Lunes
19 de diciembre de 2011
LO QUE
ESTÁ EN JUEGO
Escribe
BOAVENTURA
DE SOUSA SANTOS (*)
Fuente “Carta
Maior” Brasil
18 diciembre
2011.
.
(*) BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS. (Coímbra,
Portugal, 1940) Poeta y ensayista
portugués Doctor en Sociología del
derecho por la Universidad de Yale, científico social y uno de los un
referentes de la sociología jurídica
contemporánea. Profesor catedrático de la Facultad de Economía de la
Universidad de Coimbra (Portugal). se ha dedicado a una intensa militancia intelectual
con innumerables conferencias en el exterior.
Traducido
por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas
.
Se ha
perdido la compostura. La profundización de la crisis en Europa ha hecho
posible una nueva radicalidad y una nueva transparencia. Hasta hace poco, se
consideraban radicales las posiciones opuestas a la intervención y recetas de
la troika [1] por razones de soberanía, democracia, y por la sospecha de que la
crisis era el pretexto de la derecha para implementar en Portugal las
“políticas de choque” de las privatizaciones, incluidas las de la salud y la
educación.
En vista del desastre griego, proponían el incumplimiento del
memorándum de entendimiento [2] o exigían una auditoría pública de la deuda
para eliminar parte del endeudamiento ilegítimo o incluso ilegal. Eran
consideradas radicales porque cuestionaban la supervivencia del euro,
desacreditaban a Portugal en el contexto europeo e internacional y porque, en
caso de ponerse en práctica, conducirían al desastre social, precisamente lo
que se pretendía evitar con el memorándum.
La
profundización de la crisis ha originado una nueva radicalidad que,
paradójicamente, y al contrario de la radicalidad anterior, parte de la
estricta conformidad con la lógica que rige la troika y el memorándum.
Comentaristas del Financial Times y políticos de países del norte de Europa
defienden el fin del euro, porque, al fin y al cabo, el “euro es el problema”;
proponen un euro para los países más desarrollados y otro para los menos;
sostienen que la salida controlada del euro por parte de Grecia (o de otros
países, se sobreentiende) puede que no sea mala idea; y defienden.
Por último,
la permanencia del euro, a condición de que los países endeudados se sometan
completamente al control financiero de Alemania (federalización sin
democracia). Dicho de otro modo, la radicalidad tiene actualmente dos caras, y
esto quizás nos permita una nueva transparencia respecto a lo que está en juego
o nos conviene.
La
transparencia de lo que se omite es tan importante como la de lo que se dice.
Esto es debido a que, en ambos casos, los intereses subyacentes han quedado al
descubierto.
La
transparencia de lo que se omite. En primer lugar, no es posible volver a la
“normalidad” en el actual marco institucional europeo. En este marco, la Unión
Europea camina inevitablemente hacia su descomposición. A Italia le seguirán
España y Francia. En segundo lugar, las políticas de austeridad, además de ser
injustas socialmente, no sólo son ineficaces, sino también contraproducentes.
Nadie puede pagar sus deudas produciendo menos, por lo que después de estas
medidas vendrán otras aún más severas, hasta que el pueblo (no tengamos miedo
de la palabra), golpeado y desesperado, diga basta.
En tercer lugar, los
mercados financieros, dominados como están por la especulación, nunca
recompensarán a los portugueses, los griegos o los irlandeses por los
sacrificios hechos, pues la insuficiencia de estos sacrificios es lo que
alimenta los beneficios de la inversión especulativa. Sin controlar las
dinámicas especulativas, y esperando a que el mundo haga lo que puede y debe
empezar a hacerse sólo en Europa, el desastre social se producirá de todos
modos, tanto por la vía de la obediencia como de la desobediencia a los
mercados.
La
transparencia de lo que nos conviene. Me refiero a los portugueses, aunque el
"nos" abarca al 99% de los ciudadanos y a todos los inmigrantes del
sur de Europa, así como también incluye a todos los europeos para los que una
Europa de nacionalismos es una Europa en guerra y para los que la democracia es
un bien tan precioso que sólo tiene sentido si está democráticamente
distribuido. Cualquier solución que trate de minimizar el desastre que se
aproxima debe ser una solución europea, es decir, una solución articulada, como
mínimo, con algunos países del euro.
Hay dos
posibles soluciones. La primera, llamada escenario A, consiste en ejercer
presión junto al resto de países "en dificultades" para cambiar a
corto plazo el marco institucional de la Unión Europea para llegar a un mutuo
acuerdo con la deuda y federalizar la democracia. Entre otras cosas, esto
implica conferir más poder al Parlamento Europeo, hacer que la Comisión
responda ante él y elegir directamente la presidencia. También implica una
política industrial europea y la búsqueda de los desequilibrios comerciales
dentro de Europa.
Por ejemplo, Alemania, que tanto exporta al resto de Europa,
¿no debería importar más del resto de Europa, abandonando el mercantilismo de
su incesante búsqueda de excedentes comerciales? Para que esto sea posible, es
necesaria una política aduanera y de preferencias comerciales intraeuropeas,
además de una refundación de la Organización Mundial del Comercio (hoy un
cadáver aplazado), en el sentido de empezar a construir el modelo de
cooperación internacional del futuro: acuerdos globales y regionales que, cada
vez más y siempre en la medida de lo posible, hagan que los lugares de consumo
coincidan con los lugares de producción.
También
es necesaria una prudente regulación financiera a escala europea que contemple
un mandato posneoliberal para el Banco Central Europeo (más poderes de
intervención basados en un mayor control democrático en la estructura y el
funcionamiento). Esta solución se opone frontalmente a la solución autoritaria
propuesta por Alemania, que consiste en poner a todos los países bajo la tutela
alemana a cambio de eurobonos o algún otro mecanismo de europeización de la
deuda. Esta rendición al imperialismo alemán significaría que en Europa sólo
tiene derecho a la democracia quien tiene dinero.
El
escenario A es muy exigente. Implicaría que, de manera inmediata, y a pesar de
las limitaciones del actual mandato, el Banco Central Europeo asumiera un papel
mucho más activo para garantizar el periodo de transición. Sin embargo, la
prudencia recomienda prever y considerar seriamente el fracaso de este
hipotético escenario.
Por
este motivo, debemos comenzar a preparar cuanto antes el escenario B, una
salida del euro, solos o con otros países, argumentando que, como demuestran
los hechos, con él, las desigualdades entre países no han dejado aumentar. La
auditoría de la deuda será una señal de la seriedad de nuestro propósito. Los
costes sociales de la solución B no son más elevados que los costes del fracaso
de la solución A y, al menos, dejan ver una luz al final del túnel.
Notas
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