Martes
8 de Noviembre 2011
LOS PARIENTES POBRES DEL EURO
Escribe
JORGE
GOMEZ BARATA (*)
ARGENPRESS.info
6 de Noviembre 2011.
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(*)
Jorge Gómez Barata- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
.
Además
de ser los más pobres de Europa Occidental, España, Grecia y Portugal tienen en
común ser los países donde el sistema político evolucionó menos. Las
oportunidades perdidas, tienen nombres y apellidos: Borbones en España,
Habsburgo y Braganza en Portugal, Glücksburg en Grecia y luego: Franco,
Oliveira Salazar y Georgios Papadopoulos.
Se
trata de la Europa ultraconservadora cuyas elites políticas, en lugar de
aprender de la Revolución Francesa y del triunfo bolchevique los confrontaron y
dejaron pasar las diferentes etapas de auge económico y liberalización
política. Mientras allí las dictaduras frenaban el progreso, en el occidente de
Europa, aunque con dificultades e inconsecuencia, la socialdemocracia de matriz
marxista ocupaba posiciones políticas y en una convergencia estratégica de
facto con los bolcheviques y los comunistas, junto con la economía
perfeccionaban los sistemas políticos, llegando incluso a los estados de
bienestar.
La
fuerza de la Alemania y la Francia de hoy no proceden de las posiciones de la
Merkel y Sarkozy, sino de revoluciones y de estremecimientos políticos que
tanto en 1789, 1848, 1917 como en 1945, impactaron también al resto de Europa.
La bonanza de la posguerra, el progreso económico y político que en Europa
siguió a la derrota del fascismo, incluyendo el vertiginoso avance de la Unión
Soviética y el crecimiento del mercado norteamericano, fueron para España,
Portugal y Grecia, oportunidades virtualmente perdidas.
Al
margen de otros factores y conveniencias geopolíticas asociadas,
simultáneamente a la contención de la presunta “amenaza soviética” y el “desafío
americano”, el hecho de que en proceso de gestación de la unidad europea varios
países del viejo continente estuvieran gobernados por fuerzas políticas
realistas influyó en que se adoptaran políticas inclusivas y tolerantes
respecto a España, Portugal y Grecia.
En 1950
el ministro de asuntos exteriores francés Robert Schumann propuso la unión del
carbón y el acero de Alemania y Francia. En 1956, en la universidad de Zúrich,
Winston Churchill, señaló: “Tenemos que construir una especie de Estados Unidos
de Europa…” En 1957 se firmaron los tratados de Roma para la Constitución de
una Unión Europea que, además de entendimientos políticos y jurídicos
incluyeron la unión aduanera, que dio lugar a la Comunidad Económica Europea y
a políticas comunes en varias áreas. En estos procesos intervinieron Alemania
Occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos.
Aunque
obviamente en el rápido proceso de integración de Grecia, España y Portugal a
la Unión Europea y a la Zona Euro, no prevaleció la generosidad, cosa rara en
la política y más aun en las finanzas, hubo altísimas dosis de voluntarismo. De
un día para otro aquellos estados adquirieron una solidez financiera no
alcanzable con sus propios recursos y como por arte de magia sus ciudadanos
fueron catapultados a las sociedades de consumo.
Lo que
ahora ocurre es una combinación de los procesos económicos reales que pasan la
cuenta al voluntarismo y el irresponsable desenfreno del gasto público, el
crédito y el consumo que, varias décadas después, han conducido a inauditos
niveles de endeudamiento soberano y privado que ahora no pueden honrar.
La
Europa rica aprendió la lección y ahora, aunque acepta el ingreso de los
parientes pobres de la esfera ex soviética, no les abre la zona Euro. Con la
amenaza de llamar a referéndum, Grecia, una de las tres cenicientas de la Unión
Europea original, puso en crisis el sistema en su conjunto.
Hace
unos meses, el euro parecía la alternativa al monopolio del dólar, hubo países que
creyeron que al cambiar sus reservas de dólares a euros y vender sus materias
primas en la moneda europea adquiría un seguro y ahora, al revender
apresuradamente, perderán millones.
No
obstante, los países que como Grecia fracasen o los recién admitidos, en caso
de expulsión o disolución, pueden optar por convertirse en provincias de
Estados Unidos. El fantasma de Marshall ronda la escena. Millones no faltan y
siempre se pueden imprimir más. Allá nos vemos.
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