Martes
29 de noviembre 2011
LOS
BANCOS Y LA INDIGNACIÓN,
UN AMOR
BASTANTE IMPOSIBLE
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Escribe
VÍCTOR J. SANZ (*)
VÍCTOR J. SANZ (*)
http://impresionesmias.com
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Victor J. Sanz (Alicante, España) Periodista especializado en temas de Política
Internacional, con acento en las realidades sociales. Medios en los que
participa: KAOSenlaRed. Rebelion, Terecera Información, Agencia Latinoamericana
de información, Webislam, Aporrea, De igual a igual, La Haine, Cuba Información, Revista Fusión, Revista
Amauta.
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Leo en el diario El País una noticia que lleva
por título: “LA EXIGENCIA DE 26.000 MILLONES PROVOCA INDIGNACIÓN EN LA BANCA“. La
verdad es que uno tiene derecho a indignarse cuando los políticos le exigen
26.000 millones de euros. Aunque resulta un poco chocante tal indignación
cuando ese dinero tiene como destino resucitar el propio negocio privado del
interesado, en este caso un banco, por causa de una mala gestión que ha
derivado casi todos los beneficios al bolsillo aún más particular de su cúpula
directiva, y el resto lo ha vertido por la alcantarilla de la mala gestión.
Es de
suponer que tendría mucha más razón de ser tal indignación si el dinero se lo
pidieran los políticos a estos banqueros para dárselo a una tercera persona,
con el objetivo de sanear las cuentas de esta última. Eso sí que tiene que ser
para indignarse, y mucho.
Bien
por desgracia o simplemente porque somos completamente idiotas, no es preciso
suponer o imaginar un caso como el del ejemplo, pues se trata de un caso real,
con la casi indistinguible diferencia de que el dinero que piden los políticos
para sanear las cuentas de los bancos se lo piden a los ciudadanos, y más que
“pedir” bien podríamos decir “robar”, pues no se tiene noticia de nadie a quien
le hayan preguntado antes de meterle la mano en la caja.
Por
todo ello, la indignación que dicen sufrir los bancos no es otra cosa que
recochineo puro y duro.
Pero la
insaciable banca terrorista siempre quiere más. No contenta con quedarse con el
dinero público, la banca también se las ha arreglado para quedarse con las
viviendas de los ciudadanos, de los mismos ciudadanos a quienes ya han
desposeído de su dinero. Ayudada por los políticos y con la connivencia y
colaboración necesaria de un tal Juan Carlos Palito, la banca ha conseguido la
aprobación de leyes (ver ley 37/2011) que le permiten adjudicarse las viviendas
procedentes de embargos por impagos hipotecarios y quedárselas por un importe
del 30% de su valor de tasación (una tasación que encarga, paga, y por lo tanto
determina, el propio banco ex profeso).
Además,
como todo el mundo sabe, este acto vil de apropiación indebida no libraría al
ciudadano de un pago posterior de cuanto al banco se le ponga en la punta de la
voluntad pedirle, porque ya sabemos que la dación en pago es un personaje de
ficción, habitante de mitologías, fábulas infantiles y otras obras del mismo género
como por ejemplo los programas electorales.
Todo
esto se produce en un contexto en que la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), esa
ayuda de los países más desarrollados hacia los menos desarrollados, y que
debería alcanzar el 0,7% (como mínimo) del Producto Interior Bruto, se queda en
un 0,4%, mientras que las ayudas a fondo perdido a la banca terrorista
alcanzan, precisamente ese mismo 0,7% . Se hace necesario, hoy más que nunca,
cambiar el nombre de la AOD, por el de la AOB: Ayuda Oficial a la Banca, o
Ayuda Oficial a los Beneficios, o Ayuda Oficial a los Bandidos, o como ustedes
quieran.
Si por
todo ello, los bancos se han indignado tanto, no quiero ni pensar cómo se
pondrán si se enteran de que tengo en mi hucha un buen puñado de monedas de 5 céntimos
que ellos aún no controlan. Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo.
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