viernes, 9 de diciembre de 2011

ESTE ARTÍCULO SERÁ PUBLICADO EN LA EDICIÓN DEL DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2011, DE UN DIARIO EN SALTO

Lunes 12 de diciembre de 2011


Publicó:
“CAMBIO” de SALTO
Domingo 11 de diciembre de 2011


MILITARES
VERDAD Y COMPROMISO

Escribe
Mons. Pablo Galimberti (*)
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(*) PABLO GALIMBERTI   (Montevideo, 8 de mayo de 1941), obispo católico uruguayo, fue obispo de San José de Mayo y es actualmente obispo de la diócesis de Salto. Co-presidente de la Confraternidad Judeo –Cristiana de Uruguay. (Ana Jerozolimski) ...


 Los restos del maestro Julio Castro, hallados bajo una capa de silencio amasada con  cal y tierra en el Batallón No. 14, con manos y tobillos atados con alambre, costillas fracturadas y ejecutado con un balazo que le hizo estallar el cráneo. Aquel disparo cobarde golpeó a la sociedad uruguaya y el Presidente Mujica urgió una reacción a la cúpula del Ejército. Que esto ocurra en el año del bicentenario es la prueba palmaria que junto a muchos logros en este país, aún quedan tremendas ausencias para llorar y dolores para aliviar.

Familiares del maestro y  de otros desaparecidos han experimentado sentimientos encontrados: ¿Alivio? ¿Justicia? ¡Al fin un llanto para aflojar la angustia! Muchos, como Macarena Gelman, aun viven en una larga y doliente expectativa.

Julio Castro peleaba con sus ideas y la máquina de escribir. Pero como ese derecho humano fundamental, que es pensar y enseñar a pensar con la propia cabeza, constituía una amenaza desestabilizadora para el régimen autoritario imperante, manos violentas y mentes soberbias lo acallaron. Y hoy, esos huesos gritan.

Era hora que lo militares salieran de las trincheras y asumieran una nueva posición. El jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Bonilla dijo que se debe investigar para encontrar a los verdugos. Es la primera vez que un militar en actividad pide enjuiciar a sus pares por los delitos cometidos durante la dictadura. Pero las declaraciones más tajantes fueron las del Comandante en jefe del Ejército, el teniente general Pedro Aguerre: “El Ejército no es una horda, malón o algo similar. El Ejército no aceptará, tolerará ni encubrirá homicidas o delincuentes en sus filas”.

Un largo camino se ha recorrido para llegar a esta contundencia. En el año 1997 di algunos pasos para que los militares pudieran entregar informaciones a la iglesia con carácter de absoluta confidencialidad. Intenté entrevistarme con el General de la División II con sede en San José pero a través del intendente departamental me respondió que era un asunto sobre el que había una posición corporativa ya tomada.


Encontré interés en varias figuras políticas como Rafael Michelini, Guillermo Chifflet y Alberto Volonté y otros, pero muy especialmente en el vicepresidente Hugo Batalla, que me buscó y con quien me reuní varias veces en su casa. En dos ocasiones asistió el Gran Maestro de la masonería y algunos más. El objetivo era el acercamiento a la cúpula militar para que aceptaran entregar informaciones con la garantía de  confidencialidad, semejante al “secreto de confesión”, como lo expresé. Recuerdo que un general llegó a decir irónicamente que no pensaba confesarse con ningún obispo!

La propuesta interesó a los dirigentes del  Pit Cnt con quienes me reuní. Por supuesto que los familiares de desaparecidos que se reunían en la sede del Serpaj mostraron apertura y con ellos mantuve varios encuentros, en especial con Javier  Miranda.

Esta breve memoria sirve para valorar el significado que atribuyo a las declaraciones del Tte. General Pedro Aguerre en su declaración leída a la prensa. Dejó en claro una postura ética. Además expresó la voluntad de obtener, “dentro y fuera de la fuerza” información que permita “delimitar la responsabilidad material” del Ejército en los hechos ocurridos durante el período dictatorial. Dijo además desconocer un “pacto de silencio” pero en caso de que exista, ordenó la “revocación inmediata”.

El Ejército y las demás armas, Marina y Aviación, con todo su personal asumen ante toda la ciudadanía una tarea y una responsabilidad moral, jugándose la credibilidad y su misma cohesión interna. Estamos seguros que hay gente de honor y de palabra que dará todos los pasos en esa dirección. Se juega la misma razón de ser de la profesión militar, que ha dado tantos ilustres y valientes ciudadanos al país. Lo afirmo apoyado en mi pequeña experiencia; mi padre fue marino militar y su coherencia me atrajo; incluso cursé un año en el liceo militar.

La nueva etapa que se abre plantea desafíos a todos, como la reconciliación y el perdón. Una deuda que nadie puede eludir en la vida, para no sucumbir en el viejo rencor.


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