Viernes 23 de diciembre de 2011
NOS ESTÁN ROBANDO LA VIDA
GRECIA Y EL CAOS
Escribe
NOËLLE BURGI (*)
Fuente: “CounterPunch”
Publicó “Rebelion”
22 diciembre 2011
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(*) NOËLLE BURGI (Francia) Escritora, periodista, integra
Centro de investigaciones políticas de la Universidad de la Sorbona, París. Autora
de “La Machine à exclure”. “Les faux-semblants du retour à l'emploi” “Licenciées
et engluées”, entre otras varias obras sobre contextos sociales en el
mundo. Redactora en CounterPunch, Le
Monde Diplomatique, “Rebelión” entre otros medios importantes. Traducido del
inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
.
“¿Quién sabe qué nos traerá el mañana?”, se pregunta la
gente en Atenas, Salónica y por toda Grecia. Cunde la sensación de estar
aprisionado, de incertidumbre individual y de catástrofe inminente. Sin
embargo, Grecia ha tenido una historia turbulenta y los griegos se han
considerado siempre un pueblo con talento, inquebrantable y acostumbrado a la
adversidad. “Siempre ha habido tiempos difíciles y siempre los hemos superado.
Pero ahora es como si nos hubieran arrancado hasta la última gota de
esperanza”, decía el propietario de un pequeño negocio.
Mientras se amontonan las medidas de austeridad, toda una
avalancha de leyes, decretos y edictos van liquidando las estructuras sociales,
económicas y administrativas. La realidad de ayer se está viniendo abajo. Y en
cuanto al mañana, ¿quién puede conocerlo? Los ciudadanos griegos se ven
sometidos a una burocracia kafkiana con sus fluctuantes e incomprensibles
regulaciones. Al dirigirse a sus colegas, un empleado municipal de las Cícladas
decía: “La gente quiere atenerse a la ley, pero no sabemos ni qué decir, las
autoridades no nos dan detalle alguno”.
Un hombre tuvo que pagar 200 euros y presentar trece
documentos y pruebas de identidad para renovar el permiso de conducir. Los
recortes salariales de los funcionarios públicos han trastornado el sector
público. “Cuando llamas a la policía para alertar de una situación, te
contestan: ‘Es tu problema, apáñatelas como puedas’”, decía un ingeniero
jubilado de la marina mercante. Las tensiones aumentan. Hay informaciones que
muestran un gran incremento de la violencia doméstica, del robo y del asesinato
i .
Los salarios están cayendo (un 35-40% en algunos sectores)
mientras se inventan nuevos impuestos, algunos con efectos retroactivos desde
primeros de año. Los ingresos netos se han reducido drásticamente, en muchos
casos al 50% o más. Desde el verano se está exigiendo un impuesto llamado
solidario (1-2% de los ingresos anuales) y un impuesto sobre la energía
(calculado sobre el consumo de petróleo y gas natural). Otras novedades en ese
aspecto incluyen la reducción del umbral impositivo de 5.000 euros a 2.000
euros y la implantación de un impuesto sobre la propiedad del 0,5 a 20 euros
por metro cuadrado que se ha cargado en la factura de la luz, a pagar en dos o
tres cuotas (si no se paga, se corta la luz y se imponen multas).
Desde comienzos de noviembre, los pensionistas y los
empleados públicos y privados no pueden recibir anticipos de su salario
mensual. Y muchos trabajadores se quedan sin cobrar nada en absoluto. El Estado
está reduciendo drásticamente su fuerza laboral como parte de su programa de
reestructuración. Entre este año y 2015, 120.000 funcionarios públicos, con 53
o más años, van a pasar a una especie de “semi-jubilación” anticipo de la
jubilación total obligatoria tras 33 años de servicios, durante la cual tendrán
que quedarse en casa y recibir solo el 60% de los salarios básicos.
“ELIMINADOS
LOS
SEGUROS
DE PROTECCIÓN
DE PAGOS”
La pérdida de ingresos está destrozando la sociedad. No se
pagan las facturas, el consumo ha caído, los almacenes cierran y el paro se
incrementa. En mayo, la tasa oficial de desempleo era del 16,6% (diez puntos
por encima de la de 2008) y de un 40% entre los jóvenes . Probablemente la tasa
actual sea mucho más alta. La crisis social, económica y política ha sacudido
el sistema sanitario nacional. Los presupuestos de hospitales y centros de
atención sanitaria se han recortado una media de un 40%.
Cada vez hay más pacientes que acuden a los servicios de
urgencias, otros van a los centros sanitarios de Médicos del Mundo y muchos
tienen que aguantarse sin atención alguna. La gente cuenta que se les están
negando medicinas vitales. Una periodista explicó que su padre sufre la
enfermedad de Parkinson: “Sus medicinas cuestan 500€ al mes. La farmacia nos
dijo que no se los iban a dar más porque han quitado los seguros de protección
de pagos”.
Las dolencias físicas (sobre todo las de cardiología) y las
enfermedades mentales se han incrementado a un nivel muy preocupante. Estudios
epidemiológicos recientes han mostrado que el aumento del estrés, exacerbado
por las deudas y el prolongado desempleo, está generando “importantes
desórdenes y trastornos depresivos y ansiedad generalizada” iii que han
provocado un aumento espectacular de los suicidios. Según cifras no oficiales discutidas
en el Parlamento, la tasa de suicidios se elevó un 25% de 2009 a 2010, y se ha
registrado un aumento de hasta el 40% en la primera mitad de 2011 comparado con
el pasado año, según fuentes del ministerio de sanidad.
Las cifras publicadas en la revista médica The Lancet
iv revelan un incremento alarmante de la
prostitución, así como en las tasas de infección por SIDA y otras enfermedades
de transmisión sexual.. Hay cifras nunca vistas de gente sin hogar, que ya no
se limitan a alcohólicos, drogadictos o enfermos mentales. Un estudio reciente
muestra que ahora es mucho más probable que gente de clase media, jóvenes y
moderadamente pobres acaben en la callevi.
En Salónica, el padre Stefanos Tolios, de la iglesia
ortodoxa, está desbordado por la gente desesperada en búsqueda de trabajo. Los
vecinos de varias ciudades (Volos, Patras, Heraklion, Atenas, Corfú, Salónica)
están levantando economías informales de base comunitaria a partir de sistemas
de intercambio locales. Las familias están sacando a sus mayores de las
residencias de ancianos para ahorrarse 300-400€ mensuales.
Ningún país podría soportar una situación así. Grecia está
muy mal equipada para afrontar las consecuencias sociales de unas medidas de
austeridad impuestas por las elites nacionales y transnacionales con “crueldad
científica”vii. La Grecia posterior a 1945, con un Estado débil y clientelista,
no tuvo tiempo ni medios para construir un sistema fuerte de protección social.
Y ahora están destruyendo las redes de seguridad existentes. “Todo se viene
abajo”, dijo Sotiris Lainas, psicólogo y coordinador del Programa de Promoción
de Autoayuda en la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Salónica).
¿DE QUIÉN ES LA CULPA?
El gobierno anterior, bajo George Papandreu, corrió a
aceptar las exigencias de la “troika” –la Unión Europea, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Central Europeo- recortando, por ejemplo, las partidas
presupuestarias del ministerio de sanidad. Ni se pararon a pensar que esos
recortes presupuestarios socavarían la capacidad de funcionamiento de servicios
esenciales (y viables) como, por ejemplo, los cuidados de día que proporcionaba
la Federación Panhelénica para la atención de la enfermedad de Alzheimer y los
trastornos relacionados con la misma.
Así, las fuerzas transnacionales, que durante casi treinta
años habían venido trabajando para socavar el estado del bienestar, han
trasladado esa tarea a sus esbirros nacionales, ellos mismos beneficiarios
desde hace mucho tiempo de un sistema de nepotismo corrupto e ineficaz. A los
griegos se les arrojado desvergonzadamente a la cara la responsabilidad de la
crisis. Acusados, que no juzgados, se les ha declarado culpables por su
asociación con unos dirigentes ineptos.
A determinados sectores de la población se les ha expuesto a
la ira popular: se estigmatiza a los funcionarios públicos al considerarles una
casta privilegiada; los médicos y los tenderos son también sospechosos de
declaraciones falsas de la renta. Pero la gente no ignora que el sistema y sus
dirigentes están en la raíz de la podredumbre. Sin embargo, el conocimiento no
es poder y la nación se queda preguntándose qué será lo próximo. El
clientelismo y la corrupción tienen raíces históricas. Grecia no ha disfrutado
nunca de un Estado moderno dotado de una burocracia relativamente autónoma y
libre de intereses privados con capacidad para moldear un desarrollo económico
y social.
Ni ha tenido una identidad cívica fuerte. Las potencias
extranjeras han venido imponiendo sus exigencias desde que se produjo la independencia
en 1830viii, cuando se integró a Grecia a la fuerza en la economía del mundo
capitalista con una posición servil, periférica y zarandeada por diversas
grandes potencias. La historia superpuso un modelo político artificial sobre
una sociedad fragmentada centrada tradicionalmente en las lealtades locales,
las familias extensas y los valores comunitarios. Como consecuencia, el sistema
político griego ha sido siempre centralizado y autoritario, ignorando la
separación de poderes, la autonomía local o la democracia realix, suelo fértil
para la corrupción y el caciquismo que sirve a los intereses y refuerza el
dominio de las elites. Los griegos han vivido resignados ante todo esto.
No son inocentes ni tampoco ignoran sus propios defectos y
los de su país. Pero están sin poder y en la miseria. ¿Qué esperanza le queda a
una nación que ha demostrado ser “fundamentalmente incapaz de formar una
comunidad política”?x Incluso aunque quisiera volver a los días anteriores a la
crisis, “cuando vivíamos en una mentira”, como señaló Lainas, Grecia no podría
hacerlo. La han golpeado demasiado fuerte, como han dejado claro los repetidos
llamamientos al orden y al control.
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