El área destruida por el terremoto y tsunami a 6 kilómetros de distancia de la central nuclear de Fukushima(Athit Perawongmetha/Getty Images) |
JAPÓN: DESOLADOR PAISAJE
EN LA ZONA CERO DE FUKUSHIMA
Europa Press – EFE –
“El Pais” Madrid
22 de abril de 2011
La denominada zona cero tras la evacuación de los pobladores en un radio de 30 kilómetros en torno a la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi encierra un panorama más de desolador, terrorífico.
Aún se logra apreciar algunas luces encendidas de aquellas casas cuyos dueños, víctimas del pánico, partieron dejándolo todo para nunca más volver.
Algunas prendas continúan colgadas esperando caer por los vientos que por estos días son ligeros en el país asiático. En las calles, solo un grupo de gatos y perros evidencian que alguna vez hubo vida por esos lares.De vez en cuando algunos trabajadores, envueltos en vestimentas antiradiación se movilizan en vehículos con protección. Un expendedor de bebidas aún funciona, de él las gaseosas salen heladas y los cafés calientes, pero nadie se atreve a beberlos.
Según informa el portal 'Información.com', las radiaciones continúan filtrándose desde la planta nuclear afectada por el terremoto y el tsunami que azotó el noreste de Japón el 11 de marzo. La compañía Tokyo Electric Power Company (Tepco), que gestiona la planta nuclear, ha anunciado que las decenas de miles de familias que tuvieron que ser evacuadas de sus casas recibirán una compensación económica de unos 12.000 dólares (unos 8.300 euros).El site web da cuenta que las radiaciones liberadas por Fukushima son tan sólo una décima parte de las de Chernóbil; sin embargo, el accidente ha recibido la misma máxima calificación en la escala INES (que define la gravedad de un accidente nuclear).
“Nos fuimos lo más rápido que pudimos, y no llevamos nada con nosotros. Tuve que regresar para coger cosas como cuentas bancarias y algunos documentos importantes tan pronto como fue posible (…) Hoy es la tercera vez que regreso en todo este tiempo para recoger algunos platos, alguno recuerdos y cosas para los chicos”, señala Toshimi Oowada, quien vivía en la ciudad de Tomioka, a 10 kilómetros de la planta nuclear.
El gobernador de Fukushima, Yuhei Sato, se reunió hoy viernes con el presidente de TEPCO, Masataka Shimizu, y le comunicó que no permitirá que la maltrecha central de Fukushima Daiichi vuelva a funcionar, informó la agencia local Kyodo. Fue la primera reunión entre ambos desde que comenzó la crisis nuclear, después de que en las últimas semanas Sato rechazara dos veces encontrarse con el presidente de Tokyo Power Electric Company (TEPCO), que opera la central afectada por el tsunami del pasado 11 de marzo. A finales de marzo la compañía informó que desmantelaría cuatro de los seis reactores de la planta, sin especificar cuáles eran sus planes para los otros dos restantes.
El responsable de TEPCO pidió perdón por la situación de emergencia y los problemas creados a los habitantes de Fukushima y prometió que la empresa estabilizará los reactores lo antes posible para que los evacuados puedan regresar a sus casas. En la planta los trabajadores inyectan agua de manera continua en las vasijas de los reactores 1, 2 y 3 para intentar enfriarlas, utilizando bombas alimentadas por generadores eléctricos situados fuera de la central.También se está inyectando nitrógeno en la vasija de contención del reactor 1 para reducir la posibilidad de una explosión por combustión de hidrógeno en su interior.
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Fukushima ha sacudido la autoestima de la ingeniería de Japón. El país no solo ha admitido que va a tardar casi un año en controlar la nuclear -en el mejor de los casos-, sino que ha pedido ayuda al exterior. Primero solicitó a la francesa Areva expertos para tratar el agua radiactiva que se escapa de la central, y ahora ha visto cómo han sido robots de EE UU los primeros en entrar en los edificios de los reactores para medir la radiactividad. Un duro golpe para el país que se consideraba el padre de la robótica. El Gobierno japonés aprueba un presupuesto de 33.000 millones de euros para la reconstrucción.
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La empresa que se apunta la medalla de Fukushima es iRobot, fundada hace 21 años por ingenieros del Instituto de Tecnología de Massachusetts, el prestigioso MIT. La firma fabrica robots militares para las tropas de EE UU en Afganistán e Irak, y sus máquinas inspeccionaron en el lecho marino el vertido de BP en el golfo de México y trabajaron en las Torres Gemelas tras el 11-S. Que sea tecnología de EE UU la elegida demuestra los diferentes enfoques que da cada país a los robots. Japón es líder mundial en el sector, pero buena parte del desarrollo lo ha dedicado a robots humanoides, destinados al ocio.
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El consejero delegado de iRobot, Colin Angle, dejó patente la diferencia en una entrevista en 2010 en la revista especializada Pocket-lint: "Los robots no deberían tener piernas. Los brazos tienen sentido y la cabeza también. Nosotros no tenemos ruedas, pero los robots pueden. (...) En Japón los robots se usan como símbolo de estatus y como herramientas de marketing. Sus empresas no crean beneficios, sino sueños". La prueba de que busca la utilidad es el producto estrella de iRobot, el aspirador Roomba, que "limpia todo tipo de suelos, las esquinas y los rodapiés y debajo de los muebles". Es un sencillo disco que gira sin cables por el suelo aspirando el polvo. Solo en España el año pasado se vendieron más de 80.000 unidades (entre 349 y 599 euros, depende del modelo) y en el mundo hay más de cinco millones de aparatos, según el distribuidor, Ges Solutions.
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Un portavoz de iRobot explica en un correo electrónico que la empresa obtuvo el año pasado 400 millones de dólares en ingresos y emplea a 600 personas. Gracias al aspirador, el 66% de los ingresos procedió del sector doméstico, que ha superado al militar. El 18 de marzo, solo una semana después del terremoto, la empresa envió cuatro robots a Japón: dos Packbot 510 (para explorar el terreno) y dos del modelo Warrior 710 (capaces de levantar carga pesada). Iban equipados con sistemas para medir la radiación. Seis empleados de iRobot viajaron a Japón para instruir a los operarios de la eléctrica Tepco. Francia y Alemania, entre otros, habían ofrecido sus propios robots, algunos especialmente diseñados para entrar incluso a los reactores nucleares, donde la radiación es tan alta que daña los equipos electrónicos.
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Los robots que han entrado a Fukushima son los PackBot, los mismos que el Ejército de EE UU envió a Afganistán en 2002 para inspeccionar cuevas y búnkeres en busca de bombas. Entraron primero en los edificios de los reactores 1 y 3, donde nadie ha pisado desde el terremoto-tsunami del 11 de marzo. No enviaron buenas noticias: la radiactividad en el reactor 1 osciló entre los 10 y los 49 milisievert a la hora; en el 3, entre 28 y 57. En el reactor 2 no pudieron ver nada porque la humedad, de más del 90%, empañó la cámara. La radiación medida ahí era menor, 4,1 milisievert a la hora.
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Como la dosis máxima para un trabajador en Fukushima es de 250 milisievert en un año (nivel dos veces y media el de situaciones normales), cada operario no podría estar más de cinco horas en el edificio. De los aproximadamente 300 empleados que están en la planta, 28 no podrían estar ni ese tiempo, porque ya han pasado el límite de 100 milisievert. Además, hay subcontratas que rechazan las ofertas de Tepco para trabajar en Fukushima a pesar de los elevados salarios. Los robots no rechazan la tarea.
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