jueves, 19 de agosto de 2010

LA VEJEZ... ESA COSTUMBRE DE LA GENTE...

EL CEREBRO

Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ
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El cerebro es el prodigio de esa maravilla que es su cuerpo. Gracias a él, usted piensa, reflexiona, recuerda, siente, se comunica con los demás y con usted mismo, habla e imagina. Su cerebro regula los millones de operaciones simultáneas realizadas por su cuerpo. De él parten la mayoría de los mensajes, órdenes o señales que ponen en función muchos órganos. Pero ante todo, él, su cerebro, es el asiento, el instrumento de su razón, gracias a la cual nos distinguimos de los animales, y, después de haber salido de las cavernas, vamos ya en los astros.
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Esto no es una figura literaria. Analice el ser humano de las cuevas y vea ahora a la persona del cosmos, caminante por la luna y explorador de Marte. A nuestro cerebro debemos haber podido sobrevivir a todas las catástrofes cósmicas. El ser humano es, entre los animales superiores, uno de los más pequeños. Sin embargo, logró superar los conflictos geológicos y climáticos, donde perecieron otros animales, mucho más grandes en peso y estatura, que están ahora fosilizados, hoy apenas esqueletos, visibles en los museos de historia natural. El ser humano en cambio, a pesar de tantas amenazas, está vivo, ahí, gracias a su cerebro, más desarrollado que nunca, después de haber vencido a sus enemigos del reino vegetal y del reino animal y a las fuerzas internas y externas del planeta.
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Solamente poder sobrevivir, después de que el hombre nace como la más desprotegida de las aves, es ya una hazaña de nuestro cerebro. El nos ha enseñado como resistir. El cerebro le permite al torero desafiar la tromba de bravura y fiereza del toro de lidia, al jinete hacer de los potros salvajes sus fieles aliados y amigos del camino, al sabio fisurar el átomo, medir las estrellas. Gracias al cerebro, vencemos a los enemigos. Si los orangutanes y chimpancés en vez de tomar el garrote con la mano plana hacia abajo, horizontalmente, lo hicieran tomándolo con la mano vertical, como nosotros, nos habrían exterminado. Si las serpientes venenosas tuvieran un gramo de nuestro cerebro, nos hubieran destruido y, si nuestro cerebro no nos hubiera defendido de la mosca Tse-Tsé, todos estuviéramos dormidos para siempre...
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El Dr. Mosqueira se complace en calcular como, si la ciencia y la técnica pudieran algún día construir una imitación del cerebro humano, hipótesis poco probable, resultaría una máquina tan grande como el alto rascacielos del mundo, el Empire State, de 102 pisos en una base dos veces superior a la del terreno de ese edificio, sin que funcionara como cerebro pensante. Y, en cambio, si, amigo, el nuestro cabe en una taza de sopa y pesa solament3e, un promedio entre 14000 y 1500 gramos. Y, además, si lo usamos, con la edad obra mejor.
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El cerebro es el único órgano de nuestra anatomía cuyas células no se renuevan. Si se renovaran, no tendríamos memoria, porque esta se estampa en ellas y desaparecería con ellas. Por eso los viejos, si dejan morir sus células cerebrales, tan vulnerables al alcohol, van perdiendo la memoria. Este descubrimiento de la ciencia de hoy recuerda la teoría de San Agustín –hace 15 siglos– según la cual la memoria era una especie de serie de cajoncitos en la cabeza, (neuronas) donde guardamos las imágenes de los recuerdos. Vamos a continuar. No nos cansaremos de repetir que el cerebro es lo más importante que puede tener el viejo.
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El cerebro es el único órgano de nuestra anatomía cuyas células no se renuevan.Si se renovaran no tendríamos memoria, porque la memoria se estampa en ellas y si ellas desaparecen, desaparece la memoria, entre otras funciones. Estas células no se renuevan, pero, por ser tantas, las neuronas nos alcanzan para una vida de 110 años, a pesar de las que van muriendo todos los días. A otras muchas destruye el alcohol, la nicotina, el exceso de drogas, la mala nutrición, las grandes fatigas y la falta de uso.
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Estas neuronas, como todo aquello que no se usa en el organismo, mueren también por falta de empleo. En cambio se vitalizan, se restauran y se energizan con el ejercicio mental. Quienes piensan continuamente mantienen su energía cerebral por más años durante la vejez. El ocio mental es tan perjudicial como el físico. Ambos destruyen, sobre todo en la vejez. La persona común no aprovecha sino el 5 por ciento de su potencia mental. Cuando la persona llega al 10 por ciento, ya es extraordinario, cuando va en el 15, ya tiene poderes mentales capaces de gran talento.
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Con el 20 por ciento de aprovechamiento mental comienza el prodigio de verdad, y el milagro del genio. El cerebro es lo mejor que usted tiene en la vejez. Usted vera como muchas de las obras maestras de la ciencia y el arte de la humanidad fueron producidas por viejos entre 60n y los 90 años. En el cerebro esta impreso aquello que usted vio, sintió, estudio, pensó y reflexionó antes. Una reserva muy útil ahora. Todo un arsenal apto para tantos usos, incluso para el de la experiencia y la sabiduría. Y su cerebro funciona sin usted lo pone en marcha. Vigile y piense, no lo deje dormir.
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El cerebro suyo, así provisto de recursos, es un gran instrumento para hacernos útiles y seguir viviendo. Los niños lo veneran, los jóvenes lo envidian, los maduros lo necesitan. Empléelo a fondo, sin temor. No lo sobrecargue, porque le puede dar un colapso, pero no lo deje ocioso porque se le muere. En la vejez hay una regla para todo: el justo medio. La norma de Horacio a los Pisones es una regla para usted: “Hay ciertos límites, más acá de los cuales, o mas allá de los cuales, no puede existir la rectitud.”.
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El cerebro de la persona humana, en proporción a la estatura y al peso humano es grande: un promedio de kilo y medio, para 70 kilos en promedio. En la ballena es de 9 kilos para seis mil kilos de masa total. Pero a diferencia de lo que se pensaba en el siglo pasado, no son el volumen ni el peso del cerebro los determinantes de la inteligencia. El cerebro de Einstein pesaba lo mismo que el de su portero. En realidad la capacidad intelectiva, cognoscitiva y rectora del cerebro se origina en su organización interna y en la divina chispa creadora que lo ilumina.
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Günter Haaf dice...”El cerebro humano es el órgano más eficaz para la elaboración de información. En un centímetro cúbico almacena diez mil veces más información que las mejores computadoras existentes” y agrega el mismo autor: “Nuestro cerebro, una masa viscosa gris rosácea, de apenas kilo y medio de peso, es el órgano más complicado que produjo la naturaleza. El puente y el cerebro dirigen las funciones corporales vitales. El tronco, rodeado totalmente por el cerebro, con sus glándulas (hipófisis, glándula pineal) controla entre otros, el sentimiento. La muy plegada corteza gris el cerebro es la sede del lenguaje, la memoria y la conciencia. Cerca de ochenta mil millones de células nerviosas, reunidas en diez mil millones de neuronas (microcircuitos biológicos) y entrelazadas por quinientos billones de contactos (sinopsis) hacen del Homo el Hombre pensante”
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.

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