Martes
10 de enero de 2012
NADIE
ENTIENDE LA DEUDA
PAUL
KRUGMAN (*)
Fuente: “ El País” Madrid
8 de
enero de 2012
Publicó:
Periodismo
de opinión en Reggio’s
.
(*) PAUL ROBIN KRUGMAN (1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano,
cercano a los planteamientos neokeynesianos. Profesor de Economía y Asuntos
Internacionales en la Universidad de Princeton. Tiene una columna en New York Times En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel
de Economía.1Es fuerte crítico de las políticas económicas y generales de la
administración de George W. Bush. Ha escrito más de 200 artículos y 21 libros
-alguno de ellos académicos, y otros de divulgación-. Su Economía
Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la
economía internacional. En 1991 la American Economic Association le concedió la
prestigiosa medalla John Bates Clark. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales en el año 2004
.
.
En 2011, como en 2010,
Estados Unidos experimentaba una recuperación técnica, pero seguía sufriendo un
desempleo desastrosamente alto. Y a lo largo de la mayor parte de 2011, como en
2010, casi todas las conversaciones en Washington giraban en torno a otra cosa:
el problema supuestamente urgente de reducir el déficit público.
Este
enfoque inapropiado dice mucho sobre nuestra cultura política, en concreto
sobre lo desconectado que está el Congreso del sufrimiento de los
estadounidenses de a pie. Pero también revela algo más: cuando la gente en
Washington habla de déficits y deuda, la inmensa mayoría no tiene ni idea de lo
que está hablando, y la gente que más habla es la que menos entiende.
Y
mientras ha estado esperando, esos tipos han descendido hasta mínimos
históricos. Se podría pensar que esto llevaría a los políticos a cuestionar su
elección de expertos (es decir, se podría pensar eso si no supiéramos nada
sobre la política posmoderna no basada en hechos).
Pero
Washington no se confunde solo en lo que respecta al corto plazo; también está
confundido acerca del largo plazo. Porque aunque la deuda pueda ser un
problema, la forma en que nuestros políticos y lumbreras piensan en la deuda es
incorrecta y exagera el tamaño del problema.
Los que
se preocupan por el déficit retratan un futuro en el que nos vemos empobrecidos
por la necesidad de devolver el dinero que hemos tomado prestado. Ven a EE UU
como una familia que pidió una hipoteca demasiado alta y que se ve en apuros
para pagar las cuotas mensuales. Sin embargo, esta es una analogía realmente
mala por lo menos en dos sentidos.
En
primer lugar, las familias tienen que devolver su deuda. Los Gobiernos, no;
todo lo que tienen que hacer es asegurarse de que la deuda aumenta más
lentamente que su base imponible. La deuda de la II Guerra Mundial nunca se
devolvió; sencillamente, se fue volviendo cada vez más irrelevante, a medida
que la economía estadounidense crecía, y con ella, la renta sometida a
tributación.
En
segundo lugar, y esto es lo que nadie parece entender, una familia
excesivamente endeudada debe dinero a otra persona; la deuda estadounidense es,
en gran medida, dinero que nos debemos a nosotros mismos.
Esto
era claramente cierto en el caso de la deuda en que incurrimos para ganar la
Segunda Guerra Mundial. Los contribuyentes asumieron la responsabilidad de una
deuda que era significativamente más elevada, como porcentaje del PIB, que la
deuda actual; pero los titulares de esa deuda también eran los contribuyentes,
como la gente que compraba bonos de ahorro. De modo que la deuda no hizo más
pobre a los Estados Unidos de la posguerra. En concreto, la deuda no impidió
que la generación de la posguerra experimentara el mayor aumento de la renta y
el nivel de vida en la historia de nuestra nación.
Pero
esta vez es diferente, ¿no? No tanto como creen.
Es
verdad que ahora los extranjeros poseen grandes intereses en EE UU, entre ellos
una buena cantidad de deuda pública. Pero cada dólar de participaciones
extranjeras en Estados Unidos se ve igualado por 89 céntimos de participaciones
estadounidenses en el extranjero. Y como los extranjeros tienden a hacer sus
inversiones en Estados Unidos en activos seguros y de baja rentabilidad, EE UU
gana en la práctica más por sus activos en el extranjero de lo que paga a los
inversores extranjeros. Si se han hecho la idea de que es un país profundamente
endeudado con los chinos, les han informado mal. Y tampoco estamos avanzando
rápidamente en esa dirección.
Claro
que el hecho de que la deuda federal no implique ni mucho menos que el futuro
de Estados Unidos esté hipotecado no quiere decir que la deuda no sea
perjudicial. Para pagar los intereses hay que recaudar impuestos, y no hay que
ser un ideólogo de derechas para reconocer que los impuestos suponen algún
coste para la economía, aunque solo sea porque apartan los recursos de las
actividades productivas y los desvían hacia la elusión y la evasión de
impuestos. Pero estos costes son mucho menos trágicos de lo que la analogía de
la familia excesivamente endeudada podría dar a entender.
Y esa
es la razón por la que los países con Gobiernos estables y responsables -o sea,
Gobiernos que están dispuestos a elevar moderadamente los impuestos cuando la
situación lo exige- han sido por regla general capaces de vivir con niveles de
deuda mucho más elevados de lo que la opinión convencional nos induciría a
pensar. Gran Bretaña, en concreto, ha tenido una deuda superior al 100% del PIB
durante 81 de los últimos 170 años. Cuando Keynes escribía sobre la necesidad
de gastar para salir de una depresión, Gran Bretaña estaba más endeudada que
cualquier país desarrollado hoy en día, con la excepción de Japón.
Naturalmente,
EE UU, con su movimiento conservador furibundamente antiimpuestos, podría no
tener un Gobierno que sea responsable en ese sentido. Pero en ese caso, la
culpa no es de la deuda, sino nuestra.
De modo
que, sí, la deuda es importante. Pero en estos momentos hay cosas más
importantes. Necesitamos más, no menos, gasto público para sacarnos de la
trampa del desempleo. Y la terca y desinformada obsesión con la deuda se
interpone en el camino.
.
@ New
York Times Service 2012.
Traducción
de News Clips.
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