Martes
15 de Noviembre de 2011
VEO, VEO, ¿QUÉ NO VES?
Escribe
VÍCTOR J. SANZ (*)
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(*) Victor
J. Sanz (Alicante, España) Periodista especializado en temas de Política
Internacional, con acento en las realidades sociales. Medios en los que
participa: KAOSenlaRed. Rebelion, Terecera Información, Agencia Latinoamericana
de información, Webislam, Aporrea, De igual a igual, La Haine, Cuba Información, Revista Fusión, Revista
Amauta,
.
No hace
tantos años, cuando la señal analógica era el modo en que llegaban a los
hogares las ondas de televisión, era frecuente el uso coloquial del término
“ruido” para referirse a la falta de nitidez con que se recibía o se
sintonizaba la señal. Este “ruido” impedía percibir con claridad los contenidos
ofrecidos por la televisión correspondiente.
A pesar
de los increíbles avances de la tecnología y en contra de lo que pueda parecer,
la llegada de la señal digital no ha eliminado el uso del término “ruido” en lo
referente a las distintas señales de televisión. Antes al contrario, cada vez
es más apropiado utilizar este término para referirse, sin ir más lejos, a la
cantidad de ondas emitidas por los distintos medios, llamadas en ocasiones
“información” e incluso más concretamente “telediarios” o “noticias”, y que nos
impiden percibir la realidad tal y como ocurre realmente. En su lugar solo
somos capaces de percibir el ruido que sepulta, en ocasiones para siempre, la
realidad que nos rodea.
Para
averiguar en qué medida le puede afectar este “ruido” en su vida cotidiana,
siga este sencillo juego del “Veo veo”. Por ejemplo: Veo las noticias pero no
veo la realidad.
Veo a
los políticos de la derecha española reclamar con vehemencia la paz para el
País Vasco, pero no veo que ellos mismos son herederos (y fieles defensores)
del mayor sistema de opresión, asesinato y genocidio organizado que ha conocido
la historia de España en la figura del dictador Francisco Franco.
Veo
hablar de primavera árabe, pero la policía de mi país pisa las flores de su
propia primavera
Veo alentar
revoluciones de pueblos ajenos y reprimir las de los propios.
Veo
cómo los llamados “disidentes” cubanos se manifiestan contra el sistema
político de su país, pero no veo cómo lo hacen con financiación de los Estados
Unidos.
Veo
cómo a estos llamados “disidentes” cubanos se les da más espacio y mejor trato
en los medios españoles que a los millones de “disidentes” españoles que
disienten de las políticas neoliberales que les han sumido o que les van a
sumir en la marginación y en la exclusión social más irreversibles.
Veo
cómo se culpa al sistema cubano de la marcha económica del país, pero no veo
explicar que el bloqueo es el principal responsable de todos los problemas
económicos de la isla.
Veo que
Israel libera a 471 “terroristas” palestinos, pero ningún medio me mostró que,
hasta tan solo unos minutos antes, Israel los tenía apresados junto a otros
miles de infelices.
Veo
cómo a los palestinos se les llama “terroristas” mientras que a los israelíes
se les llama “soldados”, incluso veo cómo los primeros siempre atacan y los
segundos “no tienen más remedio que defenderse”. Pero no capto ninguna señal
que muestre el gran campo de concentración en que Israel ha convertido el
territorio palestino, en el que el papel de nazis lo representan (y muy bien)
esos “soldados” y las víctimas son esos “terroristas”. Este ruido lleva al
espectador a creer que todos los palestinos son terroristas y que todos los
israelíes actúan en defensa propia.
Veo
cómo se habla de austeridad de los pueblos en los postres de las comilonas de
sus políticos.
Veo que
hay dos candidatos a las elecciones generales en España, incluso veo que
comparten asesor de imagen y hasta programa electoral, pero no veo cómo la
mayoría de la población no quiere a ninguno de los dos. Ni tampoco veo en
ningún medio hablar del resto de candidatos, solo veo alentar el bipartidismo,
ese cáncer del que tarde o temprano perecerán las sociedades.
Veo un
programa de televisión tras otro en el que se nos invita a visitar lujosas
casas, pero apenas si veo programas en los que se invita a cientos de miles de
ciudadanos a abandonar su casa para siempre, abandonarla con lo puesto, con lo
puesto y la deuda hipotecaria pendiente. En su lugar es frecuente ver a Emilio
Botín quejándose de lo mal que nuestra sociedad trata a su banco.
Veo
cómo en Estados Unidos existen hospitales para tortugas, pero no veo decir que
50 millones de estadounidenses no tienen ni para comida, cuánto menos pagarse
la factura de un hospital, quizás desearían cambiarse por cualquier tortuga mal
herida.
Veo que
Grecia (el 2% del PIB europeo) supone un factor de riesgo global y determinante
para Europa, pero no veo cómo los bancos alemanes y franceses son quienes
realmente sufrirían ese riesgo global y determinante, y que son a ellos y no al
pueblo griego a quienes el sistema pretende “salvar” arruinando al resto de
ciudadanos europeos.
Veo a
los directivos lucir sueldos fenomenales (cada vez más fenomenales), y veo cómo
se producen cada vez más Expedientes de Regulación de Empleo que dejan en la
calle a miles de trabajadores, pero no veo a ningún medio denunciar la
indecencia de la coincidencia en el tiempo de ambos hechos.
Veo
cómo se etiqueta de “gran hombre” a quien dona un ínfima parte de su fortuna
personal para fines benéficos, pero no veo hablar en ningún informativo de los
medios maléficos que utilizó para conseguir amasar dicha fortuna. Una buena
acción no puede compensar años y años de falta de honradez.
Veo a
los políticos de derechas pedir menos intervención estatal en las empresas
privadas, pero no veo decir que las empresas privadas piden cada vez más y más
intervención estatal, especialmente a la hora de pedir subvenciones o
inyecciones de dinero público a fondo perdido.
Veo
veo…
Continue usted mismo el juego, descubrirá que hay
miles de fórmulas diferentes en que el ruido nos impide ver la realidad.
Encuentre las suyas.
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