lunes, 21 de noviembre de 2011

EL HECHO VISIBLE ES QUE ESPONTÁNEAMENTE, COMO PARTE DEL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA, EL SOCIALISMO NO GENERA LÍDERES,



 Martes 22 de noviembre 2011

CUBA:
REFORMAS Y LIDERAZGOS

Escribe
JORGE GÓMEZ BARATA (*)
especial para ARGENPRESS
21 de noviembre 2011
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(*) Jorge Gómez Barata- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
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Una revisión de los pronunciamientos realizados por el presidente cubano Raúl Castro a lo largo de cincuenta años revela que bajo el magisterio de Fidel, en cumplimiento de importantes tareas, entre otras la edificación y conducción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el diseño del sistema defensivo nacional; así como la construcción y la dirección del Partido, el actual mandatario desarrolló una temprana y sostenida preocupación por la cuestión de los “cuadros” y por la llamada “política de cuadros”.
Del estudio de las palabras y los actos del Presidente del Consejo de Estado, Jefe del Gobierno y Primer Secretario del Partido al respecto, pueden colegirse tres razones que explican semejante preocupación.

(1) El Presidente asume el criterio marxista acerca del papel decisivo de los individuos en los procesos sociales y de los liderazgos en la historia;

(2) Comparte el punto de vista de que los cuadros son a la Revolución y al socialismo lo que la columna vertebral al cuerpo humano. Se trata del sostén de toda la estructura, el órgano del cual dependen la capacidad para andar y la flexibilidad para adoptar diferentes posiciones, maniobrar, sortear obstáculos y enfrentar turbulencias;

(3) Raúl adquirió una temprana conciencia de que en el socialismo los cuadros no surgen espontáneamente y aquellos que el sistema logra formar tienen una vida y una vigencia limitada, son frágiles, vulnerables e impredecibles, todo lo cual demanda una renovación constante.

Espontáneamente el socialismo no genera líderes

 Por alguna extraña razón (creo yo que por problemas estructurales y defectos congénitos del sistema político), en 70 años de construcción socialista en la Unión Soviética, cincuenta años en casi una decena de países de Europa Oriental, un dilatado proceso en China y Vietnam y una vasta experiencia en Cuba, raras veces surgieron figuras de la talla de aquellos que encabezaron los procesos históricos y en ningún caso hubo líderes obreros, estudiantiles, juveniles o femeninas que puedan ser nombrados.

Con la excepción de China y Vietnam donde las reformas abrieron ciertas opciones, la carencia y la insolvencia de los cuadros de segunda generación es una regularidad que ha estado presente en el socialismo.

Debido al hecho visible de que espontáneamente, es decir como parte del funcionamiento del sistema, el socialismo no genera líderes, en todas partes se acudió al expediente de “crearlos”, es decir formarlos mediante actos conducidos ex profeso. En ese cometido todos los países socialistas y también Cuba han fracasado. Las experiencias negativas más significativas tienen nombres y apellidos.

Tal vez el error haya sido no percatarse de la incapacidad del sistema para auto renovar sus activos humanos con cualidades de liderazgos o quizás al intuir el alcance del fenómeno y para evadir la necesaria crítica y la enorme revisión que esa toma de conciencia supone; en todas partes se prefirió tratar de encontrar soluciones remediales expresadas en la fórmula de “formar los cuadros” mediante “políticas de cuadros”.

Si bien el paliativo funciona en aquellas aéreas donde las aptitudes y cualidades de los directivos se pueden desarrollar mediante procesos docentes, ejercicios académicos y con la práctica, el desempeño profesional y la experiencia; Dando lugar a la formación de jefes militares talentosos, eficaces administradores, buenos profesores y científicos brillantes, no se generan líderes políticos, sindicales, estudiantiles, femeninas y mucho menos estadistas.

Si estos razonamientos tuvieran algún merito la pregunta es: ¿Cuál es el camino? ¿Insistir en la fórmula fallida de “crear cuadros” o enmendar el sistema para que sea capaz de producirlos de ese modo reproducirse a sí mismo?

No tengo la respuesta y es probable que individualmente nadie la tenga; la tarea concierne al Partido, expresión de la inteligencia y el talento colectivo de la Revolución que, de cara a la próxima Conferencia Nacional, ha creado un escenario adecuado para avanzar en esa y otras direcciones.

Naturalmente, puedo estar equivocado. Poco importa; ese error no daña. Quien no puede equivocarse es el Partido, cabeza y alma de la Revolución. En él y en sus líderes confía el pueblo. Allá nos vemos.

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