jueves, 15 de abril de 2010

CUBA EN EL CONTEXTO HISTORICO DE ESTE TIEMPO...


IZQUIERDA,
DISIDENTES
Y ESTALINISMO

Escribe
Ing. JUAN
GROMPONE (*)
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(Por gentileza del semanario
“VOCES del FRENTE”)

La muerte de un “disidente” cubano y los reiterados ataques de Chávez a la prensa opositora en Venezuela han movilizado a la izquierda a favor y en contra. Se han emitido declaraciones en uno y otro sentido pero, según mi punto de vista, no se ha tocado el punto fundamental del problema. Decir que perseguir o matar a los disidentes es estalinismo es cierto, pero no pasa de ser un adjetivo cuyo significado es impreciso. Decir que Cuba ha luchado contra el imperialismo o que hay otros países que también atentan contra los derechos humanos, es cierto; pero una virtud no justifica a un delito, ni un delito justifica a otro. Propongo entonces encarar este problema desde lo que entiendo que es el correcto punto de vista de la izquierda.

En la ciencia, el avance del conocimiento ocurre porque un “disidente” propone un nuevo experimento, una nueva interpretación o una conjetura que desafía a la “verdad oficial”. Einstein en 1905 desafió al enunciado de Newton acerca del tiempo y el espacio absolutos y de allí surgió la física relativista. Durante 15 años fue simplemente un “disidente”, autor de una “curiosa teoría” como algunos la calificaron. En 1919 la observación de un eclipse total de Sol mostró que la “curiosa teoría” predecía algo insospechado acerca de la gravitación y el comportamiento de la luz. Esto todavía no le valió el reconocimiento total, porque en 1921 recibió el premio Nobel, pero no por la relatividad sino por otra audaz “disidencia” –el fotón– que desafiaba a varias “verdades oficiales”: el carácter ondulatorio de la luz, la continuidad de la energía y lo absurdo de los cuantas de Plank.

Los ejemplos similares son muchos. La ciencia avanza por estos saltos que realizan los disidentes. Copérnico, Galilei, Newton, Lavoisier, Darwin o Mendel, eran todos “disidentes” y muchos de ellos sufrieron en carne propia su disidencia. Lo mismo ocurre con la tecnología. Un “disidente” inventó la FM en contra de la opinión generalizada de los ingenieros de telecomunicaciones; otros “disidentes” crearon los aviones, en contra de la “verdad oficial” que una máquina más pesada que el aire no podía volar. La “verdad oficial” en 1950 decía que solamente se podrían vender unas pocas decenas de computadoras científicas y militares, pero un “disidente” se animó a construir una máquina para uso comercial. No quiero abundar con más ejemplos.

El progreso es el resultado una contradicción –ésta es una tesis general de la dialéctica–, en este caso entre la "verdad oficial" y la "disidencia". Como tal, debiera ser un punto de partida para el análisis que debe realizar la izquierda del tema que nos ocupa.

¿Por qué el progreso social escaparía entonces a la tesis dialéctica? Eliminar la “disidencia” y solamente aceptar a la “verdad oficial” consolida a la inmovilidad social: todo está bien, no hay que cambiar nada. Stalin, que no era famoso por su vuelo teórico, jamás entendió la tesis dialéctica, pero además convirtió a la “disidencia” en “traición”, que se penaba con la muerte.

Veamos ahora el resultado de eliminar la disidencia. El mejor ejemplo es la vieja URSS que continuó siendo estalinista –algo atenuada luego de la muerte de Stalin– hasta la llegada de Gorbachov. Cuando se intentó reformar a la URSS era tarde y todos sabemos cómo terminó. Algunos disidentes de poco vuelo, que eran los que habían sobrevivido a las purgas, tomaron el poder y estos viejos obsecuentes se apoderaron de las empresas del estado. Hoy Rusia está manejada mayoritariamente por una mafia que resultó del exterminio sistemático de los “disidentes” que tenían ideas para mejorar a la sociedad soviética. Se ha convertido en un productor de materias primas.

Por contraposición, China advirtió tempranamente los vicios del estalinismo. En 1957 ocurrieron dos hechos decisivos: Mao rompió con la URSS y lanzó la campaña de las “100 escuelas de pensamiento” llevada adelante por Deng Xiaoping. Se trataba de una iniciativa para incentivar el pensamiento crítico, la disidencia, pero no ocurrió verdaderamente así. Deng, en uso del pensamiento crítico, rápidamente se convirtió en “disidente”. Cuando Mao lanzó en 1966 la segunda campaña para alentar el pensamiento crítico, la llamada ”revolución cultural”, Deng fue expulsado de la dirección de China. La “revolución cultural” estimuló a la disidencia pero destrozó a la economía, a la investigación y a la cultura. Mao dio marcha atrás y en 1974 Deng regresó a los primeros planos. Tomó la conducción de China, luego de la muerte de Mao en 1976, y marcó una línea de reformas que continúa hasta el presente. Deng, el ocasional “disidente”, fue el padre de la modernización y el visionario que orientó al país hacia convertirse en una potencia industrial como es hoy China.

La historia sirve, ante todo, para cometer nuevos errores y no repetir los errores viejos y conocidos. Los caminos y los resultados obtenidos por Rusia y China deberían servir de ejemplo para la izquierda internacional y para reafirmar la vieja tesis dialéctica de que el progreso nace de la contradicción. Cuba es un ejemplo perfecto que sigue el esquema ruso y se lo puede llamar estalinista, según lo expuesto. ¿Qué me puedo imaginar como destino próximo para Cuba? El mismo que para Rusia. Un buen día Fidel se morirá y entonces (o tal vez antes) los ricos cubanos de Miami se subirán a sus naves y desembarcarán en Cuba. Los burócratas oficialistas seguirán siendo oficialistas –porque han sido seleccionados darwinianamente para serlo– y se asociarán con los recién llegados. En unos pocos días se privatizará todo y una nueva mafia cubana borrará todos los logros sociales de la revolución cubana. Mala idea es eliminar a la “disidencia”. En una medida menor, lo mismo le pasará a Chávez con su carnavalesco “socialismo del siglo XXI”. Tal vez, si queda algún “disidente” de nivel, Venezuela no se convertirá en otro país controlado por la mafia, todo depende de cuán efectiva sea la obra de Chávez para destruir a los “disidentes”.

La izquierda uruguaya no está libre de segregar a los “disidentes”. No se llega al extremo de matarlos, pero sí de darles una muerte política y de considerarlos más o menos traidores. Hay demasiados ejemplos.
Estas son las palabras de un constante “disidente” de la izquierda oficial.
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(*) Ingeniero JUAN GROMPONE: (1939 Montevideo) en 1939. Ingeniero industrial. Director de Interfase S.A. y de Tilsor S.A. Docente en la Universidad de la República. Profesor visitante en universidades de América Latina y Europa. Consultor independiente. Autor de "Curso de Electromagnetismo" (Premio Labor 50 años), Barcelona, 1969; "Las Leyes de 'El Capital'", 1973; "Lógica Dialéctica", Revista de Epistemología, Facultad de Humanidades y Ciencias, Montevideo, 1989; "Yo, hombre. Tú, computadora", Montevideo, 1992; "La construcción del futuro. La danza de Shiva, volumen 5" 2001. Autor de varias novelas. Coautor de publicaciones: "De Puño y Letra", "Marx Hoy", "150 Años del Manifiesto Comunista.", Miembro de las Academias de Ingeniería y Letras, Uruguay. Autor de más de un centenar de artículos de lógica, epistemología divulgación científica, política científica, literatura
y otras áreas.

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