Viernes 9 de diciembre de 2011
LA
DISOLUCIÓN
DE LA UNIÓN EUROPEA
Escribe
JORGE
ALTAMIRA (*)
Fuente ARGENPRESS.info
7 de
diciembre 2011
(SACADO
de CONTEXTO)
.
(*) JORGE ALTAMIRA (1942 Buenos Aires) Periodista, historiador, militante político y
ex candidato por el Frente de Izquierda y fundador del
Partido Obrero. Reconocido especialista de la teoría marxista.
.
El
lenguaje de los analistas que siguen la bancarrota capitalista internacional
tiene, desde hace un tiempo, connotaciones apocalípticas. Lo mismo ocurre con
los jefes de gobierno, quienes no eluden la posibilidad de una ruptura de la zona
euro en un número determinado de días. La crisis mundial no tiene salida
económica en el cuadro político actual; deberá atravesar antes crisis políticas
y reestructuraciones estatales de magnitud y, por supuesto, una fuerte
agitación y rebeliones populares.
La
quiebra bancaria es generalizada: un reciente informe (The Wall Street Journal,
2/12) describe la situación límite de los bancos norteamericanos -como Morgan
Stanley, Citibank, Goldman Sachs y Bank of America- por su fuerte exposición a
los bancos franceses, cuya calificación ha sido rebajada como consecuencia de
su insolvencia. El conjunto de los bancos europeos tiene un fuerte déficit
financiero con Estados Unidos y una carencia equivalente de dólares.
"Temen
una corrida bancaria", asegura el semanario The Economist (3/12), el cual
agrega: "Los fondos estadounidenses del mercado de dinero, que eran fuente
de dinero para Europa, redujeron los préstamos en más de un 40% en seis
meses"; en los últimos tres meses salieron 14 mil millones de euros de los
bancos griegos. El Banco Central Europeo compra activos de bancos que no logran
financiamiento a razón de los 200 mil millones de euros por semana, pero esto
no reactiva de ningún modo el crédito (al revés, hay una marcada contracción),
lo cual extiende el cuadro de bancarrota a la industria.
Directorio
franco-alemán
(…..) Las
salidas que se discuten en Europa son fuertemente deflacionarias -o sea
reducciones de gastos públicos y de salarios, depresión de la demanda,
concentración de la industria y de los bancos. Esta línea de acción responde a
los intereses de Alemania, la cual reproduce -en esta crisis- la política que
adoptó cuando anexó a Alemania oriental. La deflación produjo un
desmantelamiento de la industria del este en beneficio del capital instalado en
el oeste de Alemania.
La
deflación fortalece también la cotización de la deuda pública alemana y, por lo
tanto, de los bancos alemanes que son sus principales tenedores. Se trata, en
realidad, de una política de extorsión en gran escala, porque bastaría que sus
rivales ‘patearan el tablero' y declararan una moratoria de deuda para
precipitar la corrida bancaria en Alemania. Es, sin embargo, lo que más temen
las otras naciones y, en especial, Estados Unidos y China -para quienes una
quiebra europea significaría un derrumbe del mercado mundial. Lo mismo vale
para Gran Bretaña.
La
alemana Merkel y el francés Sarkozy han estado conspirando en torno a lo que
denominaron una "unión fiscal' de la totalidad de la Unión Europea -o al
menos de la zona euro-, bajo el supuesto de que la crisis europea no es de
carácter capitalista, sino que obedece a las disparidades de la construcción
original del euro. Se trata de una patraña, porque el planteo no apunta a un presupuesto
único que reúna los ingresos de todos los países, sino a una tutela de los
presupuestos nacionales por el directorio Merkozy.
Pero la
bancarrota europea no es fundamentalmente fiscal, sino bancaria: esa tutela no
resuelve nada. El empantamiento es completo. La respuesta se verá en los
próximos días, con nuevos derrumbes bursátiles y de las deudas públicas. Aunque
el FMI, por orden del Tesoro norteamericano, ha ido a socorrer a Grecia, el
directorio Merkozy está manejando la alternativa de una salida de varias
naciones de la zona euro -no solamente Grecia, sino también Irlanda. Para los
mejores observadores de la crisis, este desmantelamiento parcial produciría una
acentuación de la política deflacionaria del núcleo central de la zona.
En ese
caso, países como España, Italia y hasta Bélgica u Holanda se acercarían a la
puerta de salida. La ‘manovra' (maniobra) del procónsul en Italia, Mario Monti,
que reduce el gasto estatal en 30 mil millones de euros -a fuerza de cortes en
las jubilaciones y la suba de impuestos al consumo y al patrimonio de las
familias- no sacará de la bancarrota al Monte Paschi de Siena (en la mira de
los bancos franceses) o al Unicredit, expuesto sin salida a Austria y Europa
central, tampoco a la deuda italiana de dos billones de euros.
CHINA
La
novedad importante en todo esto tiene lugar fuera de Europa, pues en octubre
cayó, por primera vez, la producción industrial de China. Hasta el columnista
de Clarín, Jorge Castro, un optimista todoterreno, ha comenzado a
ensombrecerse. Los despidos han alcanzado dimensiones tales que han provocado
huelgas y rebeliones obreras en la industria de la zona más desarrollada del
país. Los K pueden creer que Argentina está ‘blindada'; pero los chinos, no.
Las leyes del desarrollo capitalista, o sea de su tendencia al derrumbe, se
aplican a China con mayor razón que en cualquier otro país, porque sus
estructuras capitalistas son mucho más débiles. La deuda de las autoridades
locales de China ha crecido en forma exponencial y se financia con la
expropiación de tierras de los campesinos, con las consiguientes revueltas
populares. La exposición de la banca estatal y privada de China a la
especulación inmobiliaria -en situación de quiebra- es, simplemente,
desconocida. El crédito internacional de China con el resto del mundo está más
que compensado por la deuda de la banca central de China con el sistema
financiero local.
EL IMPASSE
DE LA IZQUIERDA EUROPEA
El
centroizquierda europeo ha sido el puntal de la formación de los ‘gobiernos
técnicos' en Italia y Grecia, los que son la expresión de la disolución
política de los regímenes semi-parlamentarios. La derecha, en Italia y en Francia,
se ha lanzado a una operación política para capitalizar el descontento popular
contra los planes de ajuste, cuyo eje es el rechazo a estos gobiernos fantoches
e incluso el rechazo a la zona euro -y, en ocasiones, a la Unión Europea. Lo
mismo ocurre con la derecha llamada ‘euroescéptica' en Gran Bretaña.
(…..) Ninguna salida popular es viable sin el
repudio de la deuda pública con los banqueros usureros -lo cual plantea, de
inmediato, la disolución! de la Unión Europea. En oposición al nacionalismo fascistoide
y al stalinista, la ruptura de la Unión Europea debe ser planteada en función
de la Unidad Socialista de Europa, incluida Rusia. Esta reivindicación debe
servir a la unidad del proletariado de Europa, que busca una salida al derrumbe
capitalista. La Unión Europea y el euro están condenados: si no le pone fin la
clase obrera en nombre de una Federación de gobiernos de trabajadores, le
pondrán fin la derecha y el fascismo para reforzar la opresión nacional -que la
Unión Europea nunca tuvo como mira superar, sino reforzar
.
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