Viernes
4 de Noviembre de 2011
125
AÑOS DE LA ESTATUA
DE LA LIBERTAD
Escribe
JORGE
GOMEZ BARATA (*)
GOMEZ BARATA (*)
ARGENPRESS.info
3 de Noviembre 2011
.
(*)
Jorge Gómez Barata- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla”
.
La Estatua de la Libertad cumple 125 años; son
tan pocos que en los festejos estuvo presente un nieto de Grover Cleveland, el
presidente que la inauguró, aunque suficientes para haber presenciado hechos y
cambios trascendentales. Desde allí no se contemplan ya las Torres Gemelas ni
los emigrantes llegan allende el Atlántico, sino de México y de Centro América
y su primera imagen no es la de una dama serena y sobria, sino la de muros y
rifles; no hay como antaño acogida, sino rechazo.
Libertad
es la más refinada y universal de las categorías creadas por el talento y el afán
de la perfección humana; existe en todas las lenguas y civilizaciones y, aunque
suele representársele con cadenas rotas es también un anhelo de los que no son
esclavos; un camino y no un destino.
Aunque
llegó a su pedestal con 10 años de atraso, la obra fue un regalo de Francia a
los Estados Unidos, con motivo del Centenario de la Independencia que se
instaló a la entrada de Nueva York, no sólo por tratarse del principal centro
urbano de los Estados Unidos y la más cosmopolita de sus ciudades, sino por ser
el puerto de entrada de los emigrantes europeos que entonces arribaban en masa
a Norteamérica.
La
estatua es fruto de la iniciativa personal del abogado y profesor francés
Eduard Laboulaye, un apasionado liberal republicano que desde la Francia decimonónica,
donde a diferencia de lo ocurrido en Norteamérica, la derrota de la monarquía
no dio lugar a la república y a la democracia sino a una sucesión de
contradictorios hechos, entre ellos el Golpe de Estado del 18 de brumario de
1779 que llevó al poder a Napoleón y determinó la implantación del Consulado,
del imperio y del autoritarismo.
Al
comentar en círculos afectos al republicanismo la idea de honrar el Centenario
de la Revolución Norteamericana ofreciéndole un presente al pueblo de los
Estados Unidos, Laboulaye obtuvo el entusiasta apoyo de su amigo, el joven
escultor Fréderic Auguste Bartholdi, quien se ofreció para diseñar un monumento
a la libertad que entonces identificaban con el republicanismo y la actitud
abierta de la joven nación hacia los emigrantes europeos.
Ante la
escala, los costos y los problemas de intendencia que conllevaban la propuesta,
Eduard Laboulaye aprovechó su condición de diputado para promover la idea en la
Asamblea Nacional Francesa, que aunque con reservas la acogió.
En 1871
el escultor viajó a los Estados Unidos y antes de desembarcar ya había escogido
el lugar para emplazar el monumento; se trataba de la isla Bedloe a la entrada
de Nueva York. Sin embargo, no fue hasta 1887 que el Congreso de los Estados
Unidos aprobó la construcción de la estatua en aquel lugar. La licencia se
emitió dos años después y el mítico general William Sherman fue designado para
fiscalizar la construcción.
Debido
a las complejidades constructivas de un proyecto concebido como una estatua de mujer
de 33,8 metros de alto y 225 toneladas de peso, capaz de soportar los fuertes
vientos y las inclemencias del clima a la entrada de Nueva York, fue convocado
Gustav Eiffel, el más calificado constructor de estructuras metálicas de la
época, quien diseñó y fabricó la armazón y sostén de la estatua. La piel y el
vestuario de la dama están elaborados con láminas de cobre. En julio de 1884 la
obra estuvo terminada y fue brevemente exhibida en Paris.
En 1885
la creación fue desmontada y comenzó el largo viaje a Nueva York a donde llegó
el 17 de junio de 1886 en 214 cajas que contenían 350 piezas. Según ciertos
investigadores el rostro y la figura de la escultura están inspirados por
Isabella Boyer, esposa del industrial e inventor Isaac Singer y para otros en
la madre de escultor, Charlotte Bartholdi; según otro punto de vista, puede
tratarse de una síntesis. El artista se llevó el secreto a la tumba.
El 28
de octubre de 1886, el presidente Grover Cleveland, nacido en Nueva Jersey, ex
gobernador de Nueva York y único norteamericano que ha sido presidente en dos
periodos no consecutivos (1885-1889 y 1893-1897) y que regresó a la Casa Blanca
después de haber sido derrotado inauguró la obra.
Esta
vez, a la ceremonia por el 125 aniversario, en la cual se otorgó la ciudadanía
de 125 aspirantes (uno por cada año), El presidente Barack Obama quien tiene
poco que ofrecer y mucho que explicar a los emigrantes que creyeron y votaron
por él, envío a su Secretario del Interior, Ken Salazar.
Un
amigo que no hace mucho alcanzó la ciudadanía norteamericana, compartió conmigo
su pensamiento: “En las próximas elecciones los emigrados podemos castigar a
Obama y negarle el voto, mas: ¿A quién se lo damos? Los republicanos son
peores. En definitiva —concluyó sabio y resignado—, en política los poderosos
hacen lo que quieren y los débiles lo que pueden”. Allá nos vemos.
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