bella Tierra.
Estados Unidos invierte fabulosas sumas para comprobar si en el planeta Marte hay agua, y si existió o existe alguna forma elemental de vida. Nadie sabe para qué, como no sea por pura curiosidad científica. Millones de especies van desapareciendo a ritmo creciente en nuestro planeta y sus fabulosas cantidades de agua constantemente se están envenenando.
Las nuevas leyes de la ciencia -a partir de las fórmulas de Einstein sobre la energía y la materia, y la teoría de la gran explosión como origen de los millones de constelaciones e infinitas estrellas u otras hipótesis- han dado lugar a profundos cambios en conceptos fundamentales como el espacio y el tiempo, que ocupan la atención y los análisis de los teólogos. Uno de ellos, nuestro amigo brasileño Frei Betto, aborda el tema en su libro “La obra del artista: Una visión holística del Universo”, presentado en la última Feria Internacional del Libro de La Habana. (SINTESIS)
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