lunes, 28 de noviembre de 2011

ES OBVIO QUE VIVIMOS UN NUEVO TIPO DE GUERRA MONETARIA EN EUROPA . CON VÍCTIMAS REALES


Martes 29 de noviembre 2011

LA GUERRA DEL EURO

Escribe
GORKA 
LARRABEITI (*)
Publico: Rebelión
27 de noviembre 2011.
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(*) Gorka Larrabeiti (España) Autor y traductor vasco nacido en 1967. Profesor de español. Traduce del italiano y escribe artículos sobre Italia y Europa. Miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. . Periodista. Publica en importantes medios de Europa-
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Repasemos titulares de otra semana de refriegas en Europa. S&P rebaja el rating de Bélgica hasta AA. La Italia de Monti supervisada por la Troika coloca deuda con cifras de colapso. El Gobierno de Rajoy estudia pedir ayudas a la UE y el FMI si el BCE no compra deuda. Hungría, cuya calificación se rebajó a la de bono basura, ha pedido ayuda al Fondo Monetario Internacional. Fitch considera la deuda de Portugal bono basura. Rumores de recorte del rating de Francia debidos a la noticia del desacuerdo entre Francia, Bélgica y Luxemburgo para encontrar entre 30.000 y 40.000 millones de liquidez urgentemente para el grupo financiero Dexia.

Fracaso de la subasta de los bonos alemanes a 10 años el pasado día 23: el 35% no se vendieron, y eso que el Bundesbank se compró 2.356 millones para maquillar el peor resultado que ha tenido nunca. La crisis europea de la deuda soberana se define ya como sistémica, la Reserva Federal de los EEUU anuncia que someterá a los bancos a test de stress ante un posible colapso del euro, y enseguida los bancos estadounidenses informan de que están preparándose para un escenario de derrumbamiento del euro. Los “mercados” sólo se fían de países como Reino Unido, Suiza o EE.UU que cuentan con bancos centrales capaces de garantizar la deuda.
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La Comisión Europea ha seguido presionando esta semana para que se introduzcan eurobonos (en el Libro Verde que presentó la Comisión los llaman “bonos de estabilidad”), pero la Alemania de Merkel se niega a que el BCE sea un prestamista de última instancia porque tienen miedo de que una medida de emergencia se vuelva un estado de normalidad. En sustancia: los alemanes calvinistas no se fían de los pícaros meridionales y exigen refuerzo de controles y sanciones contra quienes infrinjan las medidas de austeridad que se impongan sobre la deuda. Dura demasiado este pulso peligroso.

El tiempo pasa, los rescates no llegan, la reforma del Tratado de Maastricht llevará su tiempo y, entre tanto, la economía real se hunde. El 9 de diciembre se celebrará la próxima cumbre europea. Otra vez volveremos a ver que, para cobrar, el tiempo del capitalismo es la urgencia, la emergencia, la aceleración de las reformas, el “no hay tiempo”, el “dense prisa”, el autoritarismo del “ya”; en cambio, a la hora de pagar, o de socializar las pérdidas, el tiempo del capitalismo será el aplazamiento, la prórroga, la promesa, la amenaza y la huida hacia adelante escapando de la recesión presente.


Nadie pone en duda la grave responsabilidad del gobierno de Angela Merkel en el colapso de la Unión Europea, sin embargo poco se habla del capitalismo financiero que sigue gobernando este caos. Es tan opaco, obsceno y complejo el funcionamiento de la megamáquina que nos gobierna que no resulta extraño que reine el silencio en sus dominios. Resulta extraño que todo intento de reforma seria de ese capitalismo financiero sea desechada o aguada. Poco o casi nada se ha comentado del fracaso del la reforma de las agencias de calificación propuesta el 14 de noviembre por Michel Barnier, Comisario europeo de Mercado Interior y Servicios.

Hoy el 50% del negocio bursátil se realiza así. Ha habido un 160% de aumento desde 2005. La finanza está en manos de las máquinas, de ahí que, como dice un viejo trader, “hoy las sociedades de intermediación financiera no busquen ya buenos corredores de Bolsa, sino buenos ingenieros informáticos para crear software cada vez más sofisticado para jugar en Bolsa, y que está pensado para eliminar el componente emotivo del corredor, que siempre tiene dificultad, cuando opera en Bolsa, para aceptar pérdidas”.

Supongamos que desde una de estas máquinas se lanza un aluvión de órdenes de venta de bonos de deuda soberana. Puede que muchas otras máquinas, al analizar los datos del mercado, se vean inducidas a tomar la misma decisión. Lo importante es ser el más rápido. El más rápido no en acabar adquiriendo el título, sino en comprar y vender, entrar y salir, correr y esprintar, pero sin llegar jamás a la meta. Los defensores de estos mecanismos esgrimen un argumento que en el capitalismo financiero resulta lapidario: este tipo de comercio inyecta liquidez. Los detractores avisan de que estas transacciones supersónicas no sólo generan inestabilidad en el mercado sino que perturban la naturaleza del mercado.

Si antes el mercado bursátil servía de intermediario entre un inversor y la economía real, ahora es otra cosa. Una cosa tan peligrosa que es objeto de atención de las agencias de inteligencia. Causó escándalo el caso del informático Sergey Aleynikov, detenido por el FBI y condenado a 8 años de cárcel por haber robado un código fuente de las transacciones automáticas de Goldman Sachs, que admitió públicamente que ese código podía ser un arma peligrosa si caía en manos inapropiadas. El asunto, pues, adquiere incluso tintes bélicos.

Parece cada vez más obvio que vivimos un nuevo tipo de guerra en Europa. Una guerra monetaria. Con víctimas reales. Trabajadores despedidos, como los del establecimiento FIAT de Termini Imerese. Trabajadores fácilmente despedibles como los de las pymes del Reino Unido. Precarios anónimos. Jubilados paupérrimos. Funcionarios griegos demediados. Parados españoles. Jóvenes que ni estudian ni trabajan. Según el Telegraph, el Ministerio de Exteriores británico avisa a sus embajadas de que preparen planes de socorro a ciudadanos británicos residentes en Italia o España ante un posible escenario de colapso del euro. Según Credit Suisse, la posibilidad de que ocurra es de un 10%. Según el economista Roubini, es del 50%. Abren las Bolsas. Se recrudece la guerra del euro.
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(SACADO de CONTEXTO por el BLOG)

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