martes, 24 de enero de 2012

EL GOBIERNO HIZO DE LA MINERÍA A CIELO ABIERTO PARTE DE SU ESTRATEGIA PRODUCTIVA, Y LA SOJA PARTE CAPITAL DE DE ESA MISMA ESTRATEGIA EN SU VARIANTE AGRARIA.


Miércoles 25 de enero de 2012

ARGENTINA
MINERIA A CIELO ABIERTO
UNA LUCHA QUE SIGUE VIVA

Escribe
SERGIO
FEDEROVISKY (*)
Fuente: “El Siglo”
Tucuman – Argentina
24 de enero de 2012
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 (*) SERGIO FEDEROVISKY (Argentina) Licenciado. Universidad Nal. De Buenos Aires. Periodista. Actúa en política. Militante social. Presidente de la Agencia Ambiental de la Municipalidad de La Plata.
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Los dirigentes que sostienen que el pueblo siempre tiene razón (es decir, que la voluntad popular debe respetarse aunque no sea la expresión de la verdad más perfecta) están en problemas con lo que ocurre con la minería. En especial, con el escenario que acaban de montar los pobladores de Famatina, tras el intento espeluznante del gobernador de La Rioja de entregar el cerro de ese nombre émulos de la Barrick Gold.

El gobierno nacional hizo de la minería a cielo abierto una parte crucial de su estrategia productiva, del mismo modo que hizo de la soja una parte capital de de esa misma estrategia en su variante agraria. En ambos casos se trata de la expresión de una política extractivista, de escasa o nula agregación de valor, y de un alto nivel -principalmente en el caso de la minería- de extranjerización de la rentabilidad.

Tras la elaboración normativa de parte del menemismo, auspiciado fuertemente por la influencia del entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush padre-, el kirchnerismo heredó literalmente una mina de oro: un código minero extraordinariamente favorable a los capitales trasnacionales con el agregado de la coyuntural devaluación del 2003 que atrajo esas empresas en malón.
Ocurre que la antigua minería es pasado en todo el mundo desde que las vetas en el interior de las montañas o las pepitas que se zarandeaban en los ríos pasaron a mejor vida.

 La extracción descomunal de minerales dejó las vetas exangües y sólo quedó la opción de destruir montañas para capturar de la tierra que las compone algo de los metales preciosos que el mundo sigue demandando. Eso es, ni más ni menos, la minería moderna, la llamada minería a cielo abierto: destruir una montaña, pasar sus materiales por una inmensa sopa química y separar, de ese modo, lo que sirve de lo que no.

Esa sopa química contiene básicamente cianuro, que es lo que permite retirar el oro, por ejemplo, del resto de las tierras inservibles. Y para llevar adelante ese proceso químico, la minería -que por esas cosas del destino se desarrolla en áreas montañosas generalmente áridas- reclama cantidades ingentes de agua, que naturalmente se le resta a otras actividades (la vitivinicultura, en la región de Cuyo). Dos consecuencias, entonces, tiene a priori la minería a cielo abierto: la tremenda demanda de agua que se le escatima a otras actividades y la posterior contaminación de los cursos de agua superficiales y subterráneos producto del cianuro que se libera.

Montana es uno de los estados mineros por excelencia de los Estados Unidos. Las autoridades ambientales en la Argentina, impedidas de meterse en este tema porque el código minero impone que es la misma Secretaría de Minería la que otorgue los permisos y realice los controles cual zorro cuidando ovinos, siempre dicen que hay que exigir que se haga en el país la misma minería responsable que se hace en el mundo desarrollado. El biólogo norteamericano Jared Diamond escribió un libro fascinante llamado "Colapso". Allí describió lo siguiente:

"Aunque en Montana está aumentando la preocupación por los vertidos de fertilizantes, abonos y herbicidas y el filtrado de los contenidos de fosas sépticas, el problema más importante en relación con los residuos tóxicos es, con diferencia, el planteado por los residuos de la minería del metal, una parte de la cual pertenece a la de hace un siglo y la otra a la reciente o en activo. La minería del metal -especialmente la del cobre, pero también la del plomo, el molibdeno, el paladio, el platino, el cinc, el oro y la plata- fue uno de los pilares tradicionales de la economía de Montana.”

(…) “A pesar del tradicional lazo que los habitantes de Montana tienen con la minería como valor tradicional que define la identidad de su estado, últimamente se han desilusionado cada vez más con la minería y han contribuido a la práctica desaparición del sector en Montana. Por ejemplo, en 1998, para sorpresa de la industria y de los políticos que apoyaban la industria y recibían apoyo de esta, los votantes de Montana aprobaron en referéndum la prohibición de un método de extracción de oro plagado de problemas y denominado 'minería de filtrado de cianuro'".

No sabemos si los habitantes de la región de Famatina leyeron a Diamond. Sí sabemos que conocen el recorrido que respecto de la minería hizo el actual gobernador Luis Beder Herrera y que puede sintetizarse en lo siguiente. Beder Herrera era vicegobernador de Ángel Maza, ideólogo del actual código minero en tiempos de Menem. Beder Herrera destronó a Maza acusándolo de hacer negocios para favorecer a la Barrick Gold en su provincia.

Al asumir como gobernador interino, Beder Herrera elaboró y promulgó una ley de prohibición de la minería con cianuro (como Montana). Al ganar luego las elecciones y dejar de ser gobernador interino para ser gobernador con un apoyo electoral espectacular y con el aval de las organizaciones sociales y ambientalistas, Beder Herrera convocó a una conferencia de prensa, derogó la ley que prohibía la minería a cielo abierto y pidió públicamente disculpas a Barrick Gold.

Hoy, Beder Herrera promueve fanáticamente la minería a cielo abierto en su provincia, con el rechazo absoluto de aquellas organizaciones, a las que amenaza con denunciar judicialmente por obstaculizar su acción de gobierno.
No es Montana, es Argentina.

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