21 SIGLOS DESPUES
DE NUEVO CICERON
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
A pesar de los inconmensurables cambios de la humanidad en nuestro siglo (N.de R: el libro se editó en 1980), los valores esenciales de la persona humana permanecen, como la misma persona permanece. Ha cambiado la ciencia y la técnica, pero su autor, el ser humano, es el mismo, con sus intereses trascendentales, uno de los cuales es la vida en sí, y la etapa culminante de la vida: la vejez.
DE NUEVO CICERON
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
A pesar de los inconmensurables cambios de la humanidad en nuestro siglo (N.de R: el libro se editó en 1980), los valores esenciales de la persona humana permanecen, como la misma persona permanece. Ha cambiado la ciencia y la técnica, pero su autor, el ser humano, es el mismo, con sus intereses trascendentales, uno de los cuales es la vida en sí, y la etapa culminante de la vida: la vejez.
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Puede observarse en esa literatura, en las ciencias y las técnicas de la vejez progresos pero, salvas excepciones, deficiencia de filosofía y humanismo sobre el problema de envejecer. Para los griegos, los israelitas y los romanos antes de Cristo, carentes de la ciencia y de la técnica de hoy, la vejez fue, ante todo, una filosofía y un arte, como la vida misma, cuyo máximo documento ha llegado hasta nosotros desde el siglo I antes de Cristo, es decir hace 21 siglos: “De Senectute” (Sobre la Vejez) del romano Marco Tulio Cicerón, donde este pone en boca de un viejo admirable de 84 años, Catón el Censor, (Catón, el viejo) con una vida plena en todo momento, la gran lección para sus jóvenes contertulios Escipión, Emilio y Cayo Lelio. Es el primer gran documento humano sobre el tema.
Puede observarse en esa literatura, en las ciencias y las técnicas de la vejez progresos pero, salvas excepciones, deficiencia de filosofía y humanismo sobre el problema de envejecer. Para los griegos, los israelitas y los romanos antes de Cristo, carentes de la ciencia y de la técnica de hoy, la vejez fue, ante todo, una filosofía y un arte, como la vida misma, cuyo máximo documento ha llegado hasta nosotros desde el siglo I antes de Cristo, es decir hace 21 siglos: “De Senectute” (Sobre la Vejez) del romano Marco Tulio Cicerón, donde este pone en boca de un viejo admirable de 84 años, Catón el Censor, (Catón, el viejo) con una vida plena en todo momento, la gran lección para sus jóvenes contertulios Escipión, Emilio y Cayo Lelio. Es el primer gran documento humano sobre el tema.
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Es muy curioso notar como los autores modernos sobre la vejez muy pocas veces citan “De Senectute” de Cicerón, pero coinciden con él, salvo en el capítulo sobre el placer que Cicerón trata al modo muy severo de Catón, hoy totalmente revisado, porque la ciencia y la experiencia demuestran como los placeres de la vida no terminan sino con la vida y el viejo puede y debe disfrutarlos lícitamente, incluso en la sexualidad.
Es muy curioso notar como los autores modernos sobre la vejez muy pocas veces citan “De Senectute” de Cicerón, pero coinciden con él, salvo en el capítulo sobre el placer que Cicerón trata al modo muy severo de Catón, hoy totalmente revisado, porque la ciencia y la experiencia demuestran como los placeres de la vida no terminan sino con la vida y el viejo puede y debe disfrutarlos lícitamente, incluso en la sexualidad.
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Con excepción de este espartano ascetismo catoniano de Cicerón, lo escrito por Cicerón, hace dos mil años sobre la vejez, está vigente aun. Haber mantenido su validez por más de dos milenios son su mejor credencial. Uso la edición bilingüe “De Senectute” (latin–español), de Bosch, Casa Editorial Barcelona –1954– cuyos cuatro temas son:
Con excepción de este espartano ascetismo catoniano de Cicerón, lo escrito por Cicerón, hace dos mil años sobre la vejez, está vigente aun. Haber mantenido su validez por más de dos milenios son su mejor credencial. Uso la edición bilingüe “De Senectute” (latin–español), de Bosch, Casa Editorial Barcelona –1954– cuyos cuatro temas son:
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I. La ancianidad no impide la vida activa, ni la gestión de los negocios.
II. La ancianidad debilita algunas fuerzas corporales, pero compensa con la vigorización de las fuerzas mentales.
III. La vejez priva de ciertos placeres, pero conserva y desarrolla otros hasta la edad más avanzada.
IV. La vejez es vecina de la muerte. Pero, según el orden de la naturaleza, la muerte no debe ser temida sino deseada como tránsito a otra vida inmortal.
I. La ancianidad no impide la vida activa, ni la gestión de los negocios.
II. La ancianidad debilita algunas fuerzas corporales, pero compensa con la vigorización de las fuerzas mentales.
III. La vejez priva de ciertos placeres, pero conserva y desarrolla otros hasta la edad más avanzada.
IV. La vejez es vecina de la muerte. Pero, según el orden de la naturaleza, la muerte no debe ser temida sino deseada como tránsito a otra vida inmortal.
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Cicerón encuentra en los años una “carga opresora y amenaza cercana” pero también un don, y, en la reflexión, la vejez se la hace “dulce y placentera”... y en la filosofía una habitación para pasar sin molestias todas las edades de la vida. El autor escoge a Catón, el Censor, octogenario, quien soporta, trabajando, con gran facilidad la vejez, tan odiosa a la generalidad. Catón, da la explicación de su ancianidad placida, satisfactoria y útil: “Toda edad es gravosa para los que en sí mismos ningún recurso tienen para vivir honrada y felizmente; en cambio, a los que buscan en si mismos todos los bienes, nada que les sobrevenga, por necesidad natural, puede parecerles malo”...
Cicerón encuentra en los años una “carga opresora y amenaza cercana” pero también un don, y, en la reflexión, la vejez se la hace “dulce y placentera”... y en la filosofía una habitación para pasar sin molestias todas las edades de la vida. El autor escoge a Catón, el Censor, octogenario, quien soporta, trabajando, con gran facilidad la vejez, tan odiosa a la generalidad. Catón, da la explicación de su ancianidad placida, satisfactoria y útil: “Toda edad es gravosa para los que en sí mismos ningún recurso tienen para vivir honrada y felizmente; en cambio, a los que buscan en si mismos todos los bienes, nada que les sobrevenga, por necesidad natural, puede parecerles malo”...
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Aquí, en estos dos sí mismos hallamos una gran clave: somos nosotros mismos los agentes – el objeto y el sujeto – de nuestra vejez, los responsables de vivirla. Nosotros y no otros. Aquí también podría decirse: no hay vejez sino viejos. Y otro hallazgo: la búsqueda de los bienes en sí mismo significa fe, seguridad y estabilidad, tres factores muy tenidos en cuenta hoy para el bienestar de la tercera edad. El lamento contra la vejez es insensato: “Todos desean alcanzarla, y al tenerla la vilipendian”...
Aquí, en estos dos sí mismos hallamos una gran clave: somos nosotros mismos los agentes – el objeto y el sujeto – de nuestra vejez, los responsables de vivirla. Nosotros y no otros. Aquí también podría decirse: no hay vejez sino viejos. Y otro hallazgo: la búsqueda de los bienes en sí mismo significa fe, seguridad y estabilidad, tres factores muy tenidos en cuenta hoy para el bienestar de la tercera edad. El lamento contra la vejez es insensato: “Todos desean alcanzarla, y al tenerla la vilipendian”...
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La vejez, como toda obra de la naturaleza, está bien hecha. “Os diré que en esto sí soy sabio, al seguir al mejor de los genios, la naturaleza, y obedecerla como a un díos; no es verosímil que habiendo compuesto bien las otras edades de la vida, se haya descuidado como un poeta sin arte, en el último acto”... Los tratadistas contemporáneos, con excepciones muy contadas, concuerdan en que la naturaleza es la gran terapia para el viejo, sin olvidar los recursos de la ciencia y la técnica, de hoy.
La vejez, como toda obra de la naturaleza, está bien hecha. “Os diré que en esto sí soy sabio, al seguir al mejor de los genios, la naturaleza, y obedecerla como a un díos; no es verosímil que habiendo compuesto bien las otras edades de la vida, se haya descuidado como un poeta sin arte, en el último acto”... Los tratadistas contemporáneos, con excepciones muy contadas, concuerdan en que la naturaleza es la gran terapia para el viejo, sin olvidar los recursos de la ciencia y la técnica, de hoy.
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“Muchas veces he presenciado las lamentaciones de gentes de mi edad... pero a mi me parecían que no acusaban lo que tenían que acusar... Pues si esto (los lamentos contra la vejez) sucediera por culpa de la vejez, lo mismo me sucedería a mí y a todos los hombres de edad, de los cuales he visto a muchos soportar la vejez sin lamentos... La culpa de todas estas lamentaciones radica en el carácter, no en la vida... Los necios imputan a la vejez sus propios defectos y su culpa”... Hoy está establecido Comcel viejo achaca a la vejez enfermedades y percances no causadas por la vejez, sino por otras razones.
“Muchas veces he presenciado las lamentaciones de gentes de mi edad... pero a mi me parecían que no acusaban lo que tenían que acusar... Pues si esto (los lamentos contra la vejez) sucediera por culpa de la vejez, lo mismo me sucedería a mí y a todos los hombres de edad, de los cuales he visto a muchos soportar la vejez sin lamentos... La culpa de todas estas lamentaciones radica en el carácter, no en la vida... Los necios imputan a la vejez sus propios defectos y su culpa”... Hoy está establecido Comcel viejo achaca a la vejez enfermedades y percances no causadas por la vejez, sino por otras razones.
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(...) Cicerón se da cuenta de que el ejemplo de los viejos eximios no entra en el promedio, por excepcional. Cita por eso, casos de vejez afortunada en el ciudadano común, especialmente entre los campesinos de la campiña romana, que repiten, a su escala, la proeza de Cemcio, con sus 107 años cumplidos, sin haber interrumpido nunca su actividad. La vejez no es inactividad. Lo que perdemos en fuerza física lo ganamos en fuerza mental.
(...) Cicerón se da cuenta de que el ejemplo de los viejos eximios no entra en el promedio, por excepcional. Cita por eso, casos de vejez afortunada en el ciudadano común, especialmente entre los campesinos de la campiña romana, que repiten, a su escala, la proeza de Cemcio, con sus 107 años cumplidos, sin haber interrumpido nunca su actividad. La vejez no es inactividad. Lo que perdemos en fuerza física lo ganamos en fuerza mental.
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“La memoria se debilita con los años? Lo creo si no la ejercitas. El anciano recuerda todo lo que le interesa. Conservan los ancianos sus facultades mentales con tal que subsistan en ellos el interés y la aplicación” El desfallecimiento de los años es más causado por los desarreglos de la juventud que por los de la vejez. Tengo ochenta y cuatro años... cierto que no tengo las energías que tenía cuando era soldado en la guerra púnica... pero no me ha enervado ni abatido la vejez y la curia no siente la falta de mis fuerzas, ni el foro, ni mis amigos, ni mis clientes. Hacerse viejo pronto, si quiere uno ser viejo mucho tiempo” Lo que es yo, ya quisiera ser viejo menos tiempo, a ser viejo antes de tiempo. El curso de la vida está predeterminado y la ruta de la naturaleza es una sola y es sencilla; a cada edad de la vida se le ha dado el carácter peculiar.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
“La memoria se debilita con los años? Lo creo si no la ejercitas. El anciano recuerda todo lo que le interesa. Conservan los ancianos sus facultades mentales con tal que subsistan en ellos el interés y la aplicación” El desfallecimiento de los años es más causado por los desarreglos de la juventud que por los de la vejez. Tengo ochenta y cuatro años... cierto que no tengo las energías que tenía cuando era soldado en la guerra púnica... pero no me ha enervado ni abatido la vejez y la curia no siente la falta de mis fuerzas, ni el foro, ni mis amigos, ni mis clientes. Hacerse viejo pronto, si quiere uno ser viejo mucho tiempo” Lo que es yo, ya quisiera ser viejo menos tiempo, a ser viejo antes de tiempo. El curso de la vida está predeterminado y la ruta de la naturaleza es una sola y es sencilla; a cada edad de la vida se le ha dado el carácter peculiar.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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