Martes
29 de noviembre 2011
LA
GUERRA DEL EURO
Escribe
GORKA
LARRABEITI (*)
Publico:
Rebelión
27 de
noviembre 2011.
.
(*) Gorka Larrabeiti (España) Autor y traductor vasco nacido en 1967. Profesor de español.
Traduce del italiano y escribe artículos sobre Italia y Europa. Miembro de
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. . Periodista.
Publica en importantes medios de Europa-
.
Repasemos
titulares de otra semana de refriegas en Europa. S&P rebaja el rating de
Bélgica hasta AA. La Italia de Monti supervisada por la Troika coloca deuda con
cifras de colapso. El Gobierno de Rajoy estudia pedir ayudas a la UE y el FMI
si el BCE no compra deuda. Hungría, cuya calificación se rebajó a la de bono
basura, ha pedido ayuda al Fondo Monetario Internacional. Fitch considera la
deuda de Portugal bono basura. Rumores de recorte del rating de Francia debidos
a la noticia del desacuerdo entre Francia, Bélgica y Luxemburgo para encontrar
entre 30.000 y 40.000 millones de liquidez urgentemente para el grupo
financiero Dexia.
Fracaso
de la subasta de los bonos alemanes a 10 años el pasado día 23: el 35% no se
vendieron, y eso que el Bundesbank se compró 2.356 millones para maquillar el
peor resultado que ha tenido nunca. La crisis europea de la deuda soberana se
define ya como sistémica, la Reserva Federal de los EEUU anuncia que someterá a
los bancos a test de stress ante un posible colapso del euro, y enseguida los
bancos estadounidenses informan de que están preparándose para un escenario de
derrumbamiento del euro. Los “mercados” sólo se fían de países como Reino
Unido, Suiza o EE.UU que cuentan con bancos centrales capaces de garantizar la
deuda.
.
La
Comisión Europea ha seguido presionando esta semana para que se introduzcan
eurobonos (en el Libro Verde que presentó la Comisión los llaman “bonos de
estabilidad”), pero la Alemania de Merkel se niega a que el BCE sea un
prestamista de última instancia porque tienen miedo de que una medida de
emergencia se vuelva un estado de normalidad. En sustancia: los alemanes
calvinistas no se fían de los pícaros meridionales y exigen refuerzo de
controles y sanciones contra quienes infrinjan las medidas de austeridad que se
impongan sobre la deuda. Dura demasiado este pulso peligroso.
El
tiempo pasa, los rescates no llegan, la reforma del Tratado de Maastricht
llevará su tiempo y, entre tanto, la economía real se hunde. El 9 de diciembre
se celebrará la próxima cumbre europea. Otra vez volveremos a ver que, para
cobrar, el tiempo del capitalismo es la urgencia, la emergencia, la aceleración
de las reformas, el “no hay tiempo”, el “dense prisa”, el autoritarismo del
“ya”; en cambio, a la hora de pagar, o de socializar las pérdidas, el tiempo
del capitalismo será el aplazamiento, la prórroga, la promesa, la amenaza y la
huida hacia adelante escapando de la recesión presente.
Nadie
pone en duda la grave responsabilidad del gobierno de Angela Merkel en el
colapso de la Unión Europea, sin embargo poco se habla del capitalismo
financiero que sigue gobernando este caos. Es tan opaco, obsceno y complejo el
funcionamiento de la megamáquina que nos gobierna que no resulta extraño que
reine el silencio en sus dominios. Resulta extraño que todo intento de reforma
seria de ese capitalismo financiero sea desechada o aguada. Poco o casi nada se
ha comentado del fracaso del la reforma de las agencias de calificación
propuesta el 14 de noviembre por Michel Barnier, Comisario europeo de Mercado
Interior y Servicios.
Hoy el
50% del negocio bursátil se realiza así. Ha habido un 160% de aumento desde
2005. La finanza está en manos de las máquinas, de ahí que, como dice un viejo
trader, “hoy las sociedades de intermediación financiera no busquen ya buenos
corredores de Bolsa, sino buenos ingenieros informáticos para crear software
cada vez más sofisticado para jugar en Bolsa, y que está pensado para eliminar
el componente emotivo del corredor, que siempre tiene dificultad, cuando opera
en Bolsa, para aceptar pérdidas”.
Supongamos
que desde una de estas máquinas se lanza un aluvión de órdenes de venta de
bonos de deuda soberana. Puede que muchas otras máquinas, al analizar los datos
del mercado, se vean inducidas a tomar la misma decisión. Lo importante es ser
el más rápido. El más rápido no en acabar adquiriendo el título, sino en
comprar y vender, entrar y salir, correr y esprintar, pero sin llegar jamás a
la meta. Los defensores de estos mecanismos esgrimen un argumento que en el
capitalismo financiero resulta lapidario: este tipo de comercio inyecta
liquidez. Los detractores avisan de que estas transacciones supersónicas no
sólo generan inestabilidad en el mercado sino que perturban la naturaleza del mercado.
Si
antes el mercado bursátil servía de intermediario entre un inversor y la
economía real, ahora es otra cosa. Una cosa tan peligrosa que es objeto de
atención de las agencias de inteligencia. Causó escándalo el caso del
informático Sergey Aleynikov, detenido por el FBI y condenado a 8 años de
cárcel por haber robado un código fuente de las transacciones automáticas de
Goldman Sachs, que admitió públicamente que ese código podía ser un arma
peligrosa si caía en manos inapropiadas. El asunto, pues, adquiere incluso
tintes bélicos.
Parece
cada vez más obvio que vivimos un nuevo tipo de guerra en Europa. Una guerra
monetaria. Con víctimas reales. Trabajadores despedidos, como los del
establecimiento FIAT de Termini Imerese. Trabajadores fácilmente despedibles
como los de las pymes del Reino Unido. Precarios anónimos. Jubilados
paupérrimos. Funcionarios griegos demediados. Parados españoles. Jóvenes que ni
estudian ni trabajan. Según el Telegraph, el Ministerio de Exteriores británico
avisa a sus embajadas de que preparen planes de socorro a ciudadanos británicos
residentes en Italia o España ante un posible escenario de colapso del euro.
Según Credit Suisse, la posibilidad de que ocurra es de un 10%. Según el
economista Roubini, es del 50%. Abren las Bolsas. Se recrudece la guerra del
euro.
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(SACADO
de CONTEXTO por el BLOG)
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