Lunes 5 de diciembre de 2011
LA GRAN
REGRESIÓN
Escribe
IGNACIO
RAMONET (*)
Le
Monde Diplomatique
2 de
diciembre 2011
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(*) IGNACIO RAMONET (1943 España) Entre 1990 y 2008 fue director de Le Monde Diplomatique. Es
doctor en Semiología e Historia de la Cultura por la École des Hautes Études en
Sciences Sociales (EHESS) de París y catedrático de Teoría de la Comunicación
en la
Universidad Denis-Diderot (Paris-VII). Especialista en
geopolítica y estrategia internacional y consultor de la ONU, actualmente
imparte clases en la Sorbona de París.
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Está
claro que no existe, en el seno de la Unión Europea (UE), ninguna voluntad
política de plantarle cara a los mercados y resolver la crisis. Hasta ahora se
había atribuido la lamentable actuación de los dirigentes europeos a su
desmesurada incompetencia. Pero esta explicación (justa) no basta, sobre todo
después de los recientes “golpes de Estado financieros” que han puesto fin, en
Grecia y en Italia, a cierta concepción de la democracia. Es obvio que no se
trata sólo de mediocridad y de incompetencia, sino de complicidad activa con
los mercados.
¿A qué
llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión, compañías de
seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge funds) que compran y
venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los
Estados y productos derivados.
Para
tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la
economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una
riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el
mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados”
mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y
cinco veces lo que produce la economía real...
Consecuencia:
ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía
mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden
atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año
contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en
inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.
Lo peor
es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son
únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir
nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son
nuestros propios bancos europeos (esos mismos que, con nuestro dinero, los
Estados de la UE salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo
fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están ataca
ndo
masivamente a algunos países de la zona euro.
Se
trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior.
Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías europeas de seguros,
los fondos especulativos europeos, los fondos europeos de pensiones, los establecimientos
financieros europeos que administran los ahorros de los europeos.
Ellos
son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana europea (2). Y
quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y
hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta
llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra.
Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas
de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos europeos para
calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos...
Estos
establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero del Banco Central
Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España
o Italia, al 6,5%... De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las
tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard &
Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país (3) depende el
tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto
más baja la nota, más alto el tipo de interés.
Estas
agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las
subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como
el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo
plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se
traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación
se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá
dedicar más dinero al pago de su deuda.
Dinero
que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la
actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de
crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota... Este
infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia
se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba
los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio
de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.
De ese
modo los mercados han obtenido lo que querían: que sus propios representantes
accedan directamente al poder sin tener que someterse a elecciones. Tanto Lucas
Papademos, primer ministro de Grecia, como Mario Monti, Presidente del Consejo
de Italia, son banqueros. Los dos, de una manera u otra, han trabajado para el
banco estadounidense Goldman Sachs, especializado en colocar hombres suyos en
los puestos de poder (4). Ambos son asimismo miembros de la Comisión
Trilateral.
Estos
tecnócratas deberán imponer, cueste lo que cueste socialmente, en el marco de
una “democracia limitada”, las medidas (más privatizaciones, más recortes, más
sacrificios) que los mercados exigen. Y que algunos dirigentes políticos no se
han atrevido a tomar por temor a la impopularidad que ello supone.
La
Unión Europea es el último territorio en el mundo en el que la brutalidad del
capitalismo es ponderada por políticas de protección social. Eso que llamamos
Estado de bienestar. Los mercados ya no lo toleran y lo quieren demoler. Esa es
la misión estratégica de los tecnócratas que acceden a las riendas del gobierno
merced a una nueva forma de toma de poder: el golpe de Estado financiero.
Presentado además como compatible con la democracia...
Es poco
probable que los tecnócratas de esta “era post-política” consigan resolver la
crisis (si su solución fuese técnica, ya se habría resuelto). ¿Qué pasará
cuando los ciudadanos europeos constaten que sus sacrificios son vanos y que la
recesión se prolonga? ¿Qué niveles de violencia alcanzará la protesta? ¿Cómo se
mantendrá el orden en la economía, en las mentes y en las calles? ¿Se
establecerá una triple alianza entre el poder económico, el poder mediático y
el poder militar? ¿Se convertirán las democracias europeas en “democracias
autoritarias”?
Notas
(1) Un
billón = un millón de millones.
(2) En
España, por ejemplo, el 45% de la deuda soberana lo poseen los propios bancos
españoles, y los dos tercios del 55% restante, los detentan establecimientos
financieros del resto de la Unión Europea. Lo cual significa que el 77% de la
deuda española ha sido adquirida por europeos, y que sólo el 23% restante se
halla en manos de establecimientos extranjeros a la UE.
(3) La
nota más elevada es AAA, que, a finales de noviembre pasado, sólo poseían en el
mundo algunos países: Alemania, Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Francia,
Finlandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. La nota de Estados Unidos
ha sido degradada, en agosto pasado, a AA+. La de España es actualmente AA-,
idéntica a la de Japón y China.
(4) En
Estados Unidos, Goldman Sachs ya consiguió colocar, por ejemplo, a Robert Rubin
como Secretario del Tesoro del Presidente Clinton, y a Henry Paulson en esa
misma función en el gabinete de George W. Bush. El nuevo presidente del Banco
Central Europeo, Mario Draghi, fue también vicepresidente de Goldman Sachs para
Europa de 2002 a 2005.
Fuente
original:
http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=1f197f01-9a45-4451-81b0-4ffe3a916e07
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