Martes 8 de Noviembre de 2011
EN EL
SEMÁFORO.
(Reflexiones
sobre el “otro modelo”)
EDGAR
BORGES (*)
(Desde
España)
ARGENPRESS
CULTURAL
5 de Noviembre
de 2011.
.
(*) EDGAR BORGES .
Escritor y periodista venezolano (Caracas, 1966).Radicado en España Ha
trabajado el relato, la novela, la crónica y la dramaturgia. Autor del monólogo
“Lavoe contra Lavoe, la tragedia del cantante” que recién acaba de publicarse
en Venezuela. Autor de la radio serie La fuga de don Quijote. Enrique
Vila-Matas asegura que Borges entiende la literatura como un complot contra la
realidad”. Ha publicado varios libros. Periodista que escribe en importantes
medios... Con la novela “La Contemplación”,
obtuvo el I Premio Internacional “Albert Camus 2010”. Acredita varios
otros premios y distinciones.
.
Es
mucho lo que se ha discutido sobre el “modelo alternativo”. Entre quienes
admitimos que el problema de fondo de la sociedad mundial es el capitalismo,
una y otra vez llegamos a la conclusión de que se hace necesario construir
“otro modelo”. Bastaría con entrar al supermercado y observar (la mujer que
corre y corre metiendo la compra del día en el carrito abarrotado de productos
instantáneos; el hombre que pide permiso en la cola porque en el banco le
concedieron un brevísimo permiso para comprarse un refresco light; la cajera
que mueve y mueve la mano entre la caja y las ofertas del “nunca podrás ahorrar
más de lo necesario”) para asumir que esta forma de “vida” (la vida que no era
vida) no tiene sentido. Vital es un cambio de “modelo”.
El
indiferente, aquel que se deja llevar por los “hilos invisibles del destino”
(los hilos que engordan la cuenta del maquinista), debería detenerse un
brevísimo instante, justo cuando corre rumbo a la escuela en busca de los
niños. Y de pronto, en medio de la loca carrera, se ve obligado a esperar en el
semáforo que demora demasiado en rojo (porque la productividad del sistema
depende más de las máquinas que de las personas). Ahí, justo ahí, en ese
semáforo que ha sido testigo de tantos ir y venir en la ruta del sin sentido (y
a más de uno ha visto rodar en la diaria competencia), el sujeto debería
aprovechar la discriminación que la maquinaria hace de su tiempo (su vida) para
plantearse qué mucho le podría beneficiar a él (que nunca piensa en los otros)
el “otro modelo”. (El capitalismo, más que modelo, se ha convertido en la
cultura que genera la reacción invisible de las personas).
¿Qué
tan difícil sería legislar para que cambie la dinámica social? ¿Qué tan
imposible sería, desde el gobierno, establecer otra relación entre el semáforo
y el hombre? Si tanto la izquierda desea cambiar el mundo, ¿por qué desde los
gobiernos que lidera no ejecuta políticas palpables que giren el rumbo del tren
hacia una dirección contraria al desarrollismo? ¿Por qué no se cambia la
concepción social en su movimiento minúsculo para que el “gran monstruo” pierda
peso y costumbre? No puedo evitar, mientras aguardo mi turno en el semáforo,
que me invadan las sombras de la sospecha. (¿Incapacidad o participación en las
cuentas del drama?).
¿Por
qué los llamados “gobiernos progresistas”, luego de que celebran los votos, no
legislan el diseño de otra política de progreso? ¿Cómo podemos cambiar el mundo
si no transformamos, en ley, la dinámica de las personas? ¿Por qué en los
mandatos de izquierda todas las áreas de gobierno (educación, cultura,
ambiente, economía, tráfico, defensa, comunicación) avanzan en el mismo sentido
de la noción derecha-capitalismo? ¿Por qué el estado tiene que practicar la
misma ley del “apetito voraz” que mueve el hambre insaciable de la gran
corporación privada? (El funcionario público que dice “izquierda” y a
escondidas trabaja sólo para su provecho es tan nocivo como el empresario que
negocia su bienestar a cambio de la vida de los otros).
¿Qué pasaría si un gobierno cambiara los
horarios, la concepción del ir y venir y la relación del ser con la madre
naturaleza? ¿Existe en el mundo algún gobierno que no siga la línea abismal del
desarrollismo? (Y alguna vez, en el semáforo, llegué a la conclusión de que
tanto con la defensa como con el ataque que practicamos sólo sembramos el mismo
modelo). ¿Llegará algún día el gobierno que sea capaz de diseñar la
cotidianidad de ese “otro modelo” que camine en sentido contrario a la
desaforada carrera?
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