Sabado
26 de Noviembre de 2011
EL
REINO DE LO EFÍMERO
Escribe
ESTEBAN
VALENTI (*)
Columna
en
“Montevideo
Portal”
25 de noviembre 2011
.
(*)Esteban
Valenti nació
en Italia en 1948, ese mismo año emigra con su familia a Argentina. En. 1961 se
radica en Uruguay. evalenti@tips.org.uy , es periodista, comunicador.
Coordinador de Bitácora, publicación semanal del diario La República,
Montevideo. Dirige Agencia de Noticias UYPRESS. Escritor. Tiene en su haber
varios libros exitosos sobre la realidad nacional. http://blogs.montevideo.com.uy/navegaciones .
.
La gran
novedad cultural de estos tiempos tecnológicos es la volatilidad de todo. Todo
es use y tire, con una vida cada día más efímera y corta.
Los
autos, las computadoras, los refrigeradores, la ropa, envejecen violentamente,
se los llevan las modas pero también una estricta programación comercial.
Imaginen qué sucedería con el sacrosanto mercado si se extendiera la vida útil
de cualquiera de esos elementos. A la crisis financiera global se le sumaría
una terrible crisis comercial.
¿Cuántas
veces hemos cambiado de celular o de computadora en los últimos años? Los que
sustituimos hoy nos parecen piezas de museo. Es una carrera permanente por
introducir pequeños cambios tecnológicos, en la moda en las tendencias para que
el cambio sea absolutamente obligatorio.
No
desechar es “retro”, es quedarse atrás con el progreso y con las diversas
prestaciones ofrecidas por los fabricantes. El impacto de este recambio
perpetuo y compulsivo es múltiple, comercial, económico, en el medio ambiente y
en nuestra propia cultura, o al menos en la cultura de esa parte de la
humanidad que vive subida en ese surf del recambio. Incluso las reparaciones de
muchos de esos aparatos está planificadas para ser más caras que su
sustitución.
Durante
siglos las civilizaciones hicieron de la trascendencia la razón de sus
creaciones, desde sus edificios, sus monumentos, sus acueductos y sus ideas.
Hoy todo está regido por lo efímero y por un torrente incontenible de chatarra,
de basura de diverso porte.
Toda la
cadena industrial está organizada, programada para que sus productos tengan una
vida cada día más breve y deban ser recambiados. Proyectemos esto hacia
adelante sumemos que cada doce años la población del planeta crece otros mil
millones de habitantes y tendremos un cuadro alarmante del agotamiento de los
recursos naturales y un desborde de los diferentes desechos.
Es
bueno recordar cuál fue el origen conceptual de esa idea, no fue solamente un
impulso del mercado y del mercadeo, Bernard London en plena depresión promovió
el concepto de reactivar la economía norteamericana a través de la
“obsolescencia planificada”. Su idea era que los productos, una vez usados un
tiempo, se entregaran a la administración para eliminarlos. El uso más allá de
ese período sería penalizado con un impuesto.
En los
años 50, Clifford Brooks Stevens, diseñador industrial, definió el concepto.
“La obsolescencia planificada consiste en introducir en el comprador el deseo
de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo
necesario”, declaró en una conferencia sobre la publicidad en Minneapolis en
1954. Brooks no inventó el término, pero lo precisó con claridad. Poco tiempo
después, en 1960, el crítico cultural Vance Packard denunció en Los productores
de residuos “el sistemático intento del mundo de los negocios de convertirnos
en desechos, en individuos agobiados por las deudas y permanentemente
descontentos”.
En
todos los casos el impacto se da en varias dimensiones. Una es el uso extremo
de los recursos naturales, que son agotables. Se espera, se apuesta a la
capacidad del ser humano de descubrir siempre materiales substitutos. Se
apuesta a lo inagotable.
Lo otro
es el impacto cultural. ¿Sólo los objetos son efímeros? No, todo debe
sacrificarse en el altar de una post modernidad y alimentar el otro gran
mercado, el de la publicidad. Hace casi una década que los gastos de publicidad
a nivel global superaron los gastos educativos... No hace falta mucho
comentario. Es una filosofía de lo superficial.
Es el
culto a los objetos por encima de todo incluso de los sujetos que los utilizan.
No soy un cultor de la lucha contra el consumismo, es un proceso complejo sobre
todo cuando llega a nuevos sectores que se asoman a la satisfacción de algunas
necesidades, gustos y modas. Creo que reclama de parte de las sociedades de
algo más que sumarse alegremente a la fiesta. Es imprescindible reflexionar,
criticar, evaluar.
Para
que una parte del mundo viva en esa ola de lo efímero otra parte subsiste en el
túnel de lo permanente: el hambre, la miseria, el infraconsumo. Si todos
consumiéramos al mismo nivel, en pocos años el planeta se agotaría.
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